La estación del Vasco resurge en Gijón a través de sus vestigios
El Museo del Ferrocarril alberga las viejas marquesinas y mamparas de la joya modernista de Oviedo que fue demolida en 1989 y marcó un punto de inflexión a la hora de entender la conservación del patrimonio industrial
Lo que era la antigua sala de espera de la estación del Norte de Gijón recibe los vestigios de otra estación, la del Vasco, una ... joya arquitectónica que no se salvó de la piqueta en 1989, en un momento en el que la forma en la que se entendía la conservación patrimonial era otra, un momento en el que solo la monumentalidad tenía valor y lo cotidiano y cercano se dejaba de lado. 'La estación del Vasco en Oviedo' es el título de la exposición que en la mañana de este viernes se inauguró en el Museo del Ferrocarril de Asturias, que ocupa la antigua estación de Gijón. En esa sala se obra el milagro que a buen seguro muchos de los que peinan canas podrán disfrutar: traspasar las hermosas puertas de la antigua cantina a la que se acudía a degustar los riquísimos suizos de Camilo de Blas o admirar las preciosas columnas de las marquesinas de aquella instalación ferroviaria que bautiza hoy a una zona de Oviedo y cuyo gentilicio apelativo proviene del Ferrocarril Vasco Asturiano.
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Es esta muestra fruto de un arduo trabajo de búsqueda que permitió hallar en almacenes de la antigua Feve esos elementos que ahora se exponen, junto a otros, como un precioso luminoso que anuncia un andén, y que se acompañan de paneles explicativos que sirven para mostrar lo que fue esa estación cuya memoria pervive. Y pervive porque su ausencia se hizo presencia mayúscula. Porque, como se encargó de explicar la historiadora Nuria Vila, marcó un antes y un después, abrió los ojos, dio valor a lo identitario, a los valores sentimentales. Si en 1989 «el patrimonio cotidiano y vivido no se consideraba suficiente», ahora sí. «Marcó la toma de conciencia en torno al patrimonio industrial», dijo ante la atenta mirada de José María Flores, que lleva años afanado en hallar esos elementos que ahora se muestran y que es quien comisaría la muestra. Se quiso empezar a contar la historia por el final, por la demolición y la polémica que generó para narrar después la peripecia de la propia estación.
Bromeaba Nuria Vila sobre si hay mayor unión entre dos ciudades que hacer que la antigua estación de una albergue la desaparecida estación de la otra. Aquí no hay rivalidad que valga. Y por eso la alcaldesa de Gijón, Carmen Moriyón, se vio acompañada en la inauguración por el concejal de Turismo de Oviedo, Alfredo García Quintana. Este último no tomó la palabra, que sí empleó Moriyón para definir la muestra como «una ventana al recuerdo» hacia esa «pérdida sonora de nuestro patrimonio». Habló la alcaldesa de la importancia de los museos como «vehículos del recuerdo que nos explican» y que sirven, como en este caso, para paliar las pérdidas. Elogió además el trabajo de los museos municipales para recuperar elementos fundamentales de nuestra historia, un empeño que han aplaudido y alentado todos los equipos de gobierno de la ciudad desde la llegada de la democracia.
El Vasco lejos de Oviedo revive y muestra algunas de sus singularidades. La estación a la que se accedía desde la calle Jovellanos organizaba sus instalaciones y servicios de forma escalonada. Su arquitectura ecléctica, con notables toques modernistas, acabó por condenarla a la desaparición. Pero no al olvido.
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