Triunfan Morante, Castella y Manzanares en la segunda corrida de feria
El de la Pueba bordó el toreo en el toro que abrió plaza
josé antonio rodríguez canal
Miércoles, 12 de agosto 2015, 21:58
Morante de la Puebla, Sebastián Castella y José María Manzanares triunfaron en la segunda corrida de la feria de Begoña celebrada en El Bibio. Tres cuartos largos de entrada en tarde nublada. Llovió brevemente durante la lidia del segundo toro. Se lidiaron cinco toros de Ganadería de Parladé y uno de Juan Pedro Domecq -corrido en segundo lugar-, justos de presencia y de fuerzas, de cómodas cabezas, que resultaron manejables y dieron buen juego en general. Al quinto se le dio la vuelta al ruedo. Morante de la Puebla, media estocada tendida (una oreja) y pinchazo y estocada baja (ovación). Sebastián Castella, estocada y descabello (ovación) y estocada y descabello (dos orejas, salió a hombros). José María Manzanares, estocada atravesada (una oreja) y pinchazo y estocada (petición de oreja).
El resumen de la tarde podría consistir en que Morante bordó el toreo, aunque solo fuera a ráfagas, tanto con el capote como con la muleta en su primer enemigo, y que Sebastián Castella, también lucido con el capote, hizo al quinto de la tarde una faena de muleta maciza y variada. De tono menor, en relación con sus compañeros de terna, cabría definir la actuación de José María Manzanares, que solo ofreció muy pocos detalles sueltos de la calidad de su tauromaquia reconocida.
Para el recuerdo quedan un par de verónicas de Morante al toro que abrió plaza, cuya muerte brindó a Castella. La faena empezó con ayudados por alto desde las rayas hasta el platillo y luego, ante un enemigo de flojedad evidente, se estiró el de la Puebla en algunos naturales que tuvieron excelencia y series aisladas de redondos largos y mandones, con ese duende que imprime a su labor el torero andaluz. Tuvo otro tono su tarea en el cuarto de la tarde, que se frenaba en los capotes y salió suelto del caballo. Después de un macheteo por bajo, Morante se estiró en dos tandas con la derecha y algún natural suelto, pero con abuso del pico de la muleta, medios pases, en fin, porque la mansedumbre del astado no facilitaba las cosas y justificó la actitud del diestro.
Castella, en su primero, blandito, estuvo voluntarioso, y porfión, pero sin alcanzar los niveles de calidad exigibles, porque remataba los pases lejos y faltaba ligazón en la tarea. La lluvia caída contribuyó a enfriar el ambiente que, sin embargo, se caldeó cuando el francés se hizo cargo del quinto de la tarde, llamado 'Cocaína' y colorado (dado el nombre cabría esperar que fuera ensabanao o albahío), un torete que pasó al último tercio sin picar, como quien dice, después de que Castella se hubiese lucido al lancearlo a la verónica y en el único quite, que fue por chicuelinas, visto en toda la tarde. El 'parladé' era un bombón y Castella hizo con él lo que quiso, que tuvo calidad, hondura, dominio y temple, después de que iniciara la faena con seis pases por alto seguidos sin enmendarse. También estuvo acertado con la espada.
De la labor de José María Manzanares en el tercero de la tarde el balance se redujo a una media verónica excelente y pases sueltos en la faena de muleta, muy desigual, porque con fases de innegable calidad se alternó el trasteo a media altura y hasta a favor de querencia en terreno de chiqueros. Mejoró el alicantino su aportación en el toro que cerró plaza, de comodísima cabeza, también blando y apenas picado, que permitió al diestro lucirse en los lances a la verónica y después, muleta en mano, en una faena, también con altibajos, pero fases asimismo de elevado nivel artístico, con temple y mando. Terminó con una estocada pero, como la petición no fue suficiente, no tocó pelo de nuevo y salió de la plaza a pie con Morante mientras a Castella lo llevaban a hombros.