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Brillante cierre de la temporada de Ópera
El público del Teatro Campoamor aplaude la representación minimalista y vagamente exótica de 'Los pescadores de perlas'
RAMÓN AVELLO
OVIEDO.
Martes, 26 de enero 2021, 03:07
Asistimos ayer al regreso de 'Los pescadores de perlas', una ópera juvenil de Bizet que hacía 40 años que no se interpretaba en el Campoamor ... y que en Oviedo, las cinco veces que se ofreció, siempre estuvo ligada a Alfredo Kraus. En la 'premier, el teatro se veía algo diezmado por los efectos de las normas de contención de la pandemia. Se nota que los aficionados de Gijón, Avilés y el resto de Asturias no pudieron asistir. Como ya viene siendo costumbre, sigue habiendo esa rivalidad cada vez menor entre los que aplauden y patean el mensaje de bienvenida en asturiano.
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'Los pescadores de perlas' está ambientada, siguiendo la búsqueda romántica del exotismo oriental, en un Ceilán tan remoto como desconocido por Bizet. La dirección escénica concebida por Yoshi Oïda lima el pintoresquismo isleño ceilandés para proyectar un mundo exótico de tonos claroscuros. Una escena minimalista que, prácticamente, se reduce a la sugerencia de una duna y un telón de fondo diseñado por Tom Schenk que recuerda al expresionismo abstracto. Hay algunos elementos colgantes que dan mucho juego y elementos luminosos para sugerir el fuego o el atardecer. Oïda parece jugar con el 'flashback' al introducir en el preludio al personaje de Zurga (Borja Quija), que coincide con el final de la obra.
Bizet poseía en sus grados más altos el don melódico y la imaginación tímbrica y orquestal. El director José Manuel Pérez Sierra, al que ya escuchamos varias veces con Oviedo Filarmonía en el Campoamor, tanto en el Festival de Zarzuela como en la Temporada de Ópera, dirigió una versión compacta y colorista. Bien matizada, con relieves sonoros y destacando esa musicalidad continua que se basa en los 'leit motiv'. Especialmente acertados estuvieron el corno inglés, un instrumento asociado al personaje de Nadir, la flauta y el arpa.
Una de las peculiaridades de esta ópera de Bizet es la importancia tanto escénica como musical que da a las partes corales. Los coros de 'Los pescadores', protagonista colectivo de la ópera, son poliédricos, y por ello actúan de muy diversas formas. El Coro de la Ópera de Oviedo, que ensaya y dirige Esteban Urzelai, pese a las obligadas mascarillas cantó con volumen, dinámicas bien contrastadas, una afinación perfecta y una actuación dramática constante. Brillaron especialmente en la escena de la tormenta, al final del segundo acto, por su dramatismo coral exacerbado
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El gran mérito de Bizet en 'Los pescadores de perlas' fue crear, sobre un libreto mediocre, melodías encantadoras que perfilan personajes y caracteres de una gran personalidad. Eso hace que, pese a una trama rebuscada, los personajes sean de carne y hueso, con sus pasiones y prejuicios a flor de voz. El primer protagonista fue Celso Albelo, bien conocido del público ovetense. Es un gran tenor ligero, con una voz cada vez más lírica y un timbre que también va evolucionando. Estuvo correcto y actuó con gran dramatismo, sin acudir a los falsetes en su famosa romanza, aunque a veces no estuvo del todo limpio en el color.
La soprano Ekaterina Bakanova, debutante en la Ópera de Oviedo, nos ofreció una Leila entregada, con mucha facilidad en los agudos y una buena coloratura dramática, además de una presencia escénica muy atractiva y apropiada. Su famosa cavatina 'Como en otro tiempo' y el dúo con Nadir fueron sus momentos estelares.
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El coro, impecable
Borja Quija, el barítono galardonado en dos ocasiones con el Premio Campoamor, recrea un Zurga de fuerza y variedad emocional. Zurga es, por una parte, el jefe de los marineros que debe manifestar poder; por otra, el amigo generoso de Nadir, pero también el hombre celoso y enamorado de Leila. Todo un cúmulo de registros, no siempre fáciles de interpretar. Es el personaje con más relieve dramático de la obra. Su voz tiene un registro medio y alto muy bien timbrado, pero debería reforzar el grave para llegar a ser un barítono excepcional.
El bajo Felipe Bou interpreta el papel de Nourabad, el sacerdote fanático de Brahma, con rigor, con ese sentido ritual que exige el personaje, siempre muy apropiado.
En general fue una representación feliz de esta ópera, tanto por el equilibrio vocal de sus cantantes como, sobre todo, por la impecable actuación coral. Sin duda fue la actuación más relevante del coro de esta temporada. Aplausos generosos generalizados.
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