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Marisa Álvarez pinta el futuro de las mujeres en el sector de la construcción

La empresaria, que comenzó como ayudante de su marido y desde 2008 dirige el negocio familiar de pintura y decoración de interiores y exteriores, anima a perder el miedo a un sector muy masculinizado, «pero con mucho campo para emprendedoras».

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Jueves, 27 de noviembre 2025, 13:22

A Elisa Álvarez todo el mundo la llama Marisa. Es un nombre muy conocido desde hace años en el sector asturiano de la construcción. En ese entorno tradicionalmente hipermasculinizado lleva más de tres décadas trabajando y está bien asentada por la calidad del trabajo de la empresa de pintura y decoración de interiores y exteriores de la que es propietaria. No fue una decisión premeditada, pero las circunstancias de su vida la pusieron ahí y desde esa posición da ejemplo de lo que pueden conseguir las mujeres en esos espacios en los que llevan mucho tiempo ausentes y en los que, cada vez en mayor número, empiezan a demostrar toda su capacidad profesional.

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Antes de convertirse en empresaria, Marisa comenzó dando pequeños pasos, sin saber cuál sería el final del camino. Hace 35 años, su marido empezó a trabajar como pintor contratado. Al comprobar que le llegaban encargos suficientes para mantenerse por sí mismo, decidió instalarse por cuenta propia. En ese momento, Marisa se unió a la empresa como peona. Con el esfuerzo de los dos, poco a poco fueron aceptando encargos, contratando personal y construyendo las bases del pequeño legado familiar que es ahora su negocio.

Su marido falleció en el año 2008 y Marisa tomó las riendas. «En aquella época no conocía a ninguna otra mujer que se dedicara a esto», recuerda casi dos décadas después. Por entonces, cuando confirmaba los encargos, los clientes se extrañaban al escuchar que sería una pintora quien iría a realizar el trabajo. Pero ya hace mucho tiempo que eso no sucede. «A día de hoy, algunos aún son clientes míos», comenta divertida.

Sin embargo, aún quedan residuos de asombro por ver a mujeres en trabajos relacionados con la construcción. En el día a día de un sector con tanta desproporción en la presencia de hombres y mujeres, todavía hay quien se extraña de verla en las obras supervisando los trabajos de su equipo.

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Ella cree que esos episodios son oportunidades que debe aprovechar para romper tabús y clichés. También anima a otras mujeres a interesarse por su tipo de trabajo: «Se tienen que atrever. No es nada que no podamos hacer nosotras. Como las conductoras de autobús o las transportistas», considera.

Mejores condiciones de trabajo

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La profesión, además, ha dado un vuelco a mejor con el paso de los años. Ya no se manejan las grandes cantidades de cargas pasadas que se movían antes, los salarios han mejorado y los horarios de trabajo también tienden a hacer más fácil la conciliación de la vida laboral con la familia: en la empresa de Marisa se empieza a trabajar a las ocho, se hace una pausa para comer entre la una y las dos y la faena termina a las cinco.

Los prejuicios caen con rapidez ante una tarea bien rematada. «Desde el momento en que demuestras que puedes hacerlo igual que un hombre ya nadie te cuestiona», asegura. A su empresa ahora le va bien. No falta carga de trabajo y en este momento Marisa no acepta más presupuestos porque ya no tiene capacidad para abarcar más proyectos de manera simultánea. Mantiene tres encargos a la vez, dos en Oviedo y otro en un local de Grado, encajado entre la oficina de empleo y el albergue de peregrinos de la villa, donde tienen lugar la charla y la toma de imágenes para este reportaje.

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Debido a todo ese trabajo en marcha, Marisa comparte una de las principales preocupaciones empresariales que reflejan los estudios sobre el sector. Se encuentra con verdaderos problemas a la hora de contratar personal cualificado. «La última incorporación fue en julio y fue casi por casualidad. En enero, se jubilará un trabajador y para mí es un drama buscarle un sucesor», asegura. En su búsqueda de personal con las competencias necesarias, Marisa mantiene contacto habitual con la Fundación Laboral de la Construcción (FLC) y espera poder contar con alguna persona salida de los cursos de formación para el empleo que se imparten allí.

Marisa, como el resto del sector, siente como un lastre la falta de relevo generacional. Todos los trabajadores de su empresa tienen más de 50 años. El único que supone una diferencia es su hijo, que tiene 31 años, un título en ingeniería y la voluntad de continuar con el negocio familiar. «Le gusta más esto que lo que podría hacer como ingeniero. Conoce a gente nueva con frecuencia y hay más movimiento», explica.

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Un sector con alta demanda laboral

Según datos del Servicio Público de Empleo del Principado (Sepepa), de las 27.705 personas que trabajaron el pasado mes de agosto en el sector de la construcción, solo 2.726 eran mujeres, un 9,84% del total. Se trata de la actividad económica donde existe mayor disparidad de género en Asturias. Aunque el número de trabajadoras se incrementó un 2,4% con respecto a 2024, hay aún mucho trabajo por delante hacia la igualdad.

La construcción es uno de los motores económicos de la comunidad autónoma y la demanda de personal que experimentan las empresas hace muy viable la inserción laboral de las personas que buscan incorporarse al sector. En Trabajastur, el portal web del Sepepa, hay una amplia oferta formativa con cursos sin coste para el alumnado, dirigidos tanto a personas empleadas como desempleadas.

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En el pasado, Marisa hizo su parte para que los cursos se impartan. Hace unos 25 años, su marido y ella se encargaron de pintar el Centro de Referencia Nacional de Cerdeño, un lugar destinado a la formación para el empleo y gestionado de forma directa por el Sepepa. «Nos subcontrató una gran constructora que consiguió la adjudicación de unas obras. Por entonces trabajábamos para ellos. Pintamos las instalaciones completas, por dentro y por fuera», recuerda.

Además del Centro de Referencia Nacional de Cerdeño, el Sepepa cuenta con otros tres centros propios de Formación para el Empleo, ubicados en Gijón, Avilés y Langreo.

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