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Semíramis González, directora de Laboral Centro de Arte: «Hay que romper con la idea de que hay que saber mucho para entender el arte»

La nueva gerente del equipamiento gijonés asume su cargo con la mirada puesta en crear tejido artístico y llegar «a un público diverso»

Inés Barea

Gijón

Jueves, 28 de agosto 2025, 01:58

Llega con las ganas de quien vuelve a casa y se embarca en un proyecto tan ilusionante como lo es asumir la dirección de un ... centro al que vio nacer. Semíramis González (Gijón, 1988) comienza esta semana una nueva etapa al frente de Laboral Centro de Arte donde ejercerá las labores de gerente y directora artística durante los próximos cinco años.

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–¿Cómo se enfrenta a este nuevo comienzo?

–Es un cambio muy ilusionante. Hay dos cosas que me invitaron a presentarme y a creer mucho en este proyecto: ser asturiana y de Gijón, y también mi memoria del propio centro. La primera exposición de arte contemporáneo que vi fue aquí en el año 2008, en mi segundo año de carrera. Y más allá de lo personal, este es un centro insignia del arte contemporáneo en Asturias, y las instituciones de fuera, cuando piensan en creación de vanguardia en Asturias, piensan en Laboral. Yo vengo con ese reto: tener la mirada puesta en que Laboral siga siendo lo que ha sido siempre, un referente en arte y creación.

–¿Cuáles son las diferencias que encuentra entre esa primera etapa y ahora?

–Laboral planteaba ya desde sus orígenes unas reflexiones sobre inteligencia artificial e intentaba conectar con la raíz asturiana que es la industria, en un momento en el que todo eso era algo súper incipiente. Han cambiado mucho las cosas, y en ese proceso se han ido encontrando los debates de la sociedad con los que Laboral desde las artes estaba planteando. Y hay que aprovechar ese punto de cercanía para hacer que el público venga. Siempre digo que no hace falta saber de arte para venir; estamos en la época con más información disponible en la web del museo, del centro de arte, del artista. Tenemos la información y lo que nos falta es romper con esa barrera. Y hay que romperla todos los días un poco.

–¿Qué ha encontrado al llegar?

–Un equipo con mucha experiencia y vocación. Las direcciones tienen que recoger eso para decir 'bueno, ahora podemos proponer este tema'. Gracias a todo lo que cada trabajador defiende en su territorio, el centro no ha dejado de funcionar en estos meses ni incluso en épocas más difíciles.

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–¿Cuál será su primer objetivo?

–Lo primero, que lo importante no sea yo. Lo importante no es lo que tú eres, sino lo que las obras quieren decir y lo que las actividades están generando. Y el objetivo para mí es que el centro sea un referente, que vengan directores de otros museos, que organicemos actividades, que acudan artistas de primera línea y vuelvan otros y hablen. Que vuelva a ser el foco que siempre fue con el espíritu con el que nació, más allá de mi figura y de la que venga después.

–Si mira al futuro, dentro de cinco años, ¿cómo le gustaría ver el centro?

–Cuando yo me vaya, que lo que quede sea que fue una buena etapa. Lo más interesante es que lo diga el equipo que trabaja aquí. Y también que el centro se quede situado en red con otros centros nacionales. Por otro lado, que la sociedad asturiana diga: 'Este centro nos ha incluido y ha hablado de lo que nosotros estamos hablando'. Hay una cosa que tengo muy clara en la programación: siempre tiene que haber algún artista asturiano. No solo aquí, sino conseguir que luego pueda itinerar en una coproducción con otro centro, por ejemplo. Lo interesante no es que los que somos de aquí sepamos lo que tenemos, sino que lo sepan también fuera. Eso es una obsesión que tengo, que esto sea un nodo que abra más puertas.

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–Y desde fuera, al terminar su etapa, ¿cómo le gustaría que se percibiera?

–A mí me gustaría que hubiera un público que no fuera solo el habitual, que por supuesto siempre es bienvenido, pero que hubiera un público diverso en todos los sentidos: de acceso y clase social, con diversidad también sexual, racial... es decir, que todas las capas que implican nuestras sociedades hubieran estado formando parte. Esto es muy idealista; al final llegamos a quienes llegamos. Pero si un artista que trabaja lo afro invita también a su comunidad y su comunidad también se siente invitada, eso hace que el centro crezca y que el interés por el arte crezca. La única manera de que el arte siga siendo importante es que la sociedad entienda que el arte le habla de las cosas que le importan.

–¿Y hay alguna clave para conseguirlo?

–Para eso es fundamental el departamento de Educación, que lleva haciendo una labor importantísima estos casi 20 años. Y romper la idea de que hay que saber mucho para entender el arte. Puedes ver una exposición y no gustarte, y es algo legítimo y es una experiencia estética también. Una forma de ir involucrando progresivamente a determinados grupos es que no sean solo invitados, sino que sean partícipes. Eso a mí me parece mucho más interesante casi que cualquier exposición. No os invitamos a una visita guiada, sino a que lo hagáis vosotros. Al final, esto es una institución pública, y en un momento de crisis de credibilidad en las instituciones públicas, es cuando los centros de arte tienen mayor capacidad para ser transformadores.

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–¿Hay algún modelo de institución inspirador para usted?

–El referente es el CA2M, el Centro de Arte Dos de Mayo. Ellos siempre cuentan que los adolescentes iban allí a cargar el móvil y buscaban los enchufes, y en cuanto lo cargaban se iban. Pusieron más enchufes y empezaron a implicarles en los proyectos de las exposiciones, y acabaron formando parte de los montajes. Eso es lo interesante. Pensar: ¿Cuál es nuestra sociedad? ¿Cuál es nuestro entorno? ¿A qué viene la gente aquí? Y, ¿cómo hacemos para que no solo se quede, sino que vuelva? Esos programas son los que me interesan.

–¿Lo ve aplicable en Asturias?

–Asturias tiene su idiosincrasia y sus necesidades, hay gente que además no ha estado muchas veces suficientemente reconocida y eso genera también muchos malestares que hay que tener en cuenta. En paralelo, de repente ahora es el sitio de moda, el refugio climático, entonces hay que jugar con el estar de moda y a la vez entender, cuidar y responder al contexto específico que lleva aquí mucho tiempo peleándolo.

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–¿Es un buen momento para el arte?

–Es un buen momento, y específicamente para Asturias. Hay un tejido que ya existía y que sigue existiendo y hay una respuesta institucional, y se nota. Los artistas van a seguir trabajando, pero cuando las administraciones están dispuestas a apoyar, eso hace que todo se consolide y crezca. Estamos en ese momento. y este centro tiene que ser el que apoye ese tejido y lo haga sostenible.

–¿Es ilusionante?

–Sí, lo es. Para mí es un gusto volver a casa con todo esto. E igual que tenemos esa cosa los asturianos de que allá donde vamos llevamos lo nuestro, vuelvo también con el espíritu de dejar aquí el resto, de intentar hacer esto mejor y que los artistas lo noten y sientan el apoyo.

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