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De izquierda a derecha, el técnico Miguel García junto a Marcus Cooper, Saúl Craviotto y Carlos Arévalo, que posan con sus medallas, con el palista del Grupo Juan Oriyés. J. PETEIRO
«Mientras funcione la máquina no habrá retirada»

«Mientras funcione la máquina no habrá retirada»

Craviotto, que llegó ayer con la plata mundial y el billete para Tokio, no quiere oir hablar de que sean sus últimos Juegos | El palista ilderdense, residente en Gijón, celebra en Asturias, junto con Arévalo y Cooper, el gran éxito del piragüismo español en Hungría

J. L. CALLEJA

AEROPUERTO DE ASTURIAS.

Martes, 27 de agosto 2019, 00:19

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Saúl Craviotto llegó anoche a casa pletórico de moral y con la satisfacción del deber cumplido. No es para menos, porque repitió subcampeonato del mundo con el K-4 español, que tuvo el premio añadido de obtener el billete para los Juegos Olímpicos. El destacado palista afincado en Gijón aterrizó en el Aeropuerto de Asturias, tras hacer escala en Madrid desde la ciudad húngara de Szeged, acompañado por su entrenador, el luanquín Miguel García, y sus compañeros de embarcación Carlos Arévalo y Marcus Cooper. Junto a ellos también estuvo el piragüista maliayo del Grupo Covadonga Juan Oriyés, quinto en K-2 200 metros.

Por su parte, el riosellano Pelayo Roza, flamante subcampeón mundial, que estuvo cerca del oro en K-2 500 junto al parragués Pedro Vázquez, tomaron un vuelo distinto. Un día después de colgarse esa plata, Craviotto valora aún más la presea, «porque era la única oportunidad que teníamos para lograrlo, el año que viene no hay repesca y nos quedábamos fuera de unos Juegos». Y vuelve a insistir en el mérito de haberlo conseguido, porque las lesiones, la incorporación de Arévalo al cuarteto en lugar de Toro hace menos de un mes y algunos problemas físicos la misma semana de la competición generaron dudas. En este sentido, el palista ilerdense residente en Gijón asegura que «no nos quedaba otra que salir a por los alemanes con mentalidad de ganadores, porque había mucho en juego y no teníamos margen de error, por lo que esta plata sabe a gloria por cómo la logramos».

Craviotto le da gran mérito a la adaptación de Carlos Arévalo, que en su opinión fue una de las «claves» del éxito. Este piragüista de Betanzos cogió el testigo de Toro, que dejó por sorpresa el K-4 solo unas semanas antes de la cita en Hungría. Enrolado en las Fuerzas Armadas, el gallego alterna el Ejército con el deporte y esta medalla «me motiva mucho para seguir creciendo, pero sobre todo me hace mucha ilusión ir a unos Juegos», apuntó. El póquer de palistas lo completan el mallorquín de origen británico Marcus Cooper, oro olímpico en Río, y el gallego Rodrigo Germade, campeón del mundo y de Europa. Todos ellos aspiran a consagrarse en Tokio.

«Hemos mostrado mucha ambición y, tras dos platas mundiales con esta piragua, aspiramos a todo», subraya Craviotto, que teórícamente tiene otros retos en el horizonte. Puede superar el récord de David Cal como deportista español con el mayor número de medallas en unos Juegos, lo que conservó muchos años el candasín Herminio Menéndez, aunque para este gijonés de adopción «no dejan de ser estadísticas», porque lo que verdaderamente le importa es «llegar bien a mi cuarta Olimpiada y estar a un buen nivel».

Con vistas a Tokio, tambien sopesa palear en el K-2 200, «porque nos permiten doblar dentro de la competición de piragüismo en los Juegos, pero mi prioridad está clara que es el K-4 500».

Lo que realmente le ilusiona el próximo año es «ser el abanderado español en Tokio, porque es un sueño que a cualquier deportista le gustaría cumplir».

Algunos hablan de que será su última cita olímpica, la cuarta, pero Craviotto tiene claro que «mientras funcione la máquina no quiero hablar de retirada ni que serán los últimos Juegos».

Ahora, el palista ilerdense, que reside en Asturias desde hace más de 20 años, se tomará un merecido descanso. «Quiero olvidarme veinte días del piragüismo para relajarnos tras la gran tensión de este Mundial en el que nos jugábamos los Juegos, por lo que estaré en casa con mi familia e iré también a Lérida», concluyó. Su mujer Celia y sus hijas Valentina y Alejandra, de cuatro y un año y medio, respectivamente, a buen seguro que disfrutarán estos días con su presencia.

Del resto de la expedición asturiana, Pelayo Roza, que hoy será homenajeado en Ribadesella, siente «es la recompensa de un trabajo de muchos años juntos Pedro y yo, y el año que viene es un año importante de cara a poder ir a los Juegos», mientras que el grupista Juan Oriyés, muy cerca de las medallas por segundo año en un Campeonato del Mundo, aseguró que «la próxima vez ya no se me escapa. Estoy ilusionado con lograrlo».

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