Elegía a la juventud que se va para no volver
La emotiva y aplaudida representación de 'La Bohème', de Puccini, en la versión escénica de Emilio Sagi, reverdece en el Teatro Campoamor
RAMÓN AVELLO
OVIEDO.
Sábado, 13 de noviembre 2021, 02:37
Por encima de un libreto melodramático, y una música maravillosa sobrevuela en 'La Bohème' la terrible trilogía del amor, la muerte y la pérdida ... de la juventud. Se podría pensar que en el ataúd que espera a Mimí tras el cuarto acto, también se entierran la juventud de Rodolfo, Musetta, Marcello y demás amigos. Esa melancolía sugerida por el naufragio de la juventud es uno de los encantos de esta vieja y siempre renovada versión escénica de Emilio Sagi. La hemos visto en el Campoamor, en los años 2000, 2008 y 2016 y madura con cierta nostalgia y buen gusto, sin caer en lo cursi o lo excesivamente sentimental, tal como hemos percibido ayer en la 'première' de la ópera que más veces se ha representado en el Campoamor.
Lleno absoluto para ver una de esas obras que crea afición: las entradas estaban todas vendidas. También acudió al estreno el presidente del Principado, Adrián Barbón, que ocupó lugar en el palco junto al alcalde de Oviedo, Alfredo Canteli, y otras autoridades. El regidor ovetense pidió la ayuda de los gobiernos regional y nacional «para que la calidad de la Ópera de Oviedo sea reconocida y poder consolidarla como una temporada de referencia en España». Barbón, por su parte, comprometió su apoyo «en la medida de nuestras posibilidades» y recordó que este se concretará «en hechos», en referencia al anuncio de la consejera Berta Piñán de que, en los presupuestos regionales para 2022, habrá una partida específica para la institución. «El que viene es un año muy importante, con la celebración del 75 aniversario», recordó el presidente antes de que se alzase el telón y empezase la música.
Emilio Sagi traslada la acción original del libreto desde mediados del XIX a los años sesenta del pasado siglo. Este acercamiento temporal se apoya en los excelentes decorados del escenógrafo ovetense, fallecido en el 2003, Julio Galán, que respeta con fidelidad y cierta poesía los lugares y espacios originales del libreto. La buhardilla en el primer acto; la plaza del barrio latino en el segundo; la 'Barrière d'Enfer', aduana situada a la entrada de París, en el tercero, y de nuevo la buhardilla en el último. El segundo acto, escpecialmente, es un prodigio de meticulosidad, al introducir en escena de manera natural un coro infantil, el adulto, una banda de trompetas... sin perder la acción argumental. Hay algunos simbolismos en Sagi, por ejemplo en la última escena, cuando el filósofo Colline arranca las fotografías de la pared tras enterarse de la muerte de Mimí: es como una ruptura con el pasado. El público, algo poco frecuente, aplaudió al inicio de este acto la escenografía, que aunque ya conocida, siempre resulta sorpredente.
El director de orquesta Corrado Rovaris es un veterano de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA), a la que ha llevado más veces desde el foso que en el escenario. Parte del éxito de esta 'Bohème' descansa precisamente en la atinada versión musical de Rovaris. Búsqueda de matices, unidad continua en cada acto, intencionalidad en los 'leitmotiv' y un exquisito cuidado en la conjunción de la orquesta con las voces.
El coro desempeña un papel importante en el segundo acto. Especialmente fue muy aplaudido el coro infantil Escuela de Música Divertimento, que se mueven con mucha naturalidad en la escena. El coro Intermezzo, siempre bien afinado y con un empaste sobresaliente.
Vocalmente hay quedestacar el equilibrio de todos los intérpretes. Fue una 'Bohème' de conjunto, en la que también sobresalieron las individualidades. Vamos a citar algunas. Se ha dicho que Puccini estaba profundamente enamorado de Mimí. La relevancia y la delicadeza de este personaje lo demuestran. La soprano Simona Mihai interpretó una Mimí delicada, muy aplaudida ya en su primer aria, 'Si. Mi chiamano Mimí', cantado con un lirismo expansivo, facilidad en los agudos y un timbre simpre cálido.
El tenor Alessandro Scotto di Luzio, debutante también en el Campoamor, sustituyó a Antonio Corianò, que tuvo que dejar, por indisposición, los ensayos la pasada semana. Scotto di Luzio es un tenor muy joven y canta con potencia, lirismo exquisito y expresividad. En la primer aria, 'Che gelida manina', se le notó un poco agarrotado al principio, lo que hizo que a la hora de coronar en el Si bemol agudo, 'rozó' ligeramente. Esto no empaña para nada una actuación que se fue acrecentando a lo largo de la representación.
Elena Sancho Pereg fue una Musette de gran atractivo dramático, físico y musical. Su aria estelar, que da pie a toda una larga escena del segundo acto, fue 'Quando me'n vò soletta per la via', la cantó con un atractivo arrebatador y pizpireto. Su voz es de una soprano ligera, pero con cierta densidad y fuerza. Javier Franco, por su parte, es un barítono bien conocido en Oviedo. Su papel de Marcello, el pintor bohemio enamorado de Musetta vuelve a reforzar el buen momento de este cantante. Resultó especialmente atractivo en los concertantes, ayudando siempre al desarrollo de la acción. De entre los otros 'bohemios', fue muy aplaudido David Lagares, como Colline, en su aria 'Veccia zimarra'. Canto también con exquisita corrección y potencia el asturiano David Menéndez, en el papel Schaunard.
El público aplaudió muchísimo, y lo aplaudió todo, contribuyendo a una representación muy emotiva, de una delicada sensibilidad. Como hemos dicho más arriba, esta 'Bohème' es de las que crea afición.
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