Ainhoa Arteta, sobre el escenario del Auditorio Príncipe Felipe, donde se reencontró con el público ovetense. FOTOS: ÁLEX PIÑA

Ainhoa Arteta y el regreso a la normalidad

La cantante tolosana y Oviedo Filarmonía, dirigida por Lucas Macías, abrieron la temporada de conciertos del Auditorio Príncipe Felipe

RAMÓN AVELLO

OVIEDO.

Viernes, 4 de septiembre 2020, 00:09

Sin los aplazamientos por la covid-19, la pasada primavera Ainhoa Arteta hubiese intervenido dos veces en el Festival de Zarzuela de Oviedo. Ayer, en un auditorio adaptado a las limitaciones sanitarias la soprano navarra volvió a una ciudad en la que tiene mando en plaza, para protagonizar el recital de los reencuentros: reencuentro de Oviedo Filarmonía con el Auditorio; del público con los conciertos en vivo; y de Ainhoa con una afición que la adora.

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Programa bajo el peso de la Zarzuela -preludio, intermedios y romanzas de Chueca, Guridi, Sorozábal, Soutullo y Vert y Pablo Luna-, al que se añadieron dos hermosas canciones argentinas, 'La rosa y el sauce', de Guastavino, y la popular 'Alfonsina y el mar', de Ariel Ramírez, y que se remató con dos brillantes propinas de zarzuela: 'Carceleras', de 'Las hijas del Zebedeo' de Chapi, y 'La tarántula', convertida en 'la covid' por la cantante, de la tempranica de Gerónimo Giménez.

Lucas Macías se dirigió inicialmente al público agradeciéndole su asistencia y señalando que «para los músicos de Oviedo Filarmonía este es un momento muy especial y todo un privilegio volver a tocar en el Auditorio». La orquesta, aunque algo más reducida, siempre estuvo muy equilibrada, correctamente empastada, muy brillante, especialmente en los metales, y delicada en matices.

Ainhoa Arteta es siempre muy cercana. Bromeó con algunas lagunas sobre la letra que tuvo en 'El tango de la Menegilda' y 'De España vengo' y mostró su simpatía y su don de gentes con los músicos y el público. De su recital destacamos 'Alfonsina y el mar', en la que más que cantar dijo el canto, por su buena dicción. En estas primeras canciones, llevaba un elegante vestido beige de seda de corte imperio y capellina de encaje. En la música de 'La Gran Vía' y 'La del manojo de rosas', lucía un vestido negro ceñido y mantón de Manila beige. Y en la parte final del concierto, todo pasión, se cambió a un vestido rojo fuego con mantón negro. Bajo el vestido, una voz exquisita, de un color bellísimo, muy bien entonada y pese a las dudas en algunas letras siempre vibrante, simpática y encantadora.

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