Carlos Sobera, actor: «Yo, como todos los hombres, soy inmaduro hasta la médula»
El intérprete y presentador llega el viernes y el sábado, 18 y 19 de julio, al Teatro Jovellanos de Gijón con 'Inmaduros', una comedia sobre las relaciones sentimentales y de amistad
'Inmaduros' es el título de la comedia que el próximo fin de semana llega al Teatro Jovellanos de Gijón (viernes y sábado, 20. ... 30 horas). En ella, Carlos Sobera, rostro imprescinble de la televisión pero por encima de todo teatrero de toda la vida. Le acompañan en el escenario Elisa Matilla, Ángel Pardo, Lara Dibildos, Silvia Vacas y Arianna Aragón. Juan Vera y Daniel Cúparo firman un texto que dirige Juan Luis Iborra.
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–Defínase: ¿Madurito inmaduro? ¿Jovenzuelo bien maduro?
–Inmaduro bien maduro. Como todos los hombres, hasta que ponemos un pie o los dos bajo tierra, inmaduro hasta la médula.
–¿En esto de las relaciones inmaduros somos todos?
–La verdad es que hemos perdido bastante práctica en esto de las relaciones. Con la nueva era digital la gente ha perdido la capacidad de relacionarse cara a cara y muchas de las personas huyen de este tipo de relaciones, no les inspiran confianza, prefieren las redes. Yo creo que en algún momento tendremos que retornar a lo clásico porque es lo que nos garantiza el acierto.
–¿Qué ha aprendido usted de esta función?
–He aprendido cosas que ya había aprendido durante años en First Dates: que hay que entender muy bien la relación hombre-mujer y apreciar, y mucho, el valor de la amistad, porque los dos protagonistas tienen un problema enquistado desde hace años que les lleva a enfrentarse y, a través del revulsivo que supone la entrada de nuevas mujeres en sus vidas que les ponen en su sitio, comprenden cuál es su realidad, la transforman y la superan. Hay que poner en valor cosas tan importantes como lo auténtico y como el respeto tanto en el amor como en la amistad.
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–First Dates, esta obra... Es usted doctor honoris causa en la causa.
–Sí, van a tener que hacer una cátedra del amor y espero presentarme y ganarla. Confío en que no me pase como cuando era joven que lo estudiaba todo, lo vomitaba y luego me olvidaba. Ahora espero que me quede algo en la sesera.
–Es una comedia, pero hay poso.
–Esta obra retrata lo cotidiano de las relaciones entre parejas de una manera muy descarnada, en clave de comedia, la gente se lo pasa divinamente, pero no cabe duda de que pega un repaso a la actitud de muchos hombres que están anclados en el pasado con respecto a las mujeres, el matrimonio, la relación de pareja, la igualdad... Muchísima gente se reconoce o reconoce las situaciones porque las ha podido vivir de cerca. Y eso hace que sea más cómplice el espectador con el espectáculo y que le llegue más y mejor. Además, la comedia es un vehículo fenomenal para hacer una reflexión. Sin pretensiones, no queremos dar lecciones a nadie, pero sí da que pensar.
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–Un buen elenco le acompaña.
–Hemos hecho ya unas cuantas funciones juntos, sobre todo Elisa Matilla, Ángel Pardo, Silvia Vacas y Arianna Aragón. Lara Dibildos es la nueva en la compañía, pero tiene un bagaje y una trayectoria teatral muy intensa, y nos lo pasamos muy bien, porque también la función lo permite, porque el público nos devuelve con creces. Casi deberíamos pagar nosotros al público, porque es como ir al diván y recibir una sesión de terapia brutal por parte del espectador. Estamos muy en comunión, incluso les hacemos participar, les hacemos bailar un poquito. Yo con estos compañeros que me han tocado en gracia estoy aprendiendo todos los días. Son maestros auténticos.
–¿De qué parte disfruta usted más en el teatro? ¿Ensayos, funciones?
–Todo tiene su punto y yo disfruto todo, pero si tengo que elegir me quedo con estar sobre las tablas. La sensación es maravillosa. Esa magia del directo, donde todo puede pasar, cabe todo y no tienes garantía de nada... Y luego el contacto inmediato, directo con el público, que te da un feed back extraordinario. Eso no tiene parangón en ningún medio artístico.
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–¿Qué le pone de la tele y qué le pone del cine?
–Del cine me pone poco, porque es muy artificial. La tele se asemeja cada vez más al teatro. Lo bueno que tiene el teatro es que cuando se levanta el telón tú eres dueño y señor de la escena y de tu trabajo de principio a fin, no hay red. La tele se parece cada vez más en los directos porque tampoco suele haber red y la improvisación es necesaria, y en los grabados, como puede ser una ficción, se hacen con multicámaras y eso significa que la escena se plantea muy teatralmente. Eso el cine no te lo da: es plano, contraplano, general, empiezas a rodar por la mitad, continúas por el final, vas al principio, tienes un lío de emociones... Hay más artificio, más tecnología y más limitación en el trabajo actoral y es menos intensa la sensación que uno tiene.
–Es un hombre orquesta, seguro que tiene mil líos.
–Seguimos con la gira y estamos ya preparando un espectáculo para el próximo año que queremos estrenar en Mérida sobre un clásico de Plauto. Ahora en cuanto empiece el curso volvemos al First Dates a casar parejas, o a descasarlas, que nunca se sabe, y luego me toca Gran Hermano a partir de noviembre y Supervivientes a partir de marzo, con lo cual vamos a estar a tope. Y estoy con una película que se llama 'El ministro' que estamos a punto de rodarla a finales de agosto con Fernando Gil y Marta Torné, en la que yo hago un pequeño papel. Estamos con ese proyecto de cine para abrir nuevas vías de negocio y hacer algo más que teatro. Siempre estamos pensando en hacer cosas nuevas y pasarlo bien, que al final es de lo que se trata.
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–Le ronda la edad de jubilación, pero no parece que le tiente.
–Los actores tenemos difícil la jubilación. Nosotros morimos siempre con las botas puestas mientras nos aguante el físico y la cabeza, que son las dos grandes limitaciones del ser humano. Si tienes memoria para hacer teatro y capacidad de moverte aguantas hasta el último minuto.
–¿La tele alimenta el teatro? ¿En su caso es así?
–En el teatro como en otras expresiones artísticas hay mucha oferta y a la hora de elegir entre una y otra el hecho de que haya actores que el público conoce, sobre los que tiene referencia, ha visto, seguido e incluso les tiene cariño, importa. Luego tiene que haber más cosas: el título, la historia, pero ese primer vistazo ayuda.
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–¿Le gusta la vida en gira?
–Me encanta. Soy un viejo rockero. Nosotros decimos 'no estamos haciendo teatro, estamos haciendo una gira gastronómica'. Disfrutamos de cada restaurante, cada plaza, cada bar, cada teatro, cada clima. Nos lo pasamos tan bien que, lo que le decía, a veces pienso que deberíamos pagar nosotros.
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