Desde Avilés a Galicia a diario para buscar a Roger
Jorge Díaz y Cristina Schaub se desplazan con la esperanza de encontrar a su perro, que se escapó el sábado en la mariña lucense
Un madrugón, doscientos kilómetros de carretera y unas tres horas. Es lo que hacen Jorge Díaz y Cristina Schaub a diario por encontrar a Roger, su precioso pastor de Shetland de casi seis meses que el pasado sábado se asustó por unos cohetes en Villaframil y escapó sin que nadie pudiera detenerlo.
Jorge y Cristina viven en Avilés, pero el pasado fin de semana fueron a este municipio de la mariña lucense a visitar a la abuela de él. «No sabíamos que había fiestas y que iban a tirar cohetes. Fue cuestión de segundos. Estábamos descargando las cosas del coche, yo subí al piso de arriba y cuando escuché los disparos bajé inmediatamente, pero Roger ya no estaba», se lamenta.
Huyó entre unos maizales cercanos y aunque han tenido referencias de él, no han logrado encontrarlo. Reconoce Cristina que ha sido «mala suerte», pero se confiesa «un poco culpable» por una reacción animal que solo habría podido evitar si el perro hubiera estado atado. Lo había estado hasta unos segundos antes, ya que acababan de soltar el arnés con el que viajaba en el coche.
La tristeza y preocupación es tal que desde entonces, y casi como una penitencia, la pareja se levanta a las 5.50 horas y recorre los poco más de cien kilómetros que hay desde Avilés hasta Villaframil. Recorren la zona, llaman a Roger, preguntan a los vecinos y se vuelven. Tras unos primeros días infructuosos en los que dejaban la comida de su mascota en algunos lugares «y se la comían otros animales», este jueves cambiaron de estrategia y llevaron sus calcetines por si el perro sigue vagando por ahí y reconoce el olor de sus amos.
Aunque saben que los días juegan en su contra, han anulado el viaje que tenían previsto iniciar este mismo viernes a Alicante, donde viven los padres de ella. No se sienten con ganas y tampoco quieren abandonar un búsqueda que tiene los días contados.
A estas alturas, Cristina reconoce que solo hay dos posibilidades: «que le haya pasado algo o que esté con una familia» y lógicamente espera que sea lo segundo. En cualquier caso, confía en la buena fe de la gente y «con chip, collar y un arnés colgando» le gustaría que Roger pudiera volver a sus brazos. Y lo espera porque «justo el miércoles nos dijeron que le dieron de comer en una casa. Fuimos preguntando una por una en todas las de la zona, pero es como buscar una aguja en un pajar». Aunque la desazón juega en contra y a veces también se le cruzan pensamientos negativos y piensa que «si a estas alturas, con lo que nos hemos movido, no lo tenemos aún con nosotros...».