Sidrería Casa Chuchu
Un ejemplo cumbrero de cómo los chigres apuestan por la cocina de autor cuando el pueblo va perdiendo población
Turón pasó, en cuarenta años, de veinticinco mil a cuatro mil almas. Y Casa Chuchu, en noventa y un años, de bar tienda a restó ocurrente, creativo y habilidoso. La soledad de Turón se debe al cierre minero. El éxito de Casa Chuchu a tres generaciones haciendo camino con la cuarta en preparación.
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Chuchu era Sabino Jesús que, junto a su esposa Iluminada, abrió en 1930 un establecimiento vecinal de pintas, culetes, chorizos, sardinas salones, potes y -tienda también- escobas o arena para chapas. Llegó la Guerra. Cuidando de ellos y de sus diez hijos, se fueron a Santandrés, güeria arriba. Y trabajaron, vivieron, sirvieron, acogieron y satisficieron.
SIDRERÍA CASA CHUCHU
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Dirección: El Parque (Turón)
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Teléfono: 650 75 84 61 y 985 43 02 26
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Chef: Natalia Menéndez Ruíz
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Sala: Rafael Rodríguez Gutiérrez
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Fundación: 1932
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Actual etapa: 2007
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Sólo carta. Precio medio: 30 euros
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Cierre: martes y todas las noches excepto viernes y sábados
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Sidra: Villacubera
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Bodega: buena
Tres décadas después, uno de los hijos, Rafael, junto a Guillermina, su media naranja, siguió la vocación hostelera y abrió Casa Chuchu en La Veguina, entrada turonesa de poniente. Corría 1965 y el valle se colmaba de mineros, pozos, humos, escombreras y sobrepoblamiento. Prosperaron sirviendo callos, fabes, chipirones y demás repertorio chigrero, y al iniciarse obras en el edificio pasaron aquí, frente a la plaza, el parque y el chalet del Ateneo. Para entonces, el Rafael de la nueva generación y la lenense Natalia -se repite por tercera vez que el heredero se case con una cocinera- preparaban la sucesión.
Natalia venía aprendida de la madre y la abuela; luego su suegra redondeó saberes. Y una voluntad de hierro: de no escanciar pasó a exhibir escanciados perfectos por Londres o Nueva York.
Otro tanto viene ocurriendo con sus pericias culinarias. Sabe que las sidrerías se van volviendo urbanas, de barrios y bulevares, y los pueblos deben ir apostando por tabernas cuidadas, cantinas selectas, gastrobares con firma. Por eso sus croquetas de cremosa ligereza, sus callos de mínimo corte y compleja densidad, sus alcachofas trufadas y confitadas con papada ibérica y trompeta de los muertos, su lasaña de rabo en salsa perigord, su atún rojo escabechado, o su paletilla de lechazo, la honran y destacan como chef en femenino. «Me gusta trabajar cosas de temporada y no demasiado habituales, como el cardo y la borraja, y persigo de manera obsesiva la excelencia», asevera.
El último y joven Rafael, tras estudiar lenguas modernas, de manera sorpresiva y con cinco idiomas dominados, quiso matricularse en el Basque Culinary, cosas de la genética, y mientras pone proa a su último curso, prepara las maletas para desplegar prácticas en Suecia: seguro que volverá preparando un smörgåsbord o unos arenques igual de ricos que las cocochas al ajo negro, las mollejas con setas o o los sutiles milhojas de su madre.
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Cebollas rellenas de carrilleras
Para 2 comensales
- 4 cebollas curiosas-pimiento rojo
- pimiento verde
- puerro
- zanahoria
- vino tinto
- brandy
- aceite de oliva extravirgen
- sal
Elaboración
1. Peladas y ahuecadas, metemos las cebollas en una bolsa de vacío al horno de vapor durante 90 minutos a 90 grados, con el fin de extraer sus jugos y suavizarlas.
2. Las sacamos de la bolsa.
3. Preparamos una farsa con pimiento rojo y verde, puerro, zanahoria y cebolla cortados muy menudo.
4. Añadimos las carrilleras desmenuzadas.
5. Salteamos, revolvemos, retiramos y rellenamos las cebollas;luego las tapamos con el sombrerete quitado.
6. Aparte sofreímos la salsa:cebolla, pimiento verde, vino tinto, brandy.
7. Bien tierno, ponemos encima las cebollas y dejamos que guisen sobre dos o dos horas y media.
8. Separamos la salsa de las cebollas y la pasamos por el chino antes de guardarla en un recipiente toda la noche dentro de la nevera.
9. Al día siguiente retiramos la capa superior de grasa, y reducimos la salsa incorporando al final las cebollas para que templen.
10. Presentamos las cebollas con una parmentier de patata y la demiglacé de la reducción.
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