El puzle de la memoria reabre el Jovellanos
El teatro vuelve a levantar el telón el sábado próximo con el estreno de 'Memoria de la Nisal', de Adrián Conde, premio a la Producción Escénica
Es un drama. Sin contemplaciones y sin concesiones. Es una historia familiar que a todos apela, que se recrea en los secretos, que rescata olvidos. ... Es una historia de mujeres que se conforma como un puzle. Las piezas encajan. Toman estos días forma final y el sábado próximo romperán cabezas para desvelar el misterio. 'Memoria de la Nisal' encaró la semana que acaba la etapa preparatoria final en la sala de ensayos del Teatro Jovellanos antes de entrar la que empieza en el escenario y afrontar los ensayos generales, el paso final a tantos meses de estudio, de anhelo, de faena para contar su historia.
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La compañía de Adrián Conde se estrena por vez primera con el público adulto con esta dramaturgia que firma Ernesto Is y que codirige el cómico junto a Gemma de Luis, que es también actriz en ese elenco femenino que completan Paula Mata, Cristina Lorenzo y Bea Canteli. Ellas son Elisa, Ana, Coral y la Madre y son quienes son por sus recuerdos.
Ha sido un proceso largo, seis meses en los que han establecido una relación profunda como mujeres y como actrices. Un proceso duro pero feliz. «El texto nos enamoró a Adrián y a mí y a la hora del planteamiento escénico el texto te lleva a una idea y a partir de ahí comienza a sugerirse una escenografía, el estilo interpretativo», explica Gemma de Luis. Se responde en ese camino a la idea de «qué queremos contar» y el cómo se torna ideal cuando se cuenta con el respaldo económico del Premio Jovellanos a la Producción Escénica, con sus 21.000 euros, que permiten un planteamiento más libre de las cortapisas económicas que suelen acompañar las producciones teatrales que se hacen en Asturias. «Te permite trabajar con los mejores, con los que se de verdad te apetece», concluye De Luis.
Pero el pecunio es siempre baladí en comparación con ese absolutamente necesario enamoramiento del texto, que fue en este caso total. «Hay cosas que a veces creemos que están superadas, pero las maneras de contar a veces son importantes, y también la manera de hablar de la memoria, las relaciones familiares, cómo los secretos pueden destrozar o unir, aquí es muy bonito y muy duro cómo se cuenta», afirma Cristina Lorenzo. Paula Mata avanza algo más de un argumento que se adentra en cierta forma en los territorios del realismo mágico: «Nace un poco desde mi personaje, Coral, la hermana pequeña y soy la que hace de conexión con el mundo mágico de la historia, que me gusta mucho que esté contada desde el punto de vista de las mujeres», dice la actriz. Es para ella, además, un tema que le afecta de manera profunda, puesto que a su bisaabuelo lo mataron en la guerra. «A veces no se habla de las mujeres que se quedan ahí, cuando un bando gana siempre van a por las mujeres y las niñas y aquí se cuenta eso y me parece muy duro, muy bonito y muy real».
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Bea Canteli, por su parte, se muestra feliz de poder narrar una historia que han vivido tantas personas, que a todos apela desde diferentes perspectivas: «Habla de las familias, de las cosas que se ocultan por no hacer daño y por lo tanto afecta a todos y va más allá de la época en la que se sitúa». Ese carácter universal de la historia más allá de lo puramente concreto sostiene esa gran tragedia. Y eso significa un recorrido emocional muy potente que las cuatro actrices han emprendido juntas y con el apoyo también del dramaturgo, que ha seguido de cerca el proceso, y del propio Adrián Conde, que codirige con De Luis. «Es un texto que desde el minuto cero exige una concentración y una forma de interpretar muy específica», señala De Luis.
Habla de la infancia, de la suerte que implica nacer en una determinada familia o en un contexto histórico, lo que la hace más actual aún. «Hemos descubierto muchos temas implícitos en el texto, incluso el propio autor los ha encontrado, como violencias, formas de querer equivocadas, o cosas que consentimos a la familia por ser familia», cuenta De Luis.
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El texto, en todo caso, llegó cerrado y apenas ha sufrido modificaciones. Solo ajustes. «Es un lujo trabajar con ellas, me rejuvenecen», dice De Luis, que tuvo clarísimo quiénes compondrían ese fresco femenino. «Parece que se ha escrito el texto para Bea, Cristina y Paula y el resultado está por contrastar por el público pero el proceso ha sido muy difícil». No ha habido sufrimiento pese al drama narrado: «Yo siempre me lo paso bien incluso en la tragedia más tragediosa del universo, esa es la clave», afirma Cristina Lorenzo. «A mí me gusta mucho el cariño y el respeto con el que se está trabajando todo esto, hay mucha escucha en la dirección, se trabaja desde la confianza y eso ayuda muchísimo», añade Paula Mata.
Actuar es jugar. Y hay que dejar de lado el drama, pero en este caso siempre aparecen secretos familiares. En el caso de Paula, habló con sus tías, que se fueron de Asturias, y eso es una forma de nutrición personal. «Yo a diferencia de otros proyectos sí noto más cansancio, pero nuestro trabajo como actores es saber terminar y limpiar», concluye Canteli.
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Han trabajado sin límites, sin barreras, sin miedo a equivocarse y han jugado y siguen jugando con sus interpretaciones y con todo lo demás. «Para la escenografía partimos de la idea del puzle, lo que sucede es que el personaje de Ana pide explicaciones, quiere encontrar la verdad y llega un momento en que todo va a encajando y queríamos islas, diferentes espacios, como una realidad arrancada para que al salir la verdad a la luz todo encajara».
Hay más elementos claves. Empezando por la música, que es un personaje más. Compuesta específicamente para la obra por Fernando López Blanco, catedrático de Composición del Conservatorio, se adapta como un guante a la dramaturgia. «Es una composición contemporánea que te lleva a sitios que tienen que ver con los personajes y lo que pasa. Se nota mucho que él ha visto la obra y ha compuesto para ella», anota Paula Mata. Cada emoción se empasta musicalmente en un todo de hora y veinte minutos de duración con iluminación de Félix Garma.
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En marzo comenzaron los primeros contactos y luego ya comenzó el juego. Dirigir entre dos es complicado. No es fácil dar con la visión escénica y se ha logrado. Así lo advierten en estas vísperas de estreno. «Falta ultimar esas cositas, se va acercando la fecha y hay nervios, pero sobre todo hay ganas», concluye Bea Canteli.
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