Casa tírate al matu

Brasas de leña siempre, con el roble y la encina dando candela justa a cortes y piezas de cercanía para, tiernos y jugosos, celebrar que la vida sigue y también brindar nostálgicamente en recuerdo de quienes se fueron e irán yendo: un bicho diminuto, que ni a bicho llega, nos recuerda nuestra extrema fragilidad, como tantas otras veces pasadas lo hizo, y el 'carpe diem', el disfrute de cada momento posible, resulta ley y fuerza para mejor capear las inevitables oscuridades del porvenir.

La casa, casi casona, de María Luisa, completamente renovada, pero llena de solera centenaria, retranquea el frontal en plaza donde permite una terraza amplia y alza cuatro paredes de piedra con marcos de ladrillo -pura cantería gremial-, mientras una prolongación da cabida a fogones y obradores. Súmense la barra con vidriera y recuerdos, el expositor de carnes, la mencionada parrilla, los comedores del piso bajo y alto y, una vez sentados, apetece elegir rápido entre las famosas costillas, chuletas y chuletones, morcillas y chorizos, pescados planchados en forma y resultados, arroces marineros, y unos platos de día con entrada, pote y, por citar ayer, fañeca, uno de roca que sabe a marisco.

¿Básicos de carta? El pulpo, el lenguado relleno, la merluza, el pixín o el cabritu con patatines. Y el cachopo de jamón o cecina, con la fabada actual bandera gastronómica, que tal vez colabore en atenuar, gracias a su imparable entre forasteros, la muy flaca que se nos viene encima.

«Tardamos dieciséis meses en reabrir por causa de las reformas, ya estoy acostumbrada a resistir», nos dice María Luisa, que heredó el restaurante de sus padres, María Luisa y Ángel, tras cogerlo estos de unos tíos que lo abrieron como La Bombilla de Jove, bar tienda con fama y recuerdo por su barrio, La Calzada, Natahoyo y Moreda. Y su optimismo de mujer fuerte, atenta y vigilante, da confianza: por ella y los suyos arriesga hasta tírarse al matu, queda de pie y sale adelante Y también da seguridad, que cotiza muy alto ahora.

Ingredientes para 4 personas

-1 kilo de almeja fina

-400 gramos de arroz

-1,5 litros de caldo de pescado

-1 cebolla

-½ pimiento verde

-2 dientes de ajo

-2 ramas de perejil

-1 vaso de vino blanco seco

-1 cucharadita de harina

-sal

-pimienta

-aceite de oliva

Elaboración

1. Picamos la cebolla y el pimiento muy menudos y los pochamos en aceite de oliva.

2. Ya pochadinos, echamos el arroz y lo rehogamos bien, dándole unas cuantas vueltas.

3. Agregamos el caldo de pescado preparado con antelación y esperamos el hervor.

4. En cuanto este brote, salpimentamos, bajamos la llama y dejamos que cueza al mínimo.

5. Mientras, picamos los dientes de ajo sofriéndolos en otra olla o sartén hasta que transparenten en vez de dorar a calor suave.

6. Transcurridos un par de minutos, vertemos el vino blanco, espolvoreamos el perejil y la harina, y distribuimos las almejas desarenadas y lavadas.

7. Tapamos para que el vapor las abra lentamente, lo que ocurrirá de tres a seis minutos.

8. Las colocamo sobre el arroz con el jugo de la cocción cuando al grano le quede poco.

9. Y tras unos últimos minutos (el arroz siempre al dente) retiramos y servimos.