Poesía en blanco y negro
Juan Jareño. El diseñador gráfico inaugura 'Pensar en imágenes', su primera exposición individual en la galería Bea Villamarín de Gijón
Evita calificar su trabajo como arte y confiesa «vértigo» ante la perspectiva de inaugurar su primera exposición individual en una galería, pero sus obras descansan ... ya en la retina de todos los gijoneses. Si no les suena su nombre, seguramente lo hará su trabajo, pues desde hace años las metáforas visuales de este diseñador de profesión ilustran carteles como los de la Feria del Libro de Gijón, POEX o el Festival de Música Antigua.
Con un estilo inconfundible de líneas sencillísimas y contrastados planos de color, la poesía en blanco y negro de Juan Jareño inundará las paredes de la gijonesa galería Bea Villamarín hasta el 28 de junio.
Son obras en las que la forma se rinde al contenido, en las que lo estético es una vía para comunicar lo íntimo, las vivencias, las reflexiones de este autor que confiesa que estas imágenes comenzaron como un «juego» para reclamarle al diseño gráfico «la importancia que tiene». Sin pretensiones, pero hablando un idioma universal, un «lenguaje preciso», que traspasa fronteras y llega hasta donde las palabras no pueden.



Sin embargo, y porque son creaciones que nacen de sus propias ideas y pensamientos, el autor ha decidido acompañarlas de textos que no las explican; las complementan. «De alguna manera, forman parte ya de la obra», dice. Imagen y palabras son ahora inseparables: las dos caras de una misma expresión creativa llena de ironía, humor y delicadeza.
Apenas hay piezas procedentes de su labor profesional, pero hay una, 'Cántame al oído' –«el pajarito», como la llama–, que tenía que formar parte de la muestra. Es la obra con la que ganó un premio Laus, y según el autor, es indispensable, porque «es la llave; es el resumen de lo que está ocurriendo en el resto de imágenes alrededor».
Juan Jareño se desnuda para lanzar un mensaje al espectador, para «cuestionar lo evidente», para acercarse a «diferentes formas de sentir, de herir, de perder la cabeza o de enriquecerse»; para aproximarnos a la violencia, a la belleza o al amor.
La mayoría de las obras nacen de la necesidad de hablar de sus vivencias y preocupaciones. Son, como él mismo las define, «formas gráficas de liberar la angustia». Esta «autenticidad emocional», por otro lado, es la que explica su inconfundible sobriedad cromática, reducida a blancos, negros y grises. «En la balanza de lo ético y lo estético, no caben dudas sobre qué pesa más».
Jareño nos deja entrar en su universo personal, en ese mundo propio de silencios elocuentes y líneas esenciales. Se expone con vértigo, pero dejando que, durante las próximas semanas, sean las imágenes y las palabras las que hablen por él.
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