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Juan Noval-Moro, John Lundgren, Maria Katzarava y Diego Torre, en su representación de la 'Comedia del Arte'. FOTOS: ÓPERA DE OVIEDO

Melodrama y ópera por partida doble

El público acoge con calor 'Pagliacci' y con más tibieza 'Una tragedia florentina' en el Campoamor

RAMÓN AVELLO

OVIEDO.

Lunes, 16 de diciembre 2019, 00:43

En el prólogo de 'Pagliacci', escuchamos al payaso Tonio cantar: «Lo que vamos a ver no es una ficción, sino un retazo de vida escrito con lágrimas de verdad». El escenario no es el lugar donde se actúa, sino el mundo real en el que se vive. Estas palabras de Tonio hubiesen podido inspirar las representaciones de las dos obras escenificadas ayer en el Teatro Campoamor, dentro de la 72 Temporada de Ópera de Oviedo. Sobre las tablas del coliseo, un doble programa unido por el mismo espacio escénico: 'Pagliacci', del compositor Leoncavallo, del que se conmemora el centenario de su muerte, y el estreno en Asturias de 'Una tragedia florentina', de Alexander von Zemlinsky, compositor vienés de entreguerras.

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En 'Pagliacci', una compañía de teatro itinerante llega a un pueblo de Calabria para representar la 'Comedia del Arte', teatro popular italiano protagonizado por Colombina, Pierrot, Tadeo y Arlequín. Bajo la máscara teatral, laten las pasiones devastadoras que llevarán a la tragedia.

El público que anoche asistió a la función. A. P.

Esta ópera, emparejada hasta ayer a 'Cavalleria rusticana', de Mascagni, se representó anteriormente en cinco temporadas de la Ópera de Oviedo. 'Una tragedia florentina', inspirada en un drama de Oscar Wilde, es más bien una comedia cínica y decadente en torno a tres personajes del siglo XVI. Un noble, Bardi, ligado a la historia de la música como fundador de la Camerata Fiorentina, germen del nacimiento de la ópera, un mercader, Simone, y su mujer Bianca.

El público, anoche, aplaudió calurosamente 'Pagliacci' en las intervenciones de prácticamente todos los cantantes, pero estuvo más frío en la obra de Zemlinsky.

No es la primera vez que el Campoamor es continente y contenido de la escena por la que se identifica, en un teatro dentro del teatro, el público de la ficción y el espectador real. Hace años, en la temporada de zarzuela de Oviedo, la última escena del 'El dúo de la africana', de Fernández Caballero, se desarrollaba en el propio coliseo.

Los protagonistas, durante el primer acto de 'Pagliacci'.

Algo similar, pero con mayor carga simbólica y que une las dos obras, lo hemos visto en esta nueva producción de la Ópera de Oviedo de los dos títulos de la función de ayer. El director de escena Guy Joosten, apoyado por el diseñador de escenografía y vestuario Ramón Ivars, traslada a la escena el patio y los palcos del Campoamor, cerrando el escenario en un círculo, a la manera de los antiguos patios de comedias.

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También los cantantes utilizaron -especialmente, en 'Pagliacci'- el patio de butacas, provocando una sensación envolvente que acercó la escena al espectador. Aunque en 'Una tragedia florentina' no hubo un vestuario diferenciado para lo obra, lo que también pudo influir en esa frialdad antes aludida.

Las dos obras se enmarcan en estilos musicales diferentes, aunque poseen una densidad orquestal común. La Orquesta del Principado de Asturias (OSPA), bajo la dirección de Will Humburg, recrea con acierto la dos partituras. Y, especialmente, la obra de Zemlinsky.

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Uno de los pasajes de 'Una tragedia florentina'.

Es la orquesta la que va señalando las diferentes secciones al hilo de la escena, indicando la presentación, los personajes, interpretando una escena de amor, subrayando el duelo y el sorprendente final. La orquesta recuerda mucho, por su cromatismo, a Strauss.

El Coro de la Ópera de Oviedo desempeña un importante papel en 'Pagliacci', unido a los niños de la escuela de música Divertimento. Buena afinación y, al representar al público, salvo en un pasaje de 'Pagliacci', es un coro estático.

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De los intérpretes de 'Pagliacci' destacamos en primer lugar a Diego Torre, tenor mexicano que ayer debutó en el Campoamor, interpretó un Tonio entregado, pasional y con garra dramática. En el aria 'Vesti la giubba' estuvo magistral en su hondura expresiva y poder vocal de tenor dramático.

John Lundgren es un barítono de voz consistente en el registro medio, forzado en el agudo, y un gran actor. Gustó mucho el prólogo de 'Pagliacci' y llevó siempre la voz cantante con inusitada vitalidad en 'Una tragedia florentina'.

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A María Katzavara la escuchamos hace años en 'El duque de Alba' de Donizetti. La soprano mexicana posee un registro medio apropiado. Estuvo brillante en la 'balatella' inicial, sensual en la obra de Zemlinsky.

De los otros personajes, Isaac Galán fue un Silvio de voz de barítono limpia, pero con una fuerza discreta, mientras que el asturiano Juan Noval-Moro, como Beppe, además de moverse muy bien en escena, cantó con seguridad en los agudos y con belleza tímbrica su 'Serenata de Arlequín', muy aplaudida por los espectadores.

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Las dos obras que ayer vimos en el Campoamor, aunque pertenecen a un periodo cronológico relativamente cercano, son muy distuntas. En ese sentido, ponerlas juntas a algunos les pareció un atractivo contraste, pero seguro que otros muchos hubiesen preferido 'Cavalleria rusticana'.

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