Carmen Maura: «Hemos de sentir como propio el dolor de los demás»

Ayer inició su gira por España en el Centro Niemeyer la obra de Guillem Clua 'La golondrina', con dirección de Josep María Mestres, siendo interpretada por Carmen Maura y Félix Gómez. En realidad, siguiendo una costumbre que acompaña al autor, el estreno de la misma levantó el telón hace algunos meses allende nuestras fronteras, con otro equipo, en el Cervantes Theatre de Londres. Y asimismo ha sido representada en fechas recientes sobre escenarios griegos, italianos y uruguayos. En nuestro país, antes de comenzar el recorrido que ha tenido al Niemeyer como punto de partida, se concedió un prólogo en el marco del Real Coliseo de Carlos III, en San Lorenzo del Escorial. Todo ello ha permitido que aunque hubiera la natural reserva para que no se filtraran informaciones previas a la puesta de largo de esta gira, hayan trascendido algunas críticas teatrales, existiendo un juicio unánime que la ha rodeado de elogios.

'La golondrina', que es asimismo una canción de cuna que posee un significado especial para los protagonistas, Amelia y Ramón, tiene su fuente de inspiración en el atentado terrorista asumido por el Estado Islámico, que en 2016 provocó cincuenta muertes en el bar Pulse, de Orlando (Estados Unidos), una discoteca gay, aspecto esencial de la función.

La concepción textual reúne a una estricta profesora de canto, a quien acude un joven con el falso pretexto de que desea perfeccionar su técnica vocal para intervenir en el funeral de su madre fallecida. La sucesión de lecciones melódicas se enhebra con el acercamiento humano de ambos y el descubrimiento de la frontera que los separa.

Sobrevuela el terror, no solo el que pudiera circunscribirse al atentado de Orlando, sino en cualesquiera de sus manifestaciones o ecos, París, Niza o Barcelona. Y alrededor, Guillem Clua teje una red de emociones que trasciende las simplificaciones al uso. Lo expresa el personaje de Carmen Maura: «Hemos de sentir como propio el dolor de los demás». En esa proclamación está el nervio poderoso de 'La golondrina', una sugerencia que podría traducirse, renovando categorías, por 'víctimas del mundo, uníos', en las antípodas del maniqueísmo de trinchera. De ese modo se logra traspasar las aduanas, impedir que el dolor sea devastador y elevar un canto de esperanza.

La arquitectura escénica es sencilla, un salón con un piano y una biblioteca. En el centro, un gran ventanal que deja ver nubes amenazantes, las tormentas y tormentos que rodean la vida.

Guillem Clua reparte en términos muy equilibrados las intervenciones de los dos protagonistas. Carmen Maura domina los registros de la madre de una de las víctimas del bar Pulse, aunque por momentos se antoja demasiado descriptiva. Félix Gómez desvela los secretos y emociones de su personaje con sentido de la medida.

Aplausos generosos y algunos bravos despidieron a los dos actores, que abarrotaron el Niemeyer.