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David Valero, feliz en la entrada a meta.

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David Valero, feliz en la entrada a meta. Reuters
Tokio 2020 | Mountain bike

El bronce que llegó desde la fe

El granadino David Valero protagoniza una remontada histórica en mountain bike, un fijo en el medallero español

igor barcia

Enviado especial a Tokio

Lunes, 26 de julio 2021, 09:31

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Hay deportes que se adaptan de forma sorprendente a los Juegos y lo de este lunes es el mejor reflejo. A primera hora el triatlón volvió a llevarse otro duro golpe. Pese a las expectativas y a ser una potencia con ocho mundiales conseguidos, los tres representantes españoles quedaron lejos del podio. Por contra, el mountain bike ha encajado como un guante en el programa olímpico. Desde 2000 hasta hoy, ya son cuatro las medallas conseguidas en seis ediciones. Abrió la puerta Marga Fullana en Sídney 2000 con su plata, y cuatro años después, José Antonio Hermida inauguróel contador de metales en categoría masculina con otra plata en Atenas'04.

Hubo que esperar 12 años para que cayera la tercera. La logró Carlos Coloma en Río'16 y este lunes, su pupilo David Valero sumó la cuarta en lo que se está convirtiendo en una agradable tradición de los Juegos. Ha sido la segunda presea para España en Tokio tras la sorprendente plata de Adriana Cerezo en taekwondo.

«No podía parar de llorar». Lágrimas de bronce para el granadino (Baza, 32 años) que protagonizó una remontada que queda ya para la historia. Un esfuerzo que le dio la gloria y provocó una de las imágenes de la jornada. La de Valero sentado en el suelo junto a la meta, rostro, brazos y maillot manchados de una mezcla de tierra y sudor con las manos en la cara para ocultar sus sollozos de alegría. «Desde Río pensaba en hacer algo grande en unos Juegos. Es algo muy difícil, pero se ha visto que no es imposible y la recompensa es inmensa». Y recordó «el largo camino que hemos recorrido para llegar a estos Juegos. Hemos pasado casi dos años de incertidumbre, una época muy difícil a nivel mundial y es un resultado que refleja que, si trabajamos, se puede salir adelante».

Todo ello tras una competición en la que también tuvo que superar adversidades. Cuando sufrió un enganchón en la salida que le relegó a las últimas plazas, nadie podía imaginar que fuese capaz de realizar esa descomunal remontada hasta la medalla de bronce. Es probable que solo el propio biker granadino mantuviera la fe, que supiera que su tesón, su garra y el estar ante su gran oportunidad eran suficiente combustible para aplastar a los rivales que tenía por delante en el circuito de Izu. La suya fue la aparición estelar de la jornada, ese tapado que irrumpe en el momento de la verdad y que pese a tener a rivales como Nino Schruter -tres medallas olímpicas al cuello-, no mira atrás porque sabe que el momento de su vida está delante.

Pidcock, imbatible

Gritaba su auxiliar en la última vuelta que lo hiciera por su hijo y Valero, movido por esa fe del que cree en lo que hace, alcanzó una tercera plaza que revalidaba la presea que logró hace cinco años en Río su entrenador, Carlos Coloma. Sus gestos de rabia antes de cruzar la meta y sus lágrimas poco después delataban que la proeza de remontar una treintena de plazas le había sobrepasado incluso a él. Hasta fue capaz de reducir en medio minuto la ventaja que le llevaba el ganador Tom Pidcock, estrella de este deporte.

Valero es un biker tardío pero persistente, de los que siempre está al acecho y busca mejorar. En Río se quedó con mal sabor de boca, un noveno puesto que no le dio ni para diploma olímpico. En 2018 saboreó el que era hasta ayer su tope internacional, ese bronce en el Europeo de Glasgow. Pero faltaba ese gran resultado que le colocara en la élite mundial. Ha tenido que viajar hasta las faldas del monte Izu y esperar a tener 32 años, pero ha merecido la pena. Aquel chaval que comenzó su afición con la BH California que le regalaron sus padres con diez años y que tenía que trabajar en un taller de bicis para ganarse la vida ya forma parte de la historia del deporte olímpico español.

En los días previos, Valero aseguraba que el circuito le gustaba. «Es explosivo y de potencia, y exige ir todo el rato a tope, lo que beneficia mi forma de pedalear», había dicho. Solo había una pega que le hacía dudar ante su buen momento de forma. «Mi mayor defecto es que no salgo muy bien», había dicho, y por desgracia se cumplió. El duelo entre Mathieu Van der Poel y Tom Pidcock era el gran reclamo para la prueba y un peligro para el resto de competidores, porque como era de esperar, salieron en estampida en busca de esas primeras plazas y de romper la carrera. Un hándicap para el granadino, que encima se encontró con un enganchón que le envió al sótano de la carrera. Mientras Valero circulaba en la 'zona oscura', delante seprodujo el primer golpe de efecto con la caída de Van del Poel que vueltas después le llevaría a abandonar con un golpe en la cadera.

Esa pelea de gallos fue beneficiosa para Valero. Mientras él tomaba un ritmo de crucero y crecía paso a paso, delante muchos de los valientes comenzaron a ahogarse. Era el momento de 'recoger cadáveres', y el granadino de Baza se aplicó a ello con nota. De repente, en la segunda mitad de la prueba, Valero aparecía en los marcadores. 12º, 9º, 8º... Quedaban dos vueltas y todo podía pasar, porque estaba crecido, desatado al ver menguada su desventaja. En la última vuelta era sexto, y con el grupo que peleaba por el bronce a tiro. Les alcanzó y se puso a tirar como si le llevara la vida en ello. En realidad, era así. La oportunidad de su carrera deportiva. Así que en los 500 metros finales peleó con el alma para llegar a meta tercero. Por su hijo, como le gritaban desde el box. De nuevo el mountain bike español está de fiesta en unos Juegos. Y el medallero español en Tokio suma su segunda presea.

La cuarta medalla en 21 años

Hay deportes que se adaptan de forma sorprendente a los Juegos y la jornada de este lunes es el mejor reflejo. Por la mañana el triatlón ha vuelto a llevarse otro duro golpe. Pese a las expectativas y a ser una potencia con ocho mundiales conseguidos, la plata de Gómez Noya se mantiene como única presea olímpica. Por contra, el mountain bike español ha encajado como un guante en el programa de los Juegos. Desde 2000 hasta hoy, ya son cuatro las medallas conseguidas en seis ediciones. Abrió la puerta Marga Fullana en Sidney 2000 con su medalla de plata, y cuatro años después, José Antonio Hermida abría el contador de metales en categoría masculina con su plata en Atenas'04.

Hubo que esperar 12 años para que cayera la tercera. La logró Carlos Coloma en Río'2016 y hoy, su pupilo David Valero ha sumado la cuarta en lo que se está convirtiendo en una agradable tradición de los Juegos Olímpicos.

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