Exposición fotográfica en el Museo Barjola de Gijón
'Cuerpos rotos' que son arte y denunciaLa fotógrafa Rebeca Mayorga inaugura este viernes en el Barjola un viaje visual a través del trabajo de las mujeres y las dolorosas huellas que deja y no se reconocen
Es un trabajo en el que se alían el arte y el documento con mimo y exquisitez en lo puramente formal y en lo emocional. ... La belleza de la imagen se abre paso entre las heridas del esfuerzo desmedido y casi siempre mal pagado y ninguneado. 'Cuerpos rotos' es el título de la exposición de la fotógrafa gijonesa Rebeca Mayorga que este viernes llega al Museo Barjola de Gijón con el ánimo de mostrar la violencia laboral aplicada en cinco profesiones que ejercen de forma mayoritaria las mujeres y cuyas huellas, o más bien las enfermedades que acaban por provocar a largo plazo, no son reconocidas por las administraciones como secuelas claras y evidentes de ese trabajo.
Esa vulnerabilidad es la que asoma y se respira en las quince fotografías, infografías y un vídeo que forman la muestra, que se completa con otros paneles informativos para contar los dolores físicos y psicológicos de mariscadoras, aparadoras, trabajadoras sociosanitarias, camareras de piso y jornaleras. Dolores crónicos, estrés y depresión están en el día a día de quienes son además víctimas de la brecha salarial.



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Cierto es que esos 'Cuerpos rotos' tienen también la solvencia de un cuerpo colectivo unido, que busca en el conjunto la fuerza para seguir luchando. Todo eso se cuenta en la muestra que comisaría Vicky Cantos y que llama a quien mira a darse cuenta de que las mujeres están infravaloradas no solo en el trabajo, sino en los estudios de las enfermedades laborales que las acechan. «Durante años se ha invisibilizado a la mujer en el modus operandi de la investigación clínica y, en esas condiciones, parece obvio que los resultados obtenidos en dichos estudios deberían de haberse aplicado únicamente a hombres por ignorar su efecto sobre las mujeres», señala Rebeca Mayorga. Va más allá la fotógrafa: «Pese a todos los avances del feminismo en el ámbito científico, se siguen aprobando fármacos sin los correspondientes estudios de farmacocinética diferencial. Urge que se disponga de resultados segregados por sexo y que las agencias reguladoras también garanticen que la información específica por sexo esté disponible para prescriptores y pacientes, así como realizar estudios de vigilancia posteriores a la comercialización», asegura Mayorga. Ese tono atildado en la reflexión se torna popular, vehemente y clarividente a continuación: «Es increíble que todavía estemos ahí, que no se nos reconozca en la salud, que es lo más básico».
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