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Gustavo Bueno, en una imagen de archivo.
El filósofo de las opiniones contundentes

El filósofo de las opiniones contundentes

Desarrolló teorías como el cierre categorial o el materialismo filosófico, pero participó en debates públicos de todo tipo

efe

Domingo, 7 de agosto 2016, 18:08

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La voz de Gustavo Bueno (Santo Domingo de la Calzada, 1925), el filósofo de las opiniones contundentes y polémicas y cuya figura se popularizó a través de su presencia en medios de comunicación y tertulias televisivas, se apagó hoy a los 91 años tras una vida dedicada a la enseñanza universitaria. Considerado el filósofo español más importante de las últimas décadas, Bueno desarrolló teorías como el cierre categorial o el materialismo filosófico, pero su vocación de no ceñirse a la 'torre de marfil' académica de su ámbito de conocimiento le llevó a intervenir en debates públicos de todo tipo durante décadas.

Autodefinido como ateo -"no es que Dios no exista, es que no puede existir", proclamaba-, Bueno nació en una familia de médicos, cursó estudios de Filosofía y Letras en las universidades de Zaragoza y de Madrid y obtuvo a los 24 años la cátedra de Filosofía en el Instituto Lucía Medrano de Salamanca, donde permaneció hasta que en 1960 obtuvo la cátedra de Filosofía e Historia de los Sistemas Filosóficos en la Universidad de Oviedo.

En la universidad de la capital asturiana, donde acabó convertido en una institución, desarrolló toda su trayectoria acompañado de amigos ilustres con el lingüista Emilio Alarcos y, al margen de por su obra filosófica, comenzó a ser conocido a partir de la década de los sesenta por su oposición al régimen franquista. Esta toma de postura le llevó a impartir charlas sobre Marx o Enegel en clubes culturales de las cuencas mineras utilizados como tapaderas del clandestino PCE, que llegó a ofrecerle un carné de honor, o a bajar a un pozo de carbón a dar una clase a los trabajadores sin renunciar a su atuendo de profesor.

A bolígrafo y en folios usados

No menos crítico se mostró después con la llegada de la democracia con afirmaciones como que la Constitución de 1978 "fue una cosa para salir del paso, hecha por gente que no sabía" o que la Transición no fue más que una continuación del Plan Marshall o su postura a favor de la salida de España de la OTAN en 1984. Bueno, que escribió hasta sus últimos días, siempre a bolígrafo y siempre en folios usados, protagonizó en esos años notables enfrentamientos con grupos como los que defendían la oficialidad del bable en Asturias -a los que llegó a calificar de "cantamañanas"-.

El pensador, que lamentaba que ninguna doctrina filosófica hubiera dado una respuesta adecuada a la pregunta de qué es la religión y que consideraba a España "el país más impío del mundo. Un país de impíos y de herejes escépticos", se mantuvo hasta 1998 en su cátedra universitaria de la que, también, salió con polémica.

El profesor de habla apresurada, abrigo, polo y pitillo en la boca, que nunca tenía prisa para acabar sus clases y que había llegado a Oviedo con fama de "rojo, ateo y hueso", fue relevado de su tarea docente en aplicación de un reglamento universitario que impedía a un profesor jubilado dar clases de manera oficial.

Bueno, que atribuyó esta medida a motivos ideológicos, cerró su presencia en la universidad con una clase desde las escalinatas de la Facultad de Filosofía en la que apeló ante cientos de estudiantes que se habían declarado en huelga al espíritu de Mayo del 68 y también evocó las huelgas mineras de 1962.

Redefinir el marxismo

En sus años posteriores, Bueno, que consideraba una de las misiones de la filosofía actual redefinir el marxismo, se mantuvo desde la Fundación que dirigía en el debate público de un país donde veía "más que envidia, imbecilidad", con opiniones contundentes sobre aspectos de la actualidad o mostrando su respaldo a las movilizaciones por la reconversión minera.

Así, planteó incorporar la pena de muerte a la Constitución tras el asesinato del concejal del PP Miguel Ángel Blanco -"a las ratas se las mata", advertía-; criticó a los políticos por "ignorantes" al no saber "qué es la educación"; afirmó que la fiesta de los toros es "un fenómeno religioso" o comparó la actual y "sagrada" cultura promovida desde las instituciones con "una danza de chimpancés".

"Yo no puedo respetar la opinión de alguien que me está diciendo que es Napoleón o que tiene relación directa con el Espíritu Santo; si alguien afirma como verdaderas proposiciones que son indemostrables, me está insultando", afirmaba Bueno, el filósofo que hoy murió en su casa llanisca al no poder soportar, según su hijo Álvaro, la pena de haber perdido hace dos días a su esposa, Carmen.

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