«A mí los sueños me atropellaron, cualquier deseo ya se había cumplido»
Juan Antonio Corbalán, Ex jugador de baloncesto ·
«Gijón siempre ha sido una ciudad muy ligada al baloncesto. Para los que jugábamos en aquella época era una especie de 'perita en dulce'»ESTEFANÍA D. CARRUÉBANO
GIJÓN.
Domingo, 21 de noviembre 2021, 01:14
Un mito y una leyenda del baloncesto nacional. Juan Antonio Corbalán (Madrid, 1954) estuvo buena parte de su vida jugando a un deporte que se convirtió en su pasión. Fue uno de los mejores bases de la historia de España. Referente en el Real Madrid, con el que ganó doce Ligas y tres Copas de Europa, su palmerés no hizo más que crecer. También con la Selección Española, con la que consiguió una medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984 y otra plata en el Eurobasket un año antes en Francia. Ahora, es un afamado médico.
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-¿Qué le trae por Gijón?
-Estoy por el festival de cine. Soy promotor de uno de los documentales que se presenta: 'Shooting for Mirza'.
-¿Cómo llega usted a ser promotor de este proyecto?
-Escribí hace muchos años una novela que se llamaba 'Conversaciones con Mirza'. Aunque es una novela pura y dura, que no tiene nada que ver con la vida de Mirza Delibasic, le coloqué a él como un elemento del realismo fantástico en el que el autor, o más bien el protagonista, de alguna manera hablaba con él en los momentos de intimidad, cuando pensaba. Esa novela cayó en manos de César Bea y Gerardo Herrero. La leyeron y pensaron que podría haber un documental interesante en el que se tocara por un lado la figura deportiva que fue Mirza, uno de los más grandes jugadores europeos de baloncesto.
-¿Cuándo se estrenó?
-En el Festival de Cine de Sarajevo hace tres o cuatro meses y también pasó por el Festival de Albacete y de Valladolid. Y ahora está en Gijón, con la característica de que Gerardo Herrero es asturiano y tiene una connotación especial la ciudad de Gijón en este sentido.
-Ahora que lleva unos días en Asturias, ¿qué le parece?
-Es un paraíso, aunque los que estén aquí dicen que llueve mucho. Me parece que es una maravilla. Mi mujer y yo hemos estado muchas veces, al margen de las ocasiones en las que he estado yo con el equipo nacional y con el Real Madrid. Es una comunidad con unas ciudades absolutamente preciosas.
-¿Tiene algún recuerdo por Asturias que nos pueda contar, a modo de anécdota?
-No me ocurrieron cosas muy relevantes, pero una de las cosas que yo recuerdo cuando hablo de Asturias es el Grupo Covadonga. Era un club deportivo de Gijón con una gran tradición en baloncesto. Siempre era de los importantes, de los buenos. Aquí también recuerdo jugar con la Selección Española. Para mí Gijón siempre ha sido una ciudad muy ligada al baloncesto. Para los que jugábamos a este deporte en aquella época era una especie de 'perita en dulce'. Cada vez que veníamos por cualquier motivo todos estaban encantados.
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-Centrándonos más en su carrera, usted tiene una trayectoria prácticamente inigualable. ¿Cuál es la clave de ese éxito?
-Vimos una película que de alguna manera nos da a entender que en la vida no hay casi claves. Que tienes que vivir y tirar hacia delante. A veces ocurren cosas buenas y cosas malas. A lo largo de la vida te das cuenta de que todo está rodeado de una gran casualidad y tienes el mejor ambiente para desarrollar todo lo que tu familia te transmitió.
-Y se intenta formar la vida como se puede.
-Al final se guisa un éxito o una decepción. No quiero emplear la palabra fracaso, pero sí que tal vez no se cumplan mucho de los sueños que pudiste tener como niño. No me gusta estar en la línea de lo que considero optimistas estúpidos: gente que dice que basta con que deseemos una cosa con mucha pasión y mucha fuerza para que se cumplan.
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-¿La vida es una caja de sorpresas, como dicen muchos?
-Tienes que luchar, con tus cartas, por todo aquello que te puede gustar, pero posiblemente no sea eso lo que obtengas.
-Entonces, ¿eso fue lo que le ocurrió a usted?
-Las claves fueron que tuve una familia magnífica que se preocupó de mi formación y que mi colegio me enseñó mucho. Por una fortuna, yo no sabría explicar por qué, sacamos un grupo de niños que formaban equipo, destacamos en baloncesto, y llegamos a ser campeones de España con un conjunto de colegio de un barrio de Madrid. Eso sí que fue algo milagroso y tal vez mi mayor éxito.
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-Cumplió su sueño.
-Yo siempre digo que a mí los sueños me atropellaron. Cualquier deseo que se me ocurriera ya se había cumplido.
-Eso es algo bueno, ¿no?
-Sí, pero en aquel momento con metabolizar todo lo que me estaba sucediendo, lo que me ocurría en el día a día, era suficientemente bonito para llenar la vida de cualquier niño.
-¿Esta opinión también la tenía en el momento?
-La tuve muy precozmente porque era un niño de 16 años recién cumplidos que ya estaba invitado a jugar con el Real Madrid de baloncesto y con 17 años... A la Selección de mayores. Es que eso no puede ser algo ajeno por muy joven que seas. Pero el discurso lógicamente lo he ido elaborando. Por eso digo que a mí mis sueños me pasaron por encima, me atropellaron.
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-Es un afamado médico, pero ¿esta profesión le llena tanto como el baloncesto?
-Son platos distintos. El más contundente me lo dieron joven porque tener la experiencia deportiva que he tenido nunca la podría tener como médico, nunca podría ser de los mejores del mundo. Hay que ser humilde para entender que cualquier actividad o desarrollo personal se puede hacer mucho por los demás sin necesidad de ser el mejor del mundo. Yo he vivido una vida que ha sido una comida servida al revés. Pero yo estoy encantado. No añoro el éxito que tuve, para mí cada día es un éxito en función de la capacidad que tienes para dar cosas a los demás.
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