Un lunes postelectoral es siempre el día de los '¿y si?'. Por ejemplo: '¿Y si Pedro Sánchez hubiera pasado en campaña por Asturias?' o '¿ ... Y si Alberto Núñez Feijóo no hubiera tenido tantos fallos en la última semana?, por sólo hablar de los dos principales partidos. Y todos, todos, habrían hecho las cosas de forma diferente si se les ofreciese la oportunidad de volver atrás.
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En todo caso, tanto el socialista Adrián Barbón como el popular Diego Canga, que el domingo no se presentaban pero que sí se jugaban parte de su rédito político, pueden presentar los resultados como un éxito. El primero, porque a pesar de perder un escaño respecto a hace cuatro años la candidatura nacional que presentó la FSA incrementó sus apoyos tanto en votos como en porcentaje respecto a entonces de una forma notable.
El segundo, porque el PP ha logrado una victoria en Asturias que no se obtenía desde 2016 y porque la suma del bloque de derechas supera en escaños en la circunscripción asturiana por primera vez desde, y no es poco decir, las generales de 2000, cuando el PP obtuvo unos hoy impensables cinco diputados, bien es verdad que entonces Asturias tenía nueve escaños en el Congreso y hoy solo siete.
Pero ambos se siguen jugando mucho en lo que viene por delante. Barbón, en primer lugar, porque Asturias queda, con Navarra (aún sin formar gobierno) y Castilla-La Mancha como las «islas ideológicas» frente a un mapa casi completamente azul. Y de lo que pase en los próximos meses en el Congreso depende mucho para los socialistas.
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El segundo, porque el hecho de que no se haya concretado la victoria clara y suficiente del PP que él mismo había preconizado, al punto de asegurar en sede parlamentaria en varias ocasiones que Barbón tendría que lidiar con un Gobierno nacional en manos de Feijóo, socava, al menos ligeramente, el claro liderazgo que el propio Feijóo había venido detentando en el PP de forma oficial desde abril de 2022 y de forma previsible u oficiosa desde mucho antes. Fue Feijóo quien colocó a Diego Canga al frente de la candidatura regional en Asturias y quien le dio un poder muy amplio, incluso, sobre asuntos en principio internos de un partido, la organización asturiana del PP, que en los últimos meses se ha mantenido cohesionada y sin dejar ver las costuras precisamente, y en no pequeña medida, por las buenas expectativas electorales tanto en Asturias como, se preveía, para los comicios generales del pasado domingo.
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Atentos a los pactos
Todo depende de la política de pactos que a nivel nacional los dos contendientes principales, Alberto Núñez Feijóo por el PP y el actual presidente en funciones, Pedro Sánchez, por el PSOE, logren articular, pero al menos en Asturias la posibilidad de una repetición electoral hace pertinente un repaso a lo ocurrido, en un escenario similar, entre abril y noviembre de 2019, cuando también hubo que repetir las elecciones.
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Por de pronto, lo primero que destaca es que la situación es precisamente esa similitud con abril de 2019, si bien en aquel momento el resultado de los bloques de derecha e izquierda fueron muy diferentes, en el caso de los primeros, y bastante similares en el caso de los segundos en porcentaje, pero no tanto en votos, porque a falta de los votos de los emigrantes (se estima que menos de 7.000 a repartir entre todos los partidos y a escrutar el próximo viernes), el bloque de izquierdas que hoy componen PSOE y Sumar en Asturias se llevó el domingo 289.814 votos, mientras que en abril de 2019 obtuvieron el respaldo de 315.011 asturianos.
Son 25.000 menos los votantes que apoyaron ayer a la izquierda, mientras que en el caso del PP, que en abril de 2019 concurría en coalición electoral con Foro, como hizo en noviembre del mismo año también, apenas fue respaldado por 112.180 asturianos en abril y por 129.930 en noviembre. Dobló prácticamente el domingo los apoyos conseguidos en abril de 2019, con 209.581 (siempre a falta de los votos de los emigrados).
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Claro que de abril a noviembre de 2019 se produjo el primer gran descalabro de Ciudadanos. En Asturias pasó de 104.688 votos en abril a apenas 37.374 en noviembre, y aunque tanto PP como Vox subieron entre esos dos comicios, no lo hicieron en la misma medida que Vox se desplomó.
Si la situación generada el pasado fin de semana desde las urnas acaba deviniendo en un nuevo adelanto electoral, ¿qué podría pasar? En 2019, los ciudadanos castigaron en abril a la formación entonces encabezada por Pablo Casado, pero de abril a noviembre, en Asturias, el bloque de derechas recuperó 9,79 puntos, mientras que la izquierda, eso sí, permaneció en el entorno del destacable 50,27% de los votos que logró en abril la suma de PSOE, por una parte (el 33,13%) y Podemos, IU y Equo, por otra (el 17,14%) pasó a muy poco menos, un 49,21%.
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Y aunque tradicionamente se dice que el de la izquierda es un electorado muy volátil, lo cierto es que cuatro años más tarde el porcentaje de apoyos que sumaron PSOE y Sumar es prácticamente el mismo, un 49,24 (tres centésimas más), mientras que la derecha, eso sí, ha subido hasta el 48,09%, a apenas 1,13 puntos. Si hay una previsible segunda vuelta todos tienen clara su expectativa.
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