España es el país que más rápido dice adiós al carbón de los grandes de la UE
Solo la térmica de Aboño se mantiene sin solicitar el cierre, mientras que el resto de grupos que usan este combustible tienen pedida la autorización
Resulta curioso cómo la guerra de Ucrania e incluso la escalada bélica previa han acelerado planes de descarbonización, pero a la vez han retrasado otros. ... Mientras la Unión Europea quiere avanzar más rápido en el despliegue de renovables y del hidrógeno verde para independizarse del suministro de Rusia, muchos estados se aferran al carbón -que tiene una procedencia más diversificada- como una fuente de generación alternativa al gas que llega de ese país. Antes de que estallara el conflicto, con los precios de este último disparados, el lignito y la hulla iban recuperando importancia en el mix comunitario y también en el mundial. Los datos de 2021 que maneja la asociación europea del sector, Eurocoal, no dejan lugar a dudas. Estas fuentes siguen siendo muy relevantes en el viejo continente, aunque España es, entre los grandes, el país que más rápido les está diciendo adiós.
Las cifras que maneja esta organización dejan en 5,3 millones las toneladas importadas por España, frente a los 8,7 de Francia -a pesar del peso de la nuclear en su mix-, los 7,9 de Italia o las enormes cifras de Alemania y Polonia. En el primer caso, 126,3 millones de toneladas de lignito y 38,7 de combustible importado. En el segundo, 55 millones de toneladas de hulla, 12,6 importadas y 52,4 de lignito. Territorios de escaso tamaño como los Países Bajos o la República Checa también superan a España. Y fuera de la UE destacan las cifras de Bosnia, Serbia y, sobre todo, Turquía y Ucrania.
En el mundo, lejos de reducirse la capacidad de generación relacionada con el carbón, esta aumentó en 18,2 GW el año pasado, debido a nuevas aperturas y el mantenimiento de instalaciones que, en principio, se esperaba clausurar. Además, 34 países tienen planes para construir nuevas térmicas .
Y pese a que España se está alejando del carbón más rápido que otros países, el año pasado la generación de este tipo aumentó, ya que, ante el alza de precios energéticos, varias eléctricas optaron por recuperar la actividad en sus térmicas, paradas durante muchos meses. Igualmente, no es una decisión que se pueda alargar demasiado en el tiempo. Todos los grupos de carbón de las centrales españolas tienen ya solicitado el cierre, entre ellos el grupo 3 de Soto de Ribera. De hecho, solo se mantiene sin esa petición la central asturiana de Aboño, aunque EdP ya ha advertido de que prescindirá del carbón por completo para 2025.
Mientras, en los últimos diez días, se han demolido las torres de dos térmicas emblemáticas para sus territorios. Primero, las de La Robla (León), por parte de Naturgy, y el pasado viernes las de Andorra (Teruel), lo que cambia la fisonomía de estas comarcas y también las llena de incertidumbre sobre la actividad económica futura que las mantendrá una vez que terminen los trabajos de desmantelamiento. La mirada en ambos casos se pone en el hidrógeno verde, como en la mayoría de las térmicas que quedan, entre ellas las asturianas.
A pleno rendimiento
A pesar de esos planes de desaparición, las centrales que aún pueden funcionar están a pleno rendimiento. Así lo reconoce Endesa, que produce electricidad con carbón ya únicamente en la central de As Pontes (La Coruña), tras cerrar la de Litoral (Almería) el año pasado, y contar con un único grupo. La eléctrica ha incrementado su producción con este combustible fósil un 17% en el primer trimestre en comparación con 2021.
«Es lógico que algunos estados miembros que habían contado con el uso del gas natural durante un período prolongado de tiempo como vector energético de transición, pasando del carbón a las energías renovables, ahora lo estén reconsiderando y eso podría significar que tendrán que quedarse un poco más con el carbón», ha reconocido el vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans. Alemania, de hecho, ha dado marcha atrás a su resolución de prescindir de algunas de sus centrales de lignito y las mantendrá conectadas a la red para evitar posibles colapsos ante las sanciones a Rusia. Se trata de una decisión complicada para un Gobierno del que forman parte Los Verdes, y que contaba con cerrar 1,9 gigavatios de capacidad. Ahora seguirán de respaldo.
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