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Andrés Ortega, Premio de Ensayo Jovellanos, durante su discurso. En la mesa, Vanesa Pérez-Sauquillo, premio de Poesía; Pelayo García, director de Ediciones Nobel; Jorge Palacios, concejal de Relaciones Institucionales, y José Luis García Delgado, presidente del jurado del Premio de Ensayo. Jesús Manuel Pardo

El reconocimiento «a quienes con su obra enriquecen la sociedad»

Los premios de Ensayo y de Poesía Jovellanos se entregaron a sus respectivos ganadores, Andrés Ortega y Vanesa Pérez-Sauquillo

Inés Barea

Gijón

Jueves, 18 de septiembre 2025, 22:52

Son la forma de reconocer «a quienes con su obra enriquecen la sociedad», expresó Pelayo García, el director de Ediciones Nobel, al describir los premios ... que se entregaban ayer en el Museo Casa Natal de Jovellanos: el Internacional de Ensayo Jovellanos a Andrés Ortega, por su obra 'Soledad sin solitud', y el mismo galardón, en la categoría de Poesía, a Vanesa Pérez-Sauquillo.

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Se concedieron a dos escritores de dilatada carrera que con este suman un nuevo reconocimiento a sus fructíferas trayectorias. Andrés Ortega (Madrid, 1954), nieto de José Ortega y Gasset, ha sido uno de los primeros en reflexionar acerca del impacto que las nuevas tecnologías tienen en nuestra manera de relacionarnos. La tesis del ensayo que le mereció este premio, de hecho, pone en el centro la soledad que el abuso de las redes sociales puede producir. «Estamos viviendo un aumento de soledad no buscada, que es un fenómeno muy del siglo XXI y que se debe en buena parte al tipo de sociedad que hemos creado: con más anonimato en las grandes ciudades y con nuevas tecnologías de absorción de nuestra atención», explicó. «No digo que todo esto sea negativo; las redes permiten mantener unas relaciones que no habíamos tenido antes. Pero los mismos fenómenos que nos llevan a más soledad, son los que nos impiden la solitud». La solución no pasa por medidas burocráticas ni por medicalizar la soledad, pero «hay que fomentar la proximidad con la gente y el arte de la conversación», zanjó. En cuanto a la solitud, un tipo de soledad buscada y «esencial», señala que algunos países ya están comenzando a inculcar a los más pequeños prácticas de meditación que ayudan a lograr eso tan importante que es «retirarse en uno mismo». Pero sin exagerar, alerta, «porque eso nos conduciría a una sociedad de egoístas, y hay que educar en la generosidad y el interés por el ajeno».

Vanesa Pérez-Sauquillo recibió el Premio de Poesía de manos de Ana de la Calle. Jesús Manuel Pardo

Vanesa Pérez-Sauquillo (Madrid, 1978), por su parte, cuenta con una amplia experiencia en la escritura de literatura infantil, poesía y traducción. En la obra 'Poema por escribir' explora la relación entre quien escribe y quien lee: «La teoría es que, conforme lo voy escribiendo, va siendo menos mío y más del lector», comparte. «Los poemas muchas veces se construyen en los blancos, en los espacios entre versos, porque es ahí donde ponemos nuestro bagaje, nuestra cultura literaria y lo que sentimos». Se confiesa azotada por «huracanes» que le llegan cada cierto tiempo, «porque la poesía viene a mí con mucha fuerza cada ciertos periodos» que combina con la pausa de la prosa, en su mayoría infantil. Pero gracias a «ese fulgor del que hablaba Dante, que te deslumbra y no puedes dejar de prestarle toda la atención», podemos disfrutar de joyas como la que se celebraba ayer en el Museo Casa Natal.

Durante el acto de entrega hubo también un momento para recordar a Xuan Bello, que fue en varias ocasiones jurado del Premio de Poesía: «Año tras año nos emocionaba en este acto con su manera única de desvelar el alma de los poemas», recordó con cariño Pelayo García. «Y era, sobre todo, una buena persona. Quizás el elogio más alto que se puede dedicar a alguien», concluyó.

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