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El actor César Goldi. LVA

«Los insumisos nos sentimos un poco derrotados, aunque hubo una victoria»

César Goldi | Actor: «Contando mis aventuras en el talego durante los viajes de la compañía, fue tomando fuerza la montar la obra de teatro»

FERNANDO DEL BUSTO

AVILÉS.

Viernes, 14 de diciembre 2018, 01:43

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La sala club del Centro Cultural Internacional Oscar Niemeyer acogerá hoy viernes, a partir de las 20.30 horas, la representación teatral de 'Goldi Libre', una producción en la que el actor César Goldi (Bóveda, Lugo; 1965) reflexiona sobre su época en la cárcel por su insumisión al servicio militar. Sobre todo ello conversamos con él.

-¿La vocación actoral fue previa a la insumisión surgió a raíz de ella?

-Mi vocación era previa. Fui insumiso en los 90. En el 93 fui juzgado y entré en prisión en 1994, justo cuando empezaba a desarrollar mi vocación de una manera más intensa.

-¿La obra nace en la cárcel?

-Fue apareciendo y desapareciendo durante este tiempo. Me dedicó al teatro y pensaba en la forma de expresar mi experiencia, pero no lo hacía. En los viajes de la compañía, cuando hablamos para distraer al conductor yo iba contando mi talego como otros cuentan su mili. Así, entre risas, fue cogiendo fuerza la idea y los propios compañeros me animaron.

-¿Estamos ante una obra reivindicativa?

-Sí. La insumisión fue impopular a diestra y siniestra. Fue el primer movimiento de contestación popular que huía de los viejos modelos de confrontación. Era una nueva forma de protestar.

-Algunos les consideran presos políticos porque defendían una idea concreta.

-Sí, para mi lo fuimos. Era un movimiento asambleario, no contaminado por la violencia. La izquierda nos miraba con desconfianza y tampoco gustábamos a la derecha. Los primeros insumisos se plantean en 1984, como rechazo a la Ley de Objeción de Conciencia que buscaba arrinconarlo. Y con un Ejército aún contaminado con muchos elementos franquistas.

-Sin embargo, con el tiempo se ve que lo que ha quedado es que no hay mili y nada se habla del rechazo al Ejército que suponía.

-Sí, eso es así. Sigue siendo una pregunta sin resolver. Es cierto que se produjo una victoria por terminar con el servicio militar y el Ejército ha desaparecido como institución franquista, pero no se estableció un debate estable sobre la defensa; seguimos vendiendo armas para dictaduras. En ese sentido nos sentimos un poco derrotados

-¿Cómo se construye 'Goldi libre'?

-La obra se monta en tres partes. La primera es como un documental, donde estamos en un estudio de radio y con canciones de los 80 explicamos que es la insumisión. En la segunda aparezco yo, el chico que llegó a Santiago con 18 años desde la Cataluña profunda y se encontró un ambiente social de cambio, comprometido, alocado, divertido. Y, en la tercera, lo que me pasaba por dentro, las reflexiones que tenía en prisión. El punto de partida es contar una historia real, aunque luego su naturaleza convierte a la obra en reivindicativa.

-En su compañía están trabajando en esta línea

-Estamos recomponiendo historias para construir una memoria basada en lo más cotidiano. En 'Goldi libre' los chicos ven como nos relacionábamos los jóvenes cuando no existían redes sociales y hacías una pintada para decir lo que ahora escribes en un tuit.

-¿Han hecho otros proyectos?

-Sí, todas basadas en hechos reales, pero los ficcionalizamos menos que 'Goldi libre'. Salvador cuenta la emigración a América de su abuelo, que llegó a formar una segunda familia y la conocieron después de muchos años. Y tenemos otro proyecto en la que una compañera narra su embarazo y un episodio de lo que llaman violencia obstétrica.

-Una vez terminada la función, dialogan con el público. ¿Cómo responde?

-Muy bien. La obra está gustando mucho a los más jóvenes, están siendo muy participativos. Es muy curioso como les sorprende conocer los detalles de otra época, saber como nos relacionábamos cuando no había móvil.

-¿Ha coincidido con otros insumisos?

-Sí. Les emociona mucho el relato de la cárcel. Conecta con sentimientos que tenían y no compartían. Les ayuda a reconciliarse porque había momentos muy duros, en los que nos planteábamos si todo valía la pena. Es algo real que muchos no habíamos compartido y que ahora sacamos. También me ayudó a encontrarme con compañeros que no conocía físicamente.

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