Restaurante Bichos y dichos

El curioso nombre lo mantuvieron Jose y Ana del bar precedente, que se ornaba de insectos y refranes antes de remodelarlo con sencillez acogedora. Un acierto. A los bichos ya citados podemos añadir guisos de chipirones y pitu caleyeru; y entre los dichos «da a dios alabanza quien bien llena su panza».

Y aquí, pequeño restaurante precedido por terraza de toldo y mamparas e interiores de barra, sala y comedorín fondero, los precios, cualidades y abundancias (atención al variado menú diario) atraen a familias, parejas y peregrinos de gusto largo y bolsillo corto, lo común hoy día. Ocurre que a los propietarios, que ofrecen cocina tradicional pura y no dura, o sea, tierna y cariñosa, fabada y callos incluidos, poseen el aval de su historia: él vallisoletano, cocinero de oficio por Andalucía y Canarias, se hizo cargo del Asador de Campomanes, tal vez el primero entre los castellanos de horno panadero. Después distribuyó chuletones holandeses y daneses cuando descubríamos el mundo más allá del filete. Y por último, se hicieron cargo de los restaurantes de la Renfe ovetense y la Feve del Berrón. Catorce años de equipo grande y servicios por cientos. «Pero llegó un momento en que Ana y yo quisimos un sitio llevadero, amable y amigable», señala Jose. Y acertaron.

En el entorno Cruce de caminos. Por estas mismas calles, urbanizadas tras el trazado de Uría para enlazar el ferrocarril con el centro, pasaban los peregrinos bien hacia Gijón sendero abajo, bien hacia el Escamplero camino de Galicia. Era zona de huertas y casuchas que daban mal cobijo y peor comida. Vecino enorme y venerable, destacaba su silueta el Carbayón, testigo de todos los peregrinajes, desde el primero de Alfonso II hasta los de 1879, año de su triste tala.

Para 2 comensales

- ¼ de lechazo sobre 1,5 kg

- 1 patata gruesa

- 1,5 vasos de agua

- 60 gr. de grasa de cerdo

- 1 chorrín de aceite de oliva

Elaboración

1. Se elige el cuarto de un ejemplar que no sobrepase los seis kilos, pues por encima sería un recental, y por debajo de cinco kilos presentaría poca carne y mucho hueso; la edad, para el resultado y sabor finar, resulta esencial.

2. Barnizamos el lechazo con grasa de cerdo y un chorrín de oliva extravirgen.

3. Cortamos la patata en dos trozos que pelamos y tallamos de manera que, cada trozo sirva de plataforma de apoyo al lechazo, colocándolo sus extremos y levantándolo.

4. Llenamos de agua el fondo de la bandeja.

5. Ya dentro del horno, marcamos una primera cocción con la piel hacia abajo, es decir hacia el agua, de entre 140º a 160º C durante cuarenta minutos.

6. Ya transcurridos, ponemos el cuarto hacia arriba y de nuevo dejamos que se haga otros cuarenta minutos a igual temperatura.

7. Colocamos los dos trozos de la patata en la bandeja del horno.

8. Y a la mesa sin más, eso sí, repartiendo la sabrosísima patata entre los dos comensales.