Paleoantropólogo y codirector de Atapuerca
Juan Luis Arsuaga: «Las preguntas que nos hacemos los científicos son las que antes contestaban las religiones»El Premio Príncipe de Asturias ofreció ayer una conferencia sobre las lecciones del pasado que podemos aplicar al presente
Poco se puede decir a estas alturas de una carrera como la de Juan Luis Arsuaga (Madrid, 1954), catedrático en Paleontología, codirector de Atapuerca, ... director científico del Museo de la Evolución Humana de Burgos y Premio Príncipe de Asturias en 1997 de Investigación Científica y Técnica junto al equipo investigador del yacimiento en el que ha desarrollado su carrera. Excelente comunicador y divulgador, cuenta además en su haber con varios libros publicados en los que habla de la vida, la muerte y la conciencia 'contada por un sapiens a un neandertal'. Ayer participó en uno de los 'coffee&break' organizados por CaixaBank en Oviedo, un evento dirigido a profesionales donde repasó algunas de las lecciones del pasado que se pueden aplicar al presente.
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–¿Qué es lo más importante que pueden enseñarnos nuestros antepasados?
–Nosotros pertenecemos al pasado, que es cuando nos convertimos en lo que somos. El pasado nos sirve para entender nuestra naturaleza y quiénes somos. Nos proporciona una memoria, nos permite reconocernos a nosotros mismos. Ahora hemos perdido incluso la perspectiva de que somos una especie animal, unos mamíferos, unos primates. Recordar todo eso nos sirve para entendernos.
–¿Qué rasgo humano moderno cree que sorprendería más a nuestros ascendentes más antiguos?
–El fanatismo, sin duda. El fanatismo es exclusivamente humano. Los animales no tienen bandera. Y le doy un buen ejemplo de lo que estoy diciendo: se suele decir que hay que superar comportamientos animales cuando nos estamos refiriendo a la violencia o la guerra, pero la guerra viene del fanatismo y del tribalismo y eso no es algo animal, es humano.
–¿Hay alguna explicación evolutiva de cómo hemos llegado a este comportamiento?
–Somos una especie que construye identidades simbólicas basadas en símbolos, creencias, lenguas, religiones, mitos, etcétera. Eso es lo que nos hace excluyentes y tribales y, por lo tanto, lo que produce conflictos.
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–Habla a menudo de la cooperación y la cultura como motores de la evolución. ¿Qué peso han tenido frente a la biología?
–En el ser humano, la biología y la cultura han coevolucionado, han evolucionado juntos y no se puede entender la una sin la otra. Tenemos un pasado sin cultura en el que éramos una especie de humano cualquiera –muy inteligente, eso sí–, pero en el momento en que aparece la cultura ya no se entiende al ser humano sin ella; estaría incompleto.
–¿Estamos todavía evolucionando o la tecnología ha tomado el relevo de la cultura y de la biología?
–Precisamente la tecnología, en nuestra evolución, ha sido la que nos ha permitido adaptarnos. Las especies se adaptan biológicamente, pero nosotros nos adaptamos tecnológicamente. La tecnología es la que nos ha llevado por todo el mundo.
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–Háblenos de su trabajo en Atapuerca. ¿Hay algún hallazgo que le haya generado más preguntas que respuestas?
–Prácticamente todos, porque la ciencia no existe sin hacerse preguntas y, por lo general, las novedades, los avances o los grandes cambios en los paradigmas científicos vienen porque a alguien se le ocurre una pregunta nueva. Cada descubrimiento a donde nos lleva es a poder formular nuevas preguntas.
–¿Y cuáles se hace usted que todavía no tengan respuesta?
–Muchísimas. Gran parte de las cosas aún no las conocemos. Por ejemplo, preguntas en cuanto al origen y los primeros momentos de la evolución humana. ¿Qué fue lo primero en nuestra evolución? Esa es una pregunta que todavía no está contestada.
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–¿Qué secretos ha desvelado Atapuerca que nunca hubiera imaginado?
–Para empezar, una presencia humana muy antigua en el continente europeo, que pensábamos que era mucho más reciente. Y en segundo lugar, muchas cuestiones acerca de la biología, de la conducta y de la organización social.
–Sus libros han llevado la paleoantropología a un público muy amplio. ¿Cómo se divulga un tema tan complejo sin perder rigor?
–Simplemente haciendo preguntas. Un libro de ciencia no tiene por qué perder rigor, porque las preguntas que hacen los científicos, por lo general, son muy simples. ¿Por qué suceden los terremotos? Es una pregunta muy sencilla. La mayor parte de las preguntas que nos hacemos los científicos son preguntas que antes contestaban las religiones, o sea que son preguntas muy simples. ¿Por qué duele el parto? No es difícil formular esas preguntas.
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–El norte de España, especialmente la zona de Cantabria y Asturias, tiene una gran cantidad de yacimientos arqueológicos. ¿Qué es lo que hace especial a esta región?
–Que tiene un poblamiento muy antiguo, que hay muchas cuevas y que en esas cuevas se conservan n muy bien los restos, las evidencias de la evolución humana. Sobre todo porque era un ecosistema rico, porque la península ibérica, durante las glaciaciones, era el lugar donde se podía vivir, mientras que otras partes de Europa estaban cubiertas por el hielo. Había presencia humana antigua, en parte por razones ecológicas y climáticas, y se ha conservado muy bien. Y no hay que olvidar tampoco que tenemos una larga tradición de investigación en prehistoria y eso ha dado sus frutos desde el primer momento.
–Si tuviera que contar la historia de la humanidad con un solo hallazgo, ¿cuál elegiría?
–Pues es una buena pregunta. Elegiría, por ejemplo, el niño de Taung, el descubrimiento del primer Australopithecus, porque son los antepasados más primitivos que tenemos y supuso una gran revolución.
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