Belén Cuesta: «A veces los personajes te arrasan pero es bonito si puedes contar una historia»

-¿Cómo vive usted las vísperas de estreno?

-Mal. Pero dicen que es bueno. Tengo pesadillas, duermo mal, esa cosa de que sueñas que lo has hecho fatal y no te vas a acordar del texto... Es el vértigo de pasar de ensayar en una sala a que la gente lo vea por vez primera.

-¿Algún ritual?

-No. Pero sí necesito estar tranquila, con mi música, en mi camerino.

-¿Y qué pasa después? ¿Cómo se queda cuando baja el telón?

-Cansada. Lo hablaba con Manuela Paso, la función es bestial, todavía no estamos acostumbrados y te arrasa un poco. Así lo estamos viviendo. El ritual va a venir a posteriori, habrá que hacer algo para soltarlo, porque yo acabo muy cansada física y emocionalmente.

-Es un papel muy complejo.

-Sí. Es precioso y me encanta, la difruto muchísimo. El texto es brutal y creo que es maravilloso de verdad hacer este viaje. Hay veces que los personajes te arrasan, pero es bonito que pase si es para poder contar una historia.

-¿Hay que dejarse arrasar o hay que ponerle límites a los personajes?

-Hay una conexión entre yo, Belén, con el personaje, la historia y mis compañeros que la da el trabajo de todos. Y me parece una suerte que pase eso aunque sea cansado y doloroso.

-Es una obra oscura, misteriosa ¿y qué más?

-Tiene un punto de humor negro, el autor es muy inteligente y sabe hacerlo bien. Es una función muy crítica respecto a la literalidad con la que a veces se toma lo artístico.

-¿Sintió vértigo también al leer el texto y decir sí?

-Cuando David me mandó el texto y me propuso hacer el personaje, ya conocía el autor pero no esta obra. Cuando la leí sentí que era una cosa brutal y algo brutal te atrae y te asusta. Y es verdad que tener un texto así es complicadísimo y te produce ese vértigo, que también te lo dan las ganas, pero no lo dudé. El sí lo tuve clarísimo.

-¿El miedo les empuja?

-Sí. Son retos. Que deje ese pellizco y dolor de barriga es maravilloso.

-¿Cómo se metió en la piel de esta mujer?

-Hemos tenido suerte porque hemos tenido tiempo, y con tiempo siempre salen mejor las cosas. Empezamos Ricardo y yo trabajando la parte de la relación más personal de los hermanos en ensayos relajados, leyendo mucho el texto, analizando... Luego se hizo la parte de los policías también con calma. Ha sido todo a fuego lento. Y no sé si eso hace que sea mejor o no, pero sí que nosotros lo entendamos mejor. Dentro de lo difícil que es la obra, ha sido gustoso.

-¿El proceso creativo es lo más divertido?

-Claro. Es lo más interesante. Además, con David hay muchísima libertad y confianza para probar. Es ir descubriendo poco a poco.

-Supongo que nada que ver componer un personaje para el escenario que para la pantalla.

-En el proceso y la investigación, sí. Pero en el cine o la tele, tienes una escena dramática, la haces y ya ha quedado hecha, pero en el teatro vuelves a meterte en ese sitio constantemente, sigue uno aprendiendo, descubriendo. Es lo que me gusta de hacer teatro.

-¿Qué debates plantea la obra una vez que el público se va?

-Uno de los temas principales es el de la literalidad con la que hoy en día se toma el arte. Que un director como Tarantino haga películas violentas no significa que él sea violento. Y luego entra una cosa moral o ética, del bien y el mal, de la justicia por la mano de uno, de la violencia, de los traumas. La gente se va a ir posicionando, va a justificar o no según avance la función.

-Tercie en el debate: ¿Hay libertad creativa o estamos coartados por el miedo a meter la mata y que un tuit te destroce la vida?

-Sí hay libertad, pero también mucho miedo. La exposición es distinta en las redes sociales, hoy en día es todo tan inmediato que una crítica o una opinión sobre algo artístico puede afectar tanto que hay gente que actúa con miedo o prudencia.

-¿Usted no tiene tiene miedo?

-No. Es verdad que tampoco me interesan según qué altavoces, prefiero debatir en una tertulia. Pero no quiero aleccionar, hay gente que disfruta mucho de las redes y hay quienes le dan un uso positivo y otros, horroroso.

-¿Los artistas deben mojarse, opinar?

-No creo que sea obligado. Uno debe manifestar su opinión si considera que debe manifestar su opinión. Quien lo necesite que lo haga.

-¿Le cambió la vida el Goya?

-Me ha cambiado más la decoración de mi casa. Me hizo muy feliz, lógicamente, y lo valoro muchísimo.

-Tele, cine y teatro. No le falta nada.

-Como actriz me interesa probar medios y géneros diferentes e investigar. Me siento muy afortunada.

-¿En dónde la veremos?

-Hemos terminado 'La casa de papel' hace nada. Y en el teatro.

-El teatro y la tele no han salido muy mal parados de la pandemia. ¿El cine?

-Se han parado muchísimos rodajes. Levantar un película ha sido dificilísimo y no se ha estrenado tanto. En la cartelera se ha notado, pero también las salas están queriendo reinventarse. Hay que intentar sobrevivir siempre. Ojalá la gente quiera volver al cine y vuelva, igual que al teatro, me parece que es sanador.