«Nunca hemos dejado de trabajar para alcanzar una calidad diferenciada»

Más de cien años escriben la historia de la destilería Los Serranos y, pese al paso del tiempo, está más viva que nunca. Esta empresa se erigió ayer como la ganadora del Premio Serondaya a la Innovación Cultural, en la categoría de Gastronomía, «por su permanente espíritu innovador en el campo de la destilación de anisados, aguardientes y licores», según destacaba el jurado. Para ellos, esta compañía «ha sabido mantener la tradición familiar heredada de un historial licorero de más de un siglo de existencia» y, de esa manera, la firma se ha convertido «en un referente absoluto en la elaboración de licores artesanos en Asturias». Todo ello lo han hecho además «con una constante preocupación por la innovación y la calidad de sus productos», subrayaban.

Ahora mismo, al frente de esta compañía está Emilio Serrano Quesada (San Martín de Collera, 1933). Él ha recibido más de sesenta premios a lo largo de una carrera que aún hoy continúa y que lo convirtió, entre otras cosas, en Hijo Predilecto de Ribadesella y en Embajador de la Hostelería. Ayer, confesaba que «todos los galardones son un honor» y, más aún, uno como este, que «alimenta nuestro trabajo diario de vivir por los destilados».

A él, le llenaba de «emoción y felicidad» que Serondaya aplaudiera «la defensa de los productos agroalimentarios de Asturias». Una defensa que hacen siendo «una empresa artesana y familiar» que antepone «lo digno a lo práctico». De esa manera, «nunca hemos dejado de trabajar para alcanzar esa calidad diferenciada. Conjugamos la tradición con la innovación que exigen los nuevos tiempos».

Su trayectoria tiene tras de sí marcas fundamentales en la historia de nuestra región como Anís de La Asturiana y Tico-Tico. Pero ellos nunca se quedaron anclados en el pasado, y, por eso, «siguen haciendo de la calidad apellido y patrimonio de unos productos destilados en Ribadesella, orgullo de Asturias y avalados por Europa», como ellos mismos reconocen.

Entre sus productos estrella están el licor de guindas, el aguardiente de sidra, el licor de hierbas y la crema astur. Y es que a Emilio de joven lo cautivó «esa espiritual paz del alambique» y, por eso, nunca abandonó este negocio que le corre por las venas y que le viene del siglo XVI.