«El teatro de Rambert es un espacio de riesgo y placer»
Israel Elejalde. Llega el sábado al Jovellanos con 'Finlandia', en la que le acompaña Irene Escolar
Llega Israel Elejalde este sábado al Teatro Jovellanos de Gijón (20.30 horas, de 12 a 22 euros) con 'Finlandia', un montaje de Pascal Rambert ... en el que comparte escenario con Irene Escolar.
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-¿Cómo es trabajar con Pascal?
-Esta es la tercera vez que lo hago y es muy especial por dos razones: porque su literatura lo es y requiere de todo un repertorio técnico por parte del actor para asumir ese borbotón de palabras en hileras que van saliendo de sus textos, pero también porque tiene una forma de trabajar muy particular, él prácticamente no ensaya, te da el texto unos meses antes, tiene una reunión para hablar del lenguaje y la idea de la obra, y luego te la aprendes y se ensayan diez o quince días, cuando lo normal es 40, 60 días.
-¿Un salto al vacío para ustedes?
-Él busca ese salto al vacío. Se mueve en un terreno casi performático, hay una mezcla constante entre ese mundo y el del teatro de texto. Ese salto a veces es aterrador. Él dice que los personajes están aterrados y que quiere que los actores lo estén de alguna manera un poco. Lo consigue. También te mete dentro de unas dinámicas físicas que son muy especiales y que hacen que en uno encuentre cosas que de otra forma no hallaría. Es un espacio de riesgo, pero también es un enorme placer.
-Los nombres de los personajes son los de los actores. ¿Eso importa o no importa nada?
-Sí que importa. Él hace eso por una cuestión general, porque escribe para los actores que los van a interpretar. Pone Israel y a veces te sientes interpelado y además ya, por lo menos, lo de los nombres lo tienes hecho. Como trampolín para acercarte a la verdad está bien.
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-¿Qué tiene 'Finlandia' de particular?
-El propio Pascal. Tiene una utilización del lenguaje absolutamente apabullante, brutal, esa capacidad para captar las contradicciones del ser humano que le hacen casi clarividente. 'Finlandia' tiene una peculiaridad, que la obra está más dialogada que otros textos y se mueve con un pie más cercano a la realidad. Sigue siendo igual de brutal y dañina que sus otros textos, pero hay mucho humor también. De pronto esos personajes metidos en esa situación tan loca producen en algún momento hilaridad. La premisa es un hombre que se hace 4.000 kilómetros en un coche para plantarse en Helsinki y discutir con su pareja la custodia de su hijo.
-Pero el público con una sonrisa no se va...
-No, no. Es una obra jodida, dura. Retrata lo peor.
-¿Hay batalla peor que esta de la custodia para usted que hizo 'La clausura del amor'?
-Es peor porque aquí hay una víctima. Se está explorando cómo podemos pelear por la custodia de un hijo como si fuera la frontera de un territorio sin pensar en las consecuencias para esa persona indefensa. Habla también la obra de cómo, a pesar de la cultura, cuando llegan mal dadas somos incapaces de recordar lo aprendido, la empatía desaparece.
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-¿Qué ha encontrado usted en este viaje?
-Yo he aprendido que no me gustaría ser ni por asomo el personaje que aparece en escena. A veces estas obras tan duras son una especie de 'warning' para el espectador, que advierta cómo tomar decisiones malas, mantenerlas y defenderlas te puede llevar a un lugar oscuro. A veces hay que recular, ver al otro, no creerse el ombligo del mundo.
-Sé que está ensayando algo nuevo.
-Es una versión sobre 'Tío Vania' de Chéjov, que está haciendo Pablo Remón, que dirige también. Es una locura, son dos versiones sobre la misma obra diferentes, que haremos el mismo día, una a las seis y otra a las ocho y media. Con Javier Cámara, Marta Nieto, Juan Codina y Marina Salas, un reparto de aúpa. Estrenamos el 29 de febrero en las Naves del Matadero.
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-Llegan las cancelaciones ideológicas al teatro. ¿Cómo lo ve?
-Vivimos tiempos duros, extraños, como pasados. Entiendo que a una persona le pueda gustar o no hablar de un tema, pero de ahí a que se decida cancelar, que tú no puedas hablar o decir determinadas cosas, me suena a Franco. Al teatro vas si quieres y si no te gusta no vas. Estoy sorprendido de que haya personas que se creen con derecho a censurar.
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