Arqueoastur exige a Cultura que rectifique y proteja el yacimiento de Castiello de La Envernal

La historia es la siguiente. En abril del pasado año, Lluis Prieto, un vecino de La Envernal, en San Martín del Rey Aurelio, informó de un posible castro en las cercanías de su pueblo. En ese lugar se repetían topónimos como Prau Castiellu o Castiellu y, tras realizar un modelo digital del terreno con datos LIDAR, se observaron dos grandes «cárcaves» o zanjas. Se visitó la zona y se constató que, efectivamente, podría tratarse de restos de cierto valor, se hizo una ficha y se entregó en la Consejería de Cultura. Se informó igualmente al Ayuntamiento.

El artículo 65 de la Ley de Patrimonio señala que «los espacios arqueológicos son lugares en los que, por evidencias materiales, por antecedentes históricos, por toponimia, por tradiciones orales significativas o por otros indicios físicos, materiales o documentales, se presume la existencia de un yacimiento arqueológico». De modo que entienden desde Arqueoastur que los indicios eran más que suficientes para que se protegiera el lugar.

Desde el momento en el que se comunica, la protección es obligada. Pero ocurrió que más adelante, el descubridor de ese lugar avisa de que otro vecino además de colmatar con escombros los posibles «fosos», había realizado una cata arqueológica por su cuenta a la búsqueda de oro, ya que siempre se habían oído leyendas de la existencia en esa área de tesoros ocultos por los moros. Se denunció ante Cultura y ante el Ayuntamiento, que tampoco hicieron nada, según afirma Eduardo Pérez-Fernández. IU y Podemos exigieron explicaciones y la respuesta fue entonces que ese lugar no estaba declarado yacimiento arqueológico.

En julio, mes y medio después de la denuncia, Arqueoastur recibió una notificación de Cultura que concluía: «Una vez realizada inspección sobre el terreno, la Comisión Permanente del CPCA, en sesión del 24 de junio de 2021, acordó desestimar la propuesta de inventario como yacimiento castreño de los alegados indicios de obras de fortificación, por cuanto corresponden a formaciones geomorfológicas, no apreciándose otras evidencias que acrediten su naturaleza arqueológica». En noviembre otra notificación de Cultura informa de que se ha desestimado la propuesta presentada para la inclusión en el Inventario del Patrimonio del Principado de Asturias del «pretendido castro de La Envernal», y alega que los «supuestos elementos defensivos constituyen formaciones naturales originadas por los agentes erosivos».

«El problema no es si es o no es un castro, nosotros nunca nos referimos a un castro, sino que no se cumpla la ley, más concretamente el artículo 65, ya que la toponimia y las tradiciones orales son evidentes, además de los indicios físicos que, aunque pueden ser discutibles, no por ello deben condicionar la protección preventiva de un lugar», afirma Pérez-Fernández, que revela que uno de los vecinos de la zona continúa echando escombros en los fosos.

Pero es que la historia no acaba ahí. Porque desde Arqueoastur insisten en que sí es un yacimiento arqueológico. «Nos pusimos a trabajar en una alegación, así que volvimos al lugar el 13 de diciembre de 2021. Volvimos a confirmar la naturaleza antrópica o hecha por la mano del hombre de las dos zanjas, así como la identificación de posibles alineaciones de piedras en el frente septentrional y varias terrazas concéntricas a la cima. Sin embargo, la mayor sorpresa fue cuando encontramos, en lo alto de un muro, un impresionante molino barquiforme o de vaivén», señala este arqueólogo asturiano afincado en Escocia, desde donde ha puesto en marcha Arqueoastur.

Relata que se trata de una pieza arqueológica no muy común en Asturias. «Este tipo de molino suele enmarcarse en la Edad del Hierro e incluso en períodos anteriores», explica, y añade que «se compone de dos elementos en piedra, una encargada de realizar el movimiento de vaivén llamada mano de molino y otra, denominada molino o muela sobre la que se sitúa el cereal. Esta última es la que hemos encontrado», explica. De inmediato, como manda la ley, se notificó el hallazgo a Cultura. El 19 de enero se entregó en el Museo Arqueológico de Asturias.

Faltaba solo para completar la alegación un estudio geológico, que se dejó en manos de Noel Canto, que lo realizó de forma desinteresada. Su informe concluyó que el foso norte «apunta a un origen antrópico, ya que su morfología no concuerda, a priori, con lo esperable de un cauce natural». Respecto al foso meridional, «no corresponde con la de un flujo natural de agua, por lo que es muy probable que su formación haya que vincularla a la acción antrópica». Los dos han sido cercenados en sus segmentos inferiores por la carretera actual. «En este sentido, se hace patente en algunos tramos una sección en U con paredes verticalizadas y fondos planos de hasta varios metros de anchura, que contrasta con las esperadas secciones en V mostradas por arroyos originados por causas únicamente naturales presentes en la zona». Dicho de forma más clara: «Como conclusión principal a este informe, y a la vista de algunos de los indicios señalados, se recomienda la investigación de la zona como un posible yacimiento arqueológico».

El pasado 1 de junio se presentaba en Cultura la alegación junto a este informe geológico. El objetivo:«Queremos que se revise el expediente del Castiellu de La Envernal por parte del Servicio de Protección, Conservación y Difusión del Patrimonio Cultural del Principado de Asturias, y que se valoren las nuevas evidencias aportadas, para su inclusión dentro del Inventario del Patrimonio Cultural de Asturias».

Considera Eduardo Pérez-Fernández que existen yacimientos arqueológicos incluidos en ese inventario con muchas menos pruebas. Urge porque el peligro acecha. No solo porque estén echando escombros en sus fosos, sino también porque, además, según les han informado los vecinos, ya ha sido visitado por un detectorista.