David Trueba: «Siempre he odiado la pureza»
M. F. ANTUÑA
gijón.
Martes, 7 de julio 2020, 00:08
Empecemos por el final. La charla que David Trueba ofreció ayer en la Semana Negra tuvo dedicatoria. Tras los aplausos, el escritor y cineasta, se arrancó a silbar. ¿Qué podía ser? Los acordes de 'El feo, el bueno y el malo'. Fue la guinda a una conversación guiada por Beatriz Rato y Ángel de la Calle en la que demostró que, quizá porque estudió Periodismo, es un fabricante nato de titulares. Allá van unos cuantos a bocajarro: «El cine es el único remedio que tiene el hombre contra la muerte»; «Voy camino de hundir mi carrera»; «Solo se puede llegar a joven si se es adulto»; «No podemos ser ecologistas porque somos contaminadores y depredadores»; «La hermosura del ser humano está en que es imperfecto, corrupto, pecador»; «Te conviertes en adulto en ese momento en el que descubres, para tu sorpresa y pasmo, que tus padres han sido jóvenes»; «La manera de conseguir un margen de libertad es disimulando, no declarando tus intenciones»... Como se ve, habló de todo un poco el creador madrileño en la charla organizada en colaboración con el Aula de Cultura de EL COMERCIO, en el patio del Centro de Cultura Antiguo Instituto. Pero todo comenzó con la literatura, con 'La tiranía sin tiranos' que se convirtió en lectura obligatoria para alumnos de Bachillerato y que busca encontrar esa responsabilidad individual de cada uno para que la tiranía siga ahí. Es una reflexión que no viene mal porque además basta con mirar al mundo: «Hay personas que utilizan la democracia para dotarse de más esclavitud». Y ahí están Rusia, Estados Unidos o Brasil para demostrarlo.
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Pero esta reflexión no debe ser patrimonio exclusivo de los jóvenes, por varias razones. La primera porque Trueba no cree en los géneros ni en ese tipo de limitaciones que a veces coartan la literatura y porque ser joven es una actitud que exige de tres valores: «Curiosidad, vitalidad y entusiasmo». Es, pues, una etiqueta. Por eso no quiere la de literatura juvenil para su novela 'El río baja sucio', que él mismo le puso con el ánimo de disimular con la editorial para zafarse de las siempre tediosas tareas de promoción. Va de dos chavales de 14 años en unas vacaciones en la sierra madrileña, va de hacerse mayores, va «de darte cuenta de que de tus decisiones va a depender tu futuro». Y va de muchas cosas más. El propio título encierra una metáfora. «Yo siempre he odiado la pureza, la hermosura del ser humano está en que es imperfecto y nunca va a lograr ser honesto del todo, pero en determinados momentos logra serlo y logra crear belleza y hacer feliz a alguien». Hay pues, que asumir, que el río baja sucio. «Lo que tenemos que pedir son mínimos, de decencia, de compañerismo, de bondad, las máximas son delirios, hay que aprender que hay que nadar en un río lleno de miseria y que hay que procurar no contribuir a ensuciarlo más».
Y hablando de ríos, lo hace también de ecologistas, de la propia contradicción humana de declararse tal en contra de la propia naturaleza depredadora que nos impulsa. Hay que encontrar nuestro lugar en la naturaleza -apunta David Trueba- pero sin olvidar quién manda: ella. Que nos envía terremotos, lluvias y «gripes desmesuradas». «Si el ser humano se olvida de eso es que es un imbécil».
Él, que nunca ha tenido un jefe ni aspiraciones de hacerse rico, que prefiere el tiempo al dinero, que ha ido viendo pasar los años viviendo de hacer lo que le gusta, sigue en esa batalla en la literatura y en el cine, solo, escribiendo, siendo feliz e infeliz en la misma proporción. «Cuando acaba el año fiscal, pienso 'otro año que he vivido sin tener que ponerme a sueldo del mal». No había un plan, fue surgiendo, fue caminando, con el ánimo de poder mirar atrás y no tener que decirse a sí mismo eso de «esto no es lo que quería». Encontró de nuevo en el disimulo, en «trabajar sin que se note», la mejor de la soluciones. Un día su hijo pequeño le preguntó si ese trabajo solitario le merecía la pena. La respuesta fue sí.
Pronto estrenará 'A este lado del mundo' -iba a proyectarse en el Festival de Málaga y se aplazó por la pandemia- este cineasta que rechaza las maneras de estar en la industria: «Hoy se hacen películas para ver si te llaman para hacer 'Parque Jurásico 7', pero yo pienso 'qué pereza, a mí lo que me apetece es hacer una película de dos personajes'».
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Sostiene Trueba que «el director no es más que el primer espectador». Lo explicaba al recordar la grabación de 'La silla de Fernando', que hizo junto a Luis Alegre y que reproduce charlas con el gran Fernán Gómez. Fueron 40 espectadores los que ayer escucharon sus palabras y aplaudieron lo afinado de su silbido. Hoy continuará en la Semana Negra y se reunirá con estudiantes de Bachillerato. Esos mismos a los que ya les ha dejado claro su rechazo a que sus libros sean lecturas obligatorias. Porque la literatura no puede ser obligatoria, sino libre. Pero sí era obligatorio para el Aula de Cultura de EL COMERCIO estar de nuevo en la Semana Negra. Y este año pandémico y raro, más que nunca. Así lo expresó María de Álvaro, su coordinadora.
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