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El colorido escenario del Campoamor durante la representación anoche de 'La Gran Vía'. MARIO ROJAS

De la alegría callejera a la amarga nostalgia

El Campoamor se divierte y emociona con 'La Gran Vía' y 'Adiós a la bohemia', dos caras opuestas del género chico que inauguraron el XXXI festival de zarzuela

RAMÓN AVELLO

OVIEDO.

Viernes, 23 de febrero 2024, 01:00

Programa doble y complementario en la inauguración ayer de la Temporada de Zarzuela de Oviedo. Por una parte, la original, popular e inclasificable 'La Gran ... Vía', de Federico Chueca, orquestada por Joaquín Valverde. «Revista madrileña cómico-lírica, fantástica callejera en un acto y cinco cuadros», la definieron sus autores. Una castiza personificación de las calles de Madrid, con el retrato irónico de sus gentes y cierta crítica municipal. Por otro lado, 'Adiós a la bohemia', calificada por su autor, Pablo Sorozábal, como 'ópera chica', ya que las partes habladas son esporádicas. Sobre un libreto del novelista Pío Baroja, Sorozábal compone una ópera de cámara amarga y desesperanzada. Al igual que la tonadilla escénica o el teatro dieciochesco, 'Adiós a la bohemia' sigue la ley de las tres unidades del teatro clásico. Unidad de acción –centrada en la despedida definitiva de dos amantes–, unidad de tiempo y unidad de lugar. Todo transcurre en un viejo café, durante el tiempo de una triste cita para decir adiós.

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Hace bastantes días que las entradas se habían agotado en taquilla. El público aplaudió especialmente 'La Gran Vía' y a los dos protagonistas, Borja Quiza y Vanessa Goikoetxea.

Ignacio García es un escenógrafo que combina la renovación con el respeto religioso al espíritu de las zarzuelas que dirige. Para esta producción del Campoamor, García actualiza algunos detalles, pero sin faltar a la esencia de estas obras. En 'La Gran Vía', se plantea una escena alegre, luminosa, con un fondo cambiante alusivo a imágenes del Madrid de finales del siglo XIX. Se introducen en el texto algunas notas de actualidad, por ejemplo, «Cuando las ranas críen pelo y a Errejón le salga barba» o «Me gusta la fruta», que encajan con el espíritu de la obra.

En 'Adiós a la bohemia', la escena es todo lo contrario. Fuertes claroscuros, que sugieren un clima tétrico, con algunos elementos expresionistas y una concepción muy concisa pero efectiva para crear un ambiente expresionista y melancólico.

Víctor Pablo Pérez fue en Asturias el director titular de la Orquesta Sinfónica de Asturias, la OSA. El acrónimo no hace justicia a la finura de aquella orquesta, antecesora de la OSPA. Víctor Pablo conoce bien el mundo de la lírica, ya que, entre otras orquestas, fue director de la Orquesta y Coros de la Comunidad de Madrid, y trabajó varias veces con Oviedo Filarmonía, orquesta de la que extrae excelentes resultados. En 'La Gran Vía' extrajo ese ritmo interno que tiene la zarzuela. Nada machacón, pero lleno de vida. En 'Adiós a la bohemia', la orquesta va cantando las melodías habaneras, un pasodoble, un fox, con una precisión intimista, mientras que las voces hacen –salvo en dos momentos puntuales de las romanzas– un recitativo continuo, como una declamación sobre la orquesta. Muy brillante la cuerda, especialmente en el interludio, con el violín y el piano en escena, como formando parte del café.

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La Capilla Polifónica Ciudad de Oviedo, que dirige José Manuel San Emeterio realizó un buen trabajo en las dos obras. Entresaco como mejores momentos de 'Adiós a la bohemia' el coro de prostitutas, colocadas las sopranos y contraltos en el patio de butacas, produciendo un efecto etéreo. En 'La Gran Vía' los coros estuvieron siempre brillantes, destacando el 'Chotis del Eliseo' y 'Las calles de Madrid'.

Entre los protagonistas, Borja Quiza es un barítono polivalente que dio vida al 'Caballero de Gracia' con rotundidad vocal y esa leve cursilería propia del papel. Pero donde se lució especialmente fue en la obra de Sorozábal, excelente su versión de la romanza 'El poeta pobre'.

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Vanessa Goikoetxea es una voz muy fresca en el papel de La Menegilda de 'La Gran Vía', pero donde nos llegó al alma fue en la romanza de Trini 'Recuerdas aquella tarde', muy aplaudida también.

Del resto del elenco, destacamos, en primer lugar, a Milagros Martín: su papel de doña Virtudes fue un contrapunto ideal a La Menegilda. Milagros conoce muy bien el género lírico, tiene mucha experiencia y escuchándola se ve que quien tuvo, retuvo. David Lagares es un bajo de un timbre muy potente y bien timbrado. Estuvo muy afortunado en el papel del vagabundo o poeta que declama un manifiesto al principio de 'Adiós a la bohemia' contra el realismo y a favor del mundo de los sueños.

Se puede considerar que fue un éxito. Quizá hubiese sido mejor poner 'La Gran Vía' al final, para que la gente saliese exultante y no tan conmocionada como después de escuchar la ópera chica de Sorozábal, que es grandiosa en su música.

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