Simpático Barbero con estética naíf
Una mujer del público sufrió una indisposición en el último acto y la función tuvo que ser suspendida durante diez minutos para que fuera atendida y trasladada al Hospital Central de Asturias
'El barbero de Sevilla' es también el barbero de Oviedo. Y no solo por Calzón, aquel peluquero ovetense que en el pasado siglo sentaba ... cátedra operística en su barbería, si no también por la de veces que se representó en la ciudad. Volvió ayer empaquetado en cajas al coliseo ovetense. Una nueva producción de la Ópera de Oviedo, que a ratos resulta divertida, a veces algo estática pero siempre colorista. El público de esta primera representación, siguiendo la costumbre y buenas formas, pateó y aplaudió el saludo en asturiano, para pasar una velada, en general divertida y con algún altibajo en la representación. También con un pequeño susto. Una mujer del público sufrió una indisposición en el último acto y la función tuvo que ser suspendida durante diez minutos para que fuera atendida y trasladada al Hospital Central de Asturias. Pero, imponderables al margen, el público aplaudió prácticamente en todas las escenas y en general salió con una grata impresión.
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Como decíamos antes, este Barbero llega al Campoamor en grandes cajas. En la propuesta escénica de Rita Cosentino, estas cajas, abiertas en un lado y que van articulando diferentes lugares escenográficos, están en el punto de partida de la concepción escénica. De ellas salen, ya en la obertura, los personajes, la casa de Rosina, y los espacios en los que se desarrolla la comedia. Una escena algo naíf con predominio de colores fucsia y rosa. De hecho, la protagonista nos recuerda a una Barbie moderna. La escena a veces resulta un poco estática, pese a tratar de animarla con una coreografía sencilla y un personaje mudo que nos recuerda a Buster Keaton y que está en todos los 'fregaos'.
Lucía Marín dirigió en alguna ocasión en Asturias, sin embargo, es la primera vez que vemos a la directora andaluza en la Ópera de Oviedo, al frente de Oviedo Filarmonía. Fue aplaudida ya en la obertura y nos gustó el intermedio del segundo acto que describe una tormenta. Sin embargo, a veces llevaba un tiempo un poco a remolque de la voz. En este apartado orquestal hay que destacar la buena labor del clavecinista Jesús López, no solo acompañando a los recitativos, sino creando pequeñas improvisaciones que subrayaban la acción.
Aunque breves y con intervenciones exclusivamente de las voces viriles, el Coro Titular de la Ópera de Oviedo (Coro Intemezzo) mostró afinación y empaste musical, y sentido escénico en sus movimientos.
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En los personajes de 'El barbero' se combinan tres corrientes musicales. Una primera procede del teatro bufo. Expresión exagerada, canto labial vertiginoso y, sobre todo, la búsqueda de la parodia y el humor. Otra parte del belcantismo del ochocientos, con adornos de la línea vocal con arpegios y pasajes de coloratura muy acusados. A ellos se une, en algunas arias de Almaviva, una sencillez emocional, precursora del romanticismo. Entre los cantantes bufos destacamos en primer lugar a nuestro paisano David Menéndez como Don Bartolo. Agilidad de emisión en un canto labial a veces vertiginoso, potencia y vis cómica. Sin duda, estos papeles bufos serán un nuevo filón en la carrera del barítono de Castrillón.
Germán Olvera interpreta un sólido Fígaro. El barítono mexicano al que recordamos en el Campoamor en la ópera 'Carmen' y la zarzuela 'Entre Sevilla y Triana', da vida a un barbero expansivo, animado y simpático. Es el factotum de toda la obra. Voz potente, movimientos escénicos ágiles y una emisión siempre correcta.
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Nico Darmanin fue un conde Almaviva bastante discreto. Salvo el segundo acto, en el que su papel es más bufo, mostró una voz de emisión corta y con agudos apoyados casi siempre en el falsete.
La mezzo rusa Karina Demurova interpretó a una Rosina algo fría. Su voz tiene un registro medio y grave muy destacado, pero es algo inexpresiva y no guarda una homegeneidad en los registros.
Entre los secundarios, destacamos a Yolanda Montousse. La soprano ovetense se lució en su 'canzotta' de Berta, muy aplaudida por el público y cantada con una naturalidad absoluta. Igualmente, Fernando Latorre, en el papel de Don Basilio, se lució sobre todo en su famosa 'Aria de la calumnia', interpretada de una manera muy descriptiva y con una buena de bajo bufo.
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Por los aplausos continuados en toda la representación, la ópera gustó, a pesar de algunos desquilibrios especialmente en las partes concertantes al final del primer acto. El próximo viernes día 11 tendrá lugar la función del segundo reparto.
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