Amador se multiplica 20 años después de su adiós

Su hijo, Amador Rodríguez, está feliz de ver cómo este 2021 se suceden los homenajes. Porque a esa muestra en la galería ovetense se suma la presencia de una pieza, propiedad de Pablo Maojo, como obra invitada también durante el mes de junio en el Museo Evaristo Valle, un lugar especialmente querido por el escultor, cuyas cenizas están en el espacio de Somió en el que la escultura tiene un lugar muy especial en sus jardines. «La obra es un granito, una pieza importante dentro de su producción», señala el hijo del creador, que aún a día de hoy se sigue sorprendiendo con la obra de su padre. Aún siguen apareciendo piezas inéditas a sus ojos. Será en torno al 10 de junio, fecha del aniversario de su fallecimiento, cuando se vivan ambas celebraciones de la vida y obra del artista.

Criado en Cangas del Narcea, de joven se fue a Madrid, se convirtió en técnico del Ministerio de Hacienda y habitó dos universos distintos, el de las oficinas y el de los talleres. Aunque al principio su mirada estaba puesta en la pintura, llegó un momento en el que sus trazos comenzaron a engordar y a tomar cuerpo y la escultura llegó para quedarse. Pasó por diferentes etapas, absorbió las influencias de Ángel Ferrant, Henry Moore y Alexander Calder y muy especialmente de Jorge Oteiza y adquirió un nombre propio. Creció y comenzó a desmaterializar la materia, a componer sus particulares geometrías, a buscar la lírica en las matemáticas, a componer belleza que, a día de hoy, está en colecciones públicas y privadas. Desde el Reina Sofía, el Museo de Arte Moderno de Barcelona, el Museo de Bellas Artes de Bilbao, el de Arte Moderno de Sevilla, el de la Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, el Middelhim de Amberes o el Museo de Arte Contemporáneo de Finlandia. Y, por supuesto, en Asturias, en el Museo de Bellas Artes, que en 2014 recibió la donación de 18 de sus obras escultóricas y otras tres más en depósito y que contaba ya con piezas anteriores fruto de donaciones y adquisiciones, y el Evaristo Valle, que las conserva en interiores y las luce orgulloso en sus maravillosos y escultóricos jardines. Pero hay más: también el Museo Casa Natal de Jovellanos conserva obra del creador y será precisamente de las colecciones municipales de Gijón de donde salgan buena parte de las piezas que se mostrarán en la exposición que está organizando el Colegio de Arquitectos de Asturias. Tenía algo de arquitectónica su obra, de modo que el encaje y la mirada inédita sobre su trabajo prometen. Será presumiblemente en la primavera de 2021 cuando se inaugure la muestra en Oviedo.

Todo lo dicho sin olvidar que en verano, con obra del Museo de Bellas Artes y del Evaristo Valle, se organizará una exposición en As Quintas, en La Caridad. Será del 7 de agosto al 19 de septiembre.

Todo lo dicho este 2021, pero las miradas ya empiezan a fijarse en 2026, cuando se cumplirá el centenario de su nacimiento y la efemérides justifica algo más que una exposición antológica. Se piensa ya en la edición de un catálogo razonado de toda su obra, un ambicioso proyecto que requerirá esfuerzo y tiempo. Cinco años quedan para hacerlo realidad.