Aula de Cultura de EL COMERCIO
El escritor y periodista de larga trayectoria, presenta este 15 de octubre en el Ateneo Jovellanos de Gijón su libro 'Cuando viajar era descubrir'
El periodista y escritor Fermín Bocos (Cantabria, 1949) estará mañana miércoles, 15 de octubre, a las 19 horas en el salón de actos del Antiguo Instituto presentando su último libro 'Cuando viajar era descubrir' (Almuzara), invitado por el Ateneo Jovellanos, en un acto realizado en colaboración con el Aula de Cultura de EL COMERCIO. Antes, su autor ha querido adelantarnos las claves de esta obra que reúne las vidas de una treintena de viajeros y viajeras, cada una de ellas tan fascinante como la mayor novela de aventuras, aunque las suyas hayan sido reales.
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Acerca de la declaración de principios que subraya el propio título, Bocos explica que «ahora mismo quien tiene recursos puede encargarle a una agencia que le lleve a no importa qué lugar del mundo, tenemos incluso la impresión de que ya lo hemos visto todo porque nos suena de la televisión , pero el viaje es otra cosa. Para el viajero, a diferencia de un turista, empieza en su preparación, intentando saber y conocer la historia del país o el lugar que va a visitar y si dispone de tiempo y de recursos, frente al turista que solo busca hacerse un selfie, puede prolongar la estancia, disfruta del viaje mucho antes de llegar y va enriqueciéndose a medida que va conociendo la situación a la que espera llegar». En ese sentido, desvela que estuvo a punto de llamarse 'El viaje más largo', un homenaje a su amigo, el recordado Manu Leguineche y su obra 'El viaje más corto'.
Esa demorada y consciente forma de avanzar por los caminos infinitos del mundo es la que siguieron los protagonistas elegidos por el escritor para recrear sus historias. En cuanto al criterio seguido para que fuesen ellos y no otros, asegura que «me dejé llevar por la fascinación de las hazañas de figuras dignas de ser etiquetadas como legendarias y hay también un punto de admiración, de imitación y también de nostalgia respecto a la atracción por lo desconocido que les hizo viajar». Es lo que tienen en común personajes como el naturalista y geógrafo Alexander von Humbold; Lady Esther Stanhope, la llamada 'Reina Blanca de Palmira', «una señora de rompe y rasga»; también la monja lucense Egeria, que peregrinó a Tierra Santa o más oriundos de nuestra península como Cabeza de Vaca o José de Rivas «el español que fundó la ciudad de Odessa», evoca el periodista y escritor.
Cuando se le plantea cuáles de ellos serían sus personajes favoritos, Bocos reconvierte la cuestión en quiénes le habría gustado ser y ahí tiene pocas dudas. «Me hubiese encantado vivir la vida de Heinrich Schliemann, el descubridor de Troya y ese momento poco después en Micenas, cuando excavando en la Puerta de los Leones se encuentra la máscara de Agamenón y le escribe al rey de Grecia: 'Majestad, hoy he visto el rostro de Agamenón'. O nuestro colega Henry Morton Stanley, había venido a España a cubrir las guerras carlistas y recibe un telegrama de su editor para que se presente en París. Allí le pregunta si cree que el doctor Livingstone está vivo y cuando Stanley responde que no lo sabe le dice: 'Aquí tiene mil libras y gaste lo que necesite en ir a averiguarlo'. Son momentos que cualquiera desearía haber vivido», afirma el autor de 'Cuando viajar era descubrir'.
Bocos, autor de obras tan fascinantes como 'Viaje a las puertas del infierno', en el que explora diversos puntos que podrían conectar perfectamente nuestro mundo con el de la oscuridad del averno, expone en relación al concepto de viaje de su nuevo libro que aún en la realidad actual es posible «un viaje interior y en este contexto todavía el universo aguarda al viajero capaz de llegar a los lugares y si la civilización no ha avanzado, si no hay una conurbación, porque una ciudad se ha levantado donde hubo un acontecimiento histórico, donde en otro momento hubo tal, el paisaje guarda todavía la memoria del pasado y el viajero es capaz de apreciarla en el tiempo».
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En cuanto a los motivos que lo impulsaron a escribir su obra señala, que «el haber viajado en una época en la que no existía Google Maps por medio mundo sin grandes recursos y aceptando las incomodidades del viaje es lo que me abocó a reconocer y admirar el mérito de tantos y tantos aventureros». Otro rasgo que comparten: «Su longevidad. La mayoría llegaron a octogenarios y nonagenarios. De manera que la zapatilla, anima y ayuda a vivir».
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