Berto Díaz, coctelero de El Patio de Butacas: «Nuestros cócteles no solo están ricos, tienen algo que contar detrás»
Defiende la idea de que «se puede destacar sin estar en una gran ciudad» y acaba de conseguir una entrella en la guía Top Cocktail Bars en su local de Pola de Siero
Berto Díaz es de Pola de Siero, donde en 2018 abrió un bar, El patio de butacas, que la guía que recoge las mejores ... barras de coctelería en España y Portugal, acaba de encumbrar con una estrella. El listado de Top Cocktail Bars también menciona a otros dos asturianos: Varsovia en Gijón y Mala Saña en Oviedo.
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–Primera estrella de la coctelería para Asturias. Enhorabuena por el hito.
–Gracias. Top Cocktail Bars empezó hace tres años a categorizar con estrellas los locales que antes solo reseñaba, por lo que hay pocos. Los encargados de elegirlos valoran la hospitalidad, calidad del servicio, local, tragos, storytelling...
–Pone de manifiesto que las oportunidades ya no solo están en las ciudades. Pola de Siero es, de lejos, la localidad más pequeña de las premiadas.
–Nosotros siempre remarcamos dónde estamos porque muchas veces se habla de Asturias como todo o se piensa solo en Gijón y Oviedo. Muchos nos han dicho que somos los que estamos abriendo el abanico de demostrar que se puede destacar sin estar en una gran ciudad. No hace falta estar en Madrid o Barcelona para seguir dentro del sector y tener visibilidad. Antes era complicadísimo.
–¿Qué hace falta para que sea posible?
–Estar en el momento justo en el lugar exacto, currar mucho y tener suerte. Viajamos mucho, eso también da visibilidad; el año pasado entramos en la rueda, en todas las ruedas (ríe). Somos muy conscientes de que al final esto no deja de ser un negocio y no pude ser tan romántico como quisiéramos si luego no salen los números.
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–Sirven cócteles con identidad, raíz y apego... Eso es romántico.
–Teníamos muy claro el camino que queríamos hacer, pero también los hándicaps. Cuando abrimos en 2018, la coctelería aún no tenía el 'boom' actual y menos en Asturias. Teníamos muy claro lo que queríamos, pero no podíamos hacerlo; no podíamos llegar con un cóctel de ortigas, antes teníamos que conseguir que la gente bebiera cócteles y ojo, que aún hoy aquí vendemos lo que el cliente nos pida, no pasa nada. La semana que empezó la pandemia llegamos a estrenar una carta más especial, pero cuando pudimos volver a abrir decidimos que no podíamos arriesgar, la prioridad era llevar el negocio a flote. Y ya en 2021 dijimos que ya era la hora de hacer lo que nos diera la gana, cosas que nos representen, que sean parte de nuestra cultura y tradición. Nuestros tragos no es solo que estén ricos, es que tienen algo que contar detrás.
–¿El cliente ya lo entiende?
–El mundo de la coctelería está como el de la cocina hace 10 años, vende una experiencia, un concepto... Nos estamos convirtiendo en coctelería de destino, pero lo tenemos más complicado que los restaurantes porque la gente se mueve a comer, pero a beber es más complicado...
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–Es que el alcohol...
–Siempre es el malo, como el azúcar. Tenemos tres propuestas: coctelería normal, de baja graduación y directamente sin alcohol, que no hay que disfrutarlo menos, no tiene por qué ser un zumo de piña. De hecho aquí damos más importancia a lo que producimos, que no es alcohol.
–Hablemos más de la carta.
–En un mes sacaremos 'Vínculos invisibles'. Nos damos cuenta de que trabajar como queremos nos genera muchas limitaciones porque no tenemos muchos ingredientes (mango, piña...), Así que vamos a imitar esos sabores a partir de otros. Y mantenemos el concepto vecinos, que te dan higos o lo que tengan en casa.
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–Se percibe más unión entre su generación. ¿Es apariencia?
–Es verdad. La hostelería está rejuveneciendo y, por tanto, perdiendo ciertas ideas. Ahora cada uno entiende sus limitaciones y todos sacamos información de todo.
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