Color y expresividad infinita
Kahchung Wong al frente de la Hallé Mánchester Orquesta interpreta con rotundidad a Falla, Stravinski y Shostakovich en el Auditorio Príncipe en un concierto de los que crean afición
La Orquesta Hallé de Mánchester fue fundada por el director y pianista inglés Charles Hallé en 1857. Por su historial, estrenos y continuidad en el ... tiempo, es una de las tres orquestas más dinámicas y de mayor calidad de Inglaterra. En Oviedo la hemos escuchado una vez dirigida por el que hasta este año ha sido su director titular, Mark Elder. Ayer, con el nuevo director titular, el músico singapurense Kahchung Wong, la Orquesta Hallé de Manchester interpretó en el Auditorio Príncipe Felipe, de Oviedo, un concierto variado, colorista y expresivo. Aproximadamente el 90% del aforo se llenó para asistir a este primer concierto de las grandes orquestas del año.
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Como suele ser habitual en las orquestas inglesas, la Hallé de Mánchester posee dos cualidades notables. La versatilidad, por la que se adapta a repertorios muy diversos, y el sentido del color por el que resalta la tímbrica de los instrumentos. Otra de las cualidades es la gradación de dinámicas, desde fortísimos siempre compactos y nunca desflecados a unos pianísimos delicadísimos, pero perfectamente audibles. La orquesta tiene una sonoridad expansiva, muy directa y comunicativa.
Aunque sus raíces son orientales, la formación musical de Kahchung Wong es sólidamente centroeuropea. A sus 37 años, Wong tiene una carrera que le va a convertir en uno de los directores de referencia del siglo XXI. Gesticularidad muy original en la que la batuta a veces parece que la emplea como un puñal y sobre todo tiende a buscar la redondez, por medio también de los brazos, de un sonido compacto. Por encima de todo es un director de ideas claras, comunicadas o transmitidas con sencillez y transparencia.
Se abrió el concierto con un guiño al público español: la Danza Ritual del Fuego, la canción con la que se ahuyentaban los malos espíritus y, sin duda, la pieza más espectacular de la suite 'El amor brujo', de Manuel de Falla. A destacar la intervención del clarinetista que, por cierto, es español.
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De las tres suites sinfónicas sobre 'El pájaro de fuego', la que hemos escuchado ayer, revisada en 1945, es la que mejor sigue las líneas argumentales del ballet en el que se confrontan dos universos, el maléfico del mago Karchei y el benéfico del príncipe Iván y el pájaro de fuego. Una versión con cierta tendencia al estatismo, muy preocupada por el color y el matiz, pero sin esas efusiones rítmicas características de esta obra para ballet.
La 'Quinta Sinfonía' de Shostakovich, la más popular del compositor soviético, es una obra que tiene dos lecturas muy diferentes. Por una parte, lo que el compositor denominó, tras las críticas oficiales a sus obras, «la vuelta al redil», es decir a la claridad y sencillez que proponía la estética del realismo socialista. Pero también es una obra autobiográfica de una expresividad angustiosa muy personal, con el trasfondo de los temores y las purgas. La versión, dirigida de memoria y muy interiorizada, fue de absoluta referencia. El segundo movimiento, el allegro, con una vitalidad y un ritmo cautivador; el tercer movimiento, un lento extremado muy introspectivo, mediativo, pero siempre con las ideas melódicas en primer plano. Excelente la cuerda en este tiempo.
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Tras los aplausos y los numerosos bravos, la orquesta interpretó 'Nimrod', la novena de las variaciones 'Enigma' de Elgar. Precisamente esta orquesta estrenó varias obras a este compositor británico. Fue la mejor versión de 'Nimrod' que yo he escuchado. Un concierto, en definitiva, de los que crean afición.
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