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«Es un trabajo muy esclavo y muy sucio, pero bonito»

«Es un trabajo muy esclavo y muy sucio, pero bonito»

Francisco Guillén Rubio, 'El Nene', pescadero: «A veces me dan ganas de poner el delantal cuando haymucha gente. Te presta ver a los clientes de toda la vida»

Luis Enrique González Iglesias

Jueves, 8 de junio 2017, 11:46

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Francisco Guillén Rubio, El Nene (1948, Almanzora, Almería), se pasó 43 años despachando en la pescadería Casapesca de Avilés, primero como empleado y luego como propietario. Su carácter afable y bromista sigue resonando en las dos pescaderías que regentan sus tres hijos en La Plaza y Sabugo, ya que acude con regularidad a charlar con los clientes de toda la vida y vigilar que su legado siga funcionando.

Trabajando desde niño. «Empecé trabajando en el muelle, cuando la galerna, con 13 años, ayudando a los barcos a descargar, cargando camiones y todo eso. Después estuve con un exportador, Alberto Sanz, y con Fandiño. En esta pescadería empecé también de guaje ayudando los fines de semana. Estuve a la pesca también, navegando un año y haciendo la mili en la Marina. Cuando volví, en el 70, ya entré en la pescadería, propiedad de Casares y a las órdenes de Alejo, el encargado, del que lo aprendí todo. En el 93 cerró La Plaza por reforma y ellos lo dejaron, así que yo cogí este local y hasta hoy».

Viejos conocidos. «Es un trabajo muy esclavo, muy sucio, son muchas horas, pero es bonito, porque estás con el público y es muy gratificante. Yo tengo clientes que llevan conmigo 40 años, ya sean particulares o restaurantes. Es más agradecido el trato con el público uno a uno, pero también es un orgullo servir a los mejores restaurantes de la zona: El Tataguyo, Casa Lin, Las Conchas, El Real Balneario de Salinas Además la hostelería te lleva mucho más género de cada vez, claro. Aún a día de hoy voy a veces a echarles una mano a la rula a mis hijos, aunque esté retirado. Oye, la veteranía es un grado».

Mucho pescado y poco mercado. «El negocio cambió mucho porque ahora hay vedas, esquilmaron mucho la mar y estamos pagando las consecuencias. Ahora hay mucho menos pescado, menos flota también. En el año 65 había 60.000 kilos de besugo diarios, de Cudillero, Luanco, Candás, toda la flota que estaba aquí en Avilés. Ahora 60.000 kilos de besugo no los hay en 20 años. Antes las flotas trabajaban más las costeras. Por ejemplo en San José marchaban al bocarte, luego venían y marchaban para el bonito, después empezaba la palometa, luego el besugo Ahora es más de todo, todo el año. Con los aparatos que hay hoy es más fácil, van directamente a la bola del pescado. Cuando yo iba de guaje tenías que fijarte en las gaviotas o en los mazcatos, en los delfines Sin embargo había más variedad antes porque había muchos más peces. Había demasiado pescado y poco mercado».

Una espinita. «Mis hijos lo mamaron desde guajes. A mí me hubiera gustado que alguno fuera a la Universidad, porque yo no pude ir a la escuela ni aprender a escribir casi. Me hubiera gustado que alguno hubiera sacado una carrera, aunque el título acabara colgado en la pescadería, por orgullo mío ya que no pude estudiar. Pero no quisieron y de siempre se metieron más por la pescadería. Venían de guajes los sábados a echarme una mano y yo les soltaba algo Entonces manejaban y, claro, ahí quedaron. Pero me alegro porque, si no, yo me hubiera jubilado y no habría una continuidad».

Jornadas maratonianas. «A veces me dan ganas de poner el delantal cuando hay mucha gente. Te presta venir a ver a los clientes de toda la vida. Yo era muy trabajador, me levantaba a las cinco de la mañana e igual no iba a comer a casa porque venía un camión de Ondárroa y yo lo esperaba. Algunos días salía de trabajar y me tiraba en la rula hasta las 10 o las 12 de la noche. También solía ir a visitar a los clientes de hostelería que tenía por ahí, me bebía igual 20 cubalibres, llegaba para casa con unas milongas tremendas a las dos de la mañana y a las cinco ya estaba en la rula otra vez».

El mejor bonito. «El bonito aquí empieza a estar bueno en julio o agosto, cuando ya está por aquí en el cantábrico comiendo el menudo y descansado más. El bonito viene del Caribe navegando todo el Atlántico, llega delgado, no tiene grasa. Cuando ya se asienta aquí y se hincha de bocarte, parrocha y chicharrín es cuando cría grasa y se pone bueno. En septiembre, esos grandes que quedan son los mejores, llevan comiendo aquí todo el verano y están buenísimos».

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