Casa Fran

La casa de comidas ocupa la casona de piedra familiar donde Fran, es decir Francisco Villanueva, inició, con lo trabajado en Cuba, su empresa sidrera. Corría el año 1918. Y su sidra alcanzó pronta fama y amplia demanda. Tras su fallecimiento, mediada la década del cuarenta, Aurora del Valle, su esposa, mantuvo el negocio de la única forma posible, perseverando en las calidades. Veinte años después la responsabilidad pasó a María del Valle y Víctor Ramos, hermana y cuñado, quienes educaron a sus cinco hijos, dos hijos y tres hijas, en el amor al llagar, perfectamente expresado por la ampliación de los edificios fabriles, almacenes, depósitos, tanques, pipas y embotelladoras, y por la adquisición de pomaradas propias con variedades autóctonas. De ellas salen las etiquetas y contenidos de Sidra Fran, homenaje al fundador, y de las sidras Ramos del Valle, homenaje a los padres, que incluye la delicada brut nature cuyo espalme, a diferencia de la natural, necesita sosiego y copa fina.

Puesto que la comida es lo nuestro, y cuando las tareas de la producción permiten que no deleguen, Víctor y Javier cuidan de la sala, chigre veterano con un primer comedor pequeño, uno amplio posterior, y además terraza, las hermanas guisan y fríen raciones de especialidades adecuadas para compartir en visitas distendidas o espichas alegres, eso sí, siempre asegurada la proximidad y selección de la materia prima: ensalada de tronco de bonito, tortilla de patatas, fritos de pixín y merluza, calamares en su tinta, parrochines con jamón, entrecotes, escalopines, hígado encebollado, lacón con patatas y otras posibilidades sencillas, sabrosas y al punto. Para beber, no obstante haya vinos, por favor, en Roma como los romanos.

Grandes fotos centenarias retratan a Fran junto a alegres y trajeados clientes: él inició la saga que viene ennobleciendo y fortaleciendo la empresa, y ellos iniciaron una asistencia amiga que nos precedió con corbata y sombrero.