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Pablo, con su padre, tras ganar la Copa Davis. E. C.

«Va a ser recordado a través de todos los tiempos»

Los padres del nuevo medallista olímpico vivieron con pasión y emoción la epopeya de Pablo Carreño en la pista de Tokio

PABLO A. MARÍN ESTRADA

GIJÓN.

Domingo, 1 de agosto 2021, 16:24

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La hazaña del tenista asturiano Pablo Carreño en los Juegos Olímpicos de Tokio, esa que le llevó a conquistar el sábado una medalla de bronce con sabor a oro, se vivió con una emoción especial desde su ciudad natal y con pasión rayana en el vértigo donde con más interés se seguía el partido que le enfrentó al número uno mundial, el serbio Novak Djokovic. Ese lugar de atención singular no podía ser otro que el hogar familiar del deportista en El Bibio, en Gijón, donde sus padres, Alfonso Carreño y Toña Busta, siguieron el histórico encuentro olímpico conectados en todo momento con sus allegados más queridos, las hermanas del campeón, Alicia y Lucía, además de su tío José Antonio Carreño.

Carreño, junto a sus padres, su entrenadora y otros amigos y familiares, en una foto de 2005 EC

En conversación con este diario, Alfonso resumía en una frase toda la tensión experimentada durante las dos horas y cuarenta y nueve minutos de duelo trepidante entre el serbio y su hijo: «Desde que empezó el partido hasta que terminó, ni respiré» afirmaba. El progenitor del ya medallista olímpico confesaba que antes de llegar al momento final de euforia por el triunfo de Pablo «vivimos cada minuto con muchísimos nervios. Hubo bastantes fases del juego en que su madre, de la inquietud que sentía, no quería ni verlo», aseguraba.

La presión emocional con la que se asistió a la disputa por el bronce entre Carreño y Djokovic en su casa gijonesa venía acrecentada por el sentimiento agridulce que había dejado en la jornada anterior la honrosa derrota del asturiano ante el ruso Karen Khachanov, en la que caían sus opciones a la final y el sueño por acercarse al oro. El espectacular resultado del encuentro del sábado, venciendo a quien a todas luces es siempre uno de los rivales más difíciles de superar, devolvió con creces a la familia toda la ilusión depositada en la presencia de Pablo en Tokio, con una actuación que su propio padre no dudaba en calificar de «una de las mejores victorias de su carrera deportiva venciendo a Novak Djokovic, un depredador fantástico y el número uno mundial, con el mérito además de haber derrotado en cuartos al número 2, Daniil Medveded». Para Alfonso Carreño, el triunfo de su hijo «tiene el valor añadido de conseguir una medalla olímpica por la que va a ser recordado a través de todos los tiempos. Si se tratase de un torneo más de tenis no tendría tanta repercusión, pero esta victoria será ya para siempre la de un medallista asturiano en los Juegos Olímpicos de Tokio», explica, sin disimular su satisfacción y orgullo.

Pablo Carreño ha demostrado a lo largo de toda su carrera que es un luchador de raza y que ante rivales de la categoría de Djokovic su concentración en el juego se alía a sus ansias de ganar hasta el punto de hacer perder los papeles al campeón mundial, como ocurrió ayer cuando el serbio, ante la presión del gijonés, acabó lanzando su raqueta a las gradas, igual que hiciera en el pasado Open de Estados Unidos cuando arrojó a una juez de silla una pelota. El asturiano le ha vuelto a enmendar la plana, cosechando un bronce para el tenis español. Una medalla que espera poder ver y tocar pronto su familia en Gijón.

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