La sopa boba -cuyo apogeo se enmarca en los siglos XVII Y XVIII- era el alimento que se ofrecía en España a los mendigos en ... las puertas de los conventos, a donde también acudían a veces algunos estudiantes pobres, a quienes llamaban sopistas, que agradecían la comida con su música y canciones. Ésta parece ser la justificación de que hoy todas las tunas universitarias tengan como símbolo una cuchara y un tenedor de palo. Vinculadas de esta manera a los menesterosos adquieren las sopas un carácter de algo mínimo y primordial, y así se explica que muchas veces se han dado como alimento a quienes no tiene apetito por enfermedad, están delicados o requieren atenciones especiales. Eran los «pucheros dolientes», las sopas de convalecientes, de preñadas o de paridas, las sopas capaces de resucitar a un muerto.
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Del diccionario se concluye que sopa es un plato consistente en un líquido alimenticio que puede llevar pan, fécula, arroz, pasta u otro tipo de alimentos. Fragmentados de modo que puedan tomarse con cuchara. Para que la sopa tenga «buena sustancia» ha de partirse de un buen caldo y esto se consigue siempre que pongamos a cocer en agua sin sal los alimentos escogidos. La presencia de sal dificulta el paso de los sabores de los alimentos al líquido. Por ello las sopas se han de salar siempre al final.
La más clásica de nuestras sopas se prepara a partir de un consomé, elaborado con pollo o gallina, chamón, zanahoria, cebolla y puerros. También admite jamón, un tallo de apio y un diente de ajo. Se ha de desespumar, y luego cocer hasta que las carnes estén tiernas.
En casa nos gusta añadirle unos fideos, cuanto más finos mejor. En España existen unas sopas por excelencia que admiten cientos de variantes: las de ajo. Quizá la más sencilla de todas consiste en verter unas lonchas finas de pan de hogaza (mejor del día anterior o de varios días), un caldo formado simplemente por agua hirviendo donde se lo han añadido dientes de ajo tras ser machacados en el mortero con sal gruesa, aceite y pimentón. Otras fórmulas doran los ajos o añaden unos huevos escalfados. Estas sí que «resucitan muertos».
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