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Bernardo Rodríguez y Emiliano Sotelo participan en este estudio.
Investigación con participación asturiana

Una nueva relectura del genoma duplica el catálogo de grandes variantes genéticas

El biólogo asturiano Bernardo Rodríguez colidera un proyecto que pone una lupa gigante sobre el genoma para mejorar el estudio del cáncer y enfermedades raras

M. F. Antuña

Gijón

Miércoles, 23 de julio 2025, 17:00

La revista Nature acaba de publicar un estudio que revoluciona por completo y profundiza en el conocimiento del genoma humano a partir del uso de ... nuevas tecnologías que colocan una lupa gigantesta sobre el mismo y abren la puerta a un diagnóstico más eficaz de enfermedades genéticas como cánceres o enfermedades raras. Entre los firmantes de ese trabajo que duplica el catálogo de grandes variantes genéticas, el biólogo asturiano Bernardo Rodríguez, que lleva cuatro años trabajando duro buscando las respuestas que ahora toman luz, primero en Alemania y en la actualidad desde Barcelona. Es uno de los cuatro firmantes principales del estudio que han llevado a cabo en el Laboratorio Europeo de Biología Molecular (EMBL) Heinrich Heine de Düsseldorf y el Centro de Regulación Genómica de Barcelona. Lo que singifica este trabajo lo resume así el investigador asturiano: «Contamos con una tecnología nueva que lee el genoma en trozos mucho más largos que la tecnología anterior, si antes se leía en trozos de 150 letras, ahora somos capaces de leerlo en retazos de más 20.000 letras», explica. Y eso es un avance inmenso.

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Es una tecnología aún muy cara en este momento, por mucho que su coste se haya reducido consideramente en los últimos años. El estudio de un genoma ronda ahora mismo los 1.100 euros, pero aporta muchísima luz. «Como lee el genoma en fragmentos más amplios y es mucho más sensible, es como si antes estuviéramos viendo el genoma siendo miopes y ahora nos pusiésemos unas gafas y lo viésemos con alta resolución», revela. Han realizado más de un millar de lecturas de genomas gracias a esa tecnología, que les ha permitido identificar variaciones genéticas nuevas. «Vemos que más de mitad de esa variación genética está en regiones del genoma difíciles de investigar», cuenta. Digamos que hay áreas más sencillas y otras más complejas. Con la siguiente metáfora se entiende perfectamente: «Es como el cielo de un puzle, la gente empieza trabajando por las casas, las calles, y el cielo es lo más complicado porque todas las piezas son azules, en este caso es lo mismo, el genoma con la tecnología previa miró la parte del puzle que no es cielo y ahora podemos ver todo el rompecabezas al completo y vemos que ahí ocurre muchísima variación genética hasta ahora desconocida», señala Bernardo Rodríguez.

Con la tecnología previa, en el diagnóstico de enfermedades genéticas raras como la distrofia muscular o la hemofilia existen variantes que son indetectables, por lo que se generan tasas relativamente altas de falta de diagnóstico genético. Y la esperanza radica en que con la nueva tecnología se pueda mejorar mucho en ese aspecto. «Cuando secuencias el genoma de un paciente con una enfermedad rara para diagnosticarlo, tú identificas unas 25.000 variantes grandes, que son en las que nos centramos nosotros, pero solo una o dos, generalmente una, es la que causa la enfermedad y por lo tanto un paso clave es eliminar toda la paja y quedarnos con unas pocas variantes a nivel clínico que son las relevantes en ese paciente y para ello un paso clave es que se filtran esas 25.000 variantes que en su mayor parte son benignas contra catálogos de variación genética de la población humana de individuos sanos y con nuestro catálogo reducimos el espacio de búsqueda de 25.000 a menos de 200 y con catálogos previos se reduce solo a miles», señala el bióquímico asturiano. La mejora es, pues, sustancial.

Ellos han realizado una prueba de concepto con unos pocos pacientes y han visto que las variantes causales de la enfermedad no se pierden pero sí se reduce esa información innecesaria. «Ahí tiene mucho potencial para el diganóstico y para otras cosas, aunque nuestro trabajo se centró en la aplicación hacia el diagnóstico».

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A partir de la publicación de Nature, la idea es que el uso de esta tecnología continúe multiplicándose y que se reduzcan los costes. «En los últimos cinco años se redujo el precio cinco veces», cuenta, y releva después que eso significa un mayor uso por parte de la comunidad científica hasta el punto de llegar a reemplazar a la anterior tecnología. Luego, a nivel clínico, «esperamos que en algún momento este tipo de tecnología se adopte en el ámbito hospitalario de forma más rutinaria». Ahora en los hospitales se hacen test de laboratorio que son más baratos pero no siempre conclusivos. Con una secuenciación del genoma con estas tecnologías llegaría de forma más eficaz toda esa información que ofrecen los test. Pero es preciso que se produzca ese abaratamiento hasta unos 200 euros para que eso se haga realidad.

Esta tecnología de lectura larga, desarrollada por dos empresas, en Gran Bretaña y Estados Unidos, abre numerosas puertas y no cree Bernardo Rodríguez que haya que esperar demasiado tiempo para que llegue a los hospitales. «Al ritmo que está bajando el coste, es viable que en unos pocos años pueda estar en los hospitales, y luego habría que poner en marcha iniciativas a nivel mundial o europeo para secuenciar el 1% del población», señala. Ya se están haciendo proyectos en Galicia o Letonia de esta índole para crear biobancos genéticos. Ese, cree, será el siguiente paso.

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