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El poema sinfónico '13 Reyes', una auténtica saga épica musical sobre la monarquía asturiana creada por el compositor Yónatan Sánchez Santianes, sonaba ayer en el ... Auditorio Príncipe Felipe con toda su potencia y capacidad evocadora, en un concierto promovido por la Delegación de Defensa en Asturias en colaboración con la Fundación Municipal de Cultura de Oviedo.
Estrenada el pasado año en la Folixa de Primavera de Mieres y llevado a la última edición del Festival de Lorient, además de su paso por Nava, era la primera vez que esta obra se interpretaba en una sala sinfónica y el resultado, a juzgar por los cálidos aplausos finales de aprobación que le dispensó el público no pudo ser más positivo. Y es que realmente, el singular empaste que logra la unión de las dos formaciones que la ejecutan y para las que fue escrita: la Banda Sinfónica del Ateneo Musical de Mieres y la Banda de Gaitas La Laguna del Torollu, regidas por el director de esta última, Iñaki Sánchez Santianes, es espectacular de principio a fin. En el concierto de ayer, a los intérpretes de ambos conjuntos, se sumaban en uno de los momentos álgidos del espectáculo, los instrumentos de las bandas de gaitas Gumial, Saxum, Cabu Peñes y Fonte Fuécara, además del grupo de baile Trebeyu. En total, casi un centenar de músicos sobre el escenario durante esa pieza de conjunción.
El poema, articulada en distintos movimientos, cada uno de ellos dedicado a la figura de un monarca asturiano –salvo el titulado 'Mencía', un homenaje a las mujeres de la región sobre una reina que pudo haber existido–, seguía la narración en off de la historia del reino astur, aportando valor divulgativo a la obra artística. En ella, los elementos sinfónicos irían fusionándose con sonidos de la tradición popular, la mayoría fácilmente identificables para los espectadores.
Con el aforo lleno en el patio de butacas y la presencia del presidente del Principado, Adrián Barbón, el comandante militar de Asturias, Minervino Pérez, y otras autoridades, el concierto arrancó con 'Pelayo', una enérgica pieza que servía para perfilar el marco legendario en el que discurriría el concierto, siguiendo el decurso histórico del reino asturiano.
La melancolía y el fragor de la tragedia pusieron sonido al breve tiempo de Favila. Y las percusiones y los metales al de Alfonso I mientras las gaitas cobraban protagonismo con Fruela I. Y lo continuaban con brío entre ritmos marciales y festivos de varias marchas populares, incluso guiños de mambo, engarzadas en 'Aurelio'. Con 'Mencía' lo tradicional resonaba ahora con vocación de interludio. Y el himno 'O dei Verbum' introducía el espacio para el «piadoso rey Mauregato», a quien fue dedicado, con sonoridades míticas. Las mismas que con mayor energía glosaron al diácono Bermudo I. Y el fundador de Oviedo, Alfonso II el Casto, sería recibido por los músicos con una conocida danza tradicional, en la que irían despuntando los acordes iniciales del Himno de Asturias y los sones de 'A la mar fui por naranjes' de final.
Como contrapunto, la pieza dedicada a Nepociano 'el conspirador', oscura y la única sin gaitas, ya que, como apuntó Luis Roces, el narrador: «No hay nada que celebrar». Todo lo opuesto, exuberancia y alegría, remarcada por el biale del grupo Trebeyu, recordaría a Ramiro I y su legado del arte prerrománico asturiano en la pieza intercalada 'Turman', para enlazar entre gaitas, metales y rotundas percusiones con el número de la suite consagrado especialmente a este rey. El tono épico marcaría la pieza del último monarca de la saga, Ordoño I con un poderoso remate final. Y aún quedaba el momento álgido de emoción con la interpretación del Himno de Asturias en el compás ternario de la partitura oficial con todos los músicos en escena.
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