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Asturias sigue la Vuelta desde el sillón
Los aficionados de la región atendieron la petición de los organizadores y optaron por seguir a través de la televisión en lugar de llenar las cunetas en la primera de las dos etapas por el Principado
Era un día ideal para disfrutar del ciclismo. Sin embargo, las restricciones impuestas por cuestiones sanitarias y la recomendación de los organizadores alejaron a los seguidores de las cunetas. La televisión fue un consuelo para los aficionados, que habitualmente vibran en cada una de las subidas programadas durante el paso de la Vuelta por Asturias.
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El sol luchó contra las nubes en las primeras horas del día para terminar ganando la batalla y acompañar al pelotón en el inicio de la etapa reina de La Vuelta a España. En torno a las nueve y media de la mañana, los equipos comenzaron a preparar una dura jornada de trabajo por las carreteras asturianas.
El autocar del Lotto Jumbo esperaba a las puertas del Hotel de La Llorea a los corredores para desplazarlos a Villaviciosa, lugar en la que comenzó la undécima etapa. Un kilómetro más alejado de Gijón pasaron la noche los componentes de los equipos Trek Segrafredo, CCC Team, Movistar Team y Bora Hansgrohe. Reinaba la calma en los alrededores de la ciudad gijones mientras los corredores ingerían carbohidratos para coger fuerzas de cara a la etapa que tenían por delante con cuatro puertos de primera categoría, que les llevaría de Villaviciosa al Alto de La Farrapona.
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Amago de plante en la Vuelta en Villaviciosa
La villa asturiana comenzó a recibir a los corredores en torno a las once de la mañana. Apenas había aficionados en los alrededores de la burbuja confeccionada por la organización para que nadie sin acreditar pudiera acceder a un recinto con exhaustivas medidas de seguridad. Miembros de la Guardia Civil y la Policía Local se encargaron de dirigir el tráfico en la entrada de Villaviciosa. Tan solo media docena de ciclistas, con mascarillas puestas, siguieron la llegada de los autocares de los equipos.
El perímetro de seguridad, completamente vallado impidió a los vecinos de Villaviciosa disfrutar del previo. Alejados de toda persona ajena a la competición, los corredores tan solo bajaron de los autocares para realizar el control de firmas a escasos minutos de que se iniciara la primera etapa en Asturias.
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Froome tomó el mando
Nadie, ni siquiera los organizadores de La Vuelta se imaginaban lo que iba a suceder en Villaviciosa. El pelotón se situó en el arco de salida y Froome lideró el grupo. El británico se bajó de su bicicleta y detuvo el inicio. El día anterior, su compañero de equipo Carapaz había perdido el maillot de líder. Roglic se lo arrebató por tres segundos en la misma línea de meta. Tres segundos que para Froome y el equipo Ineos no existieron. De ahí el enfado y la negativa de un hombre que veló por los intereses de Carapaz.
Tras unos minutos de tensión y una larga charla en inglés, Froome aceptó comenzar la jornada de trabajo. Su medida de presión no pasó desapercibida para nadie y la repercusión de su negativa enseguida comenzó a difundirse por los medios de comunicación presentes entre los que se encontraba este periódico.
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La buena temperatura y el sol acompañó durante el día a los ciclistas federados que ayer decidieron dar una vuelta por la región. En el caso de poseer una licencia federativa, los confinamientos municipales de Gijón, Oviedo y Avilés desaparecen para los deportistas durante los entrenamientos.
La gran mayoría de los ciclistas federados evitaron La Vuelta a España, pero algunos no pudieron resistirse para ver pasar la 'serpiente multicolor' que forma el pelotón. El punto con mayor número de aficionados congregados para animar a los ciclistas fue el Alto de La Campa. A unos nueve kilómetros de la salida, en torno a medio centenar de aficionados se dejaron notar, manteniendo la distancia de seguridad y con las mascarillas puestas, para presenciar las primera pedaladas del pelotón por tierras asturianas.
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Sin llegar a colapsar las cunetas y sin que la Guardia Civil tuviera que entrar a actuar por el incumplimiento de alguna norma, Valverde, Roglic, Carapaz y el resto de los corredores recibieron unos tímidos aplausos en señal de ánimo por su paso por La Campa antes de tomar el camino hacia Nava. A partir de ahí, apenas hubo público. Durante los 170 kilómetros que completaron los ciclistas, se pudo observar a algún aficionado en las cunetas, pero nada similar al número de seguidores que se hubiesen agolpado a lo largo del recorrido si la pandemia no impidiera realizar una vida normal.
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