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La sopa ya no es lo que era

Si Quino hubiera ilustrado sus tiras en nuestros días, hubiera probablemente elegido una comida distinta para Mafalda

Jueves, 2 de octubre 2025, 10:52

Mafalda odiaba la sopa por una sencilla razón. Quino la convirtió en un símbolo del autoritarismo, la obediencia ciega y la rutina. El dibujante eligió este plato, y no otro, porque su presencia era diaria en la mesa en los años sesenta. Barata, nutritiva y avalada por médicos y madres como «indispensable para crecer».

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Al convertir la sopa en el villano doméstico de Mafalda, los lectores infantiles se sentirían identificados de inmediato. Más allá del chiste, el autor usó el rechazo como metáfora: la sopa era la encarnación del mundo adulto que impone reglas sin dar explicaciones.

Si Quino hubiera ilustrado sus tiras en nuestros días, hubiera probablemente elegido una comida diferente. La sopa ya no es lo que era. Su consumo ha dejado de ser peaje necesario para sentarse en la mesa y esa ausencia va más allá de la mera anécdota; es el reflejo de una serie de cambios sociales, económicos e incluso culturales y, como todos, encarna aspectos positivos y negativos.

Las cenas han perdido, en muchos casos, su espíritu colectivo. En los años sesenta, la comida en familia era un ritual fijo, con horarios marcados y varios platos. Hoy, con jornadas laborales extensas, actividades extraescolares, horarios dispares... esto ha cambiado. No se coincide a diario sobre el mantel y se ha simplificado la estructura de la comida.

La sopa, entrada habitual antes del plato principal, ha perdido su espacio. La vida moderna favorece comidas rápidas, fáciles de preparar y consumir, Los platos de microondas, la cultura del 'air fryer' o el cada vez más extendido 'delivery' desplaza a una buen sopa casera, que requiere tiempo y paciencia.

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Su percepción nutritiva también ha variado. Si antes se creía que era indispensable para crecer sano, ahora se sabe que no es la única vía para obtener vitaminas o minerales. Verduras, frutas y proteínas la relegan a un segundo plano en la búsqueda de una dieta saludable.

La alimentación infantil ha variado, al igual que la forma de relacionarse con los niños. Ya no se aborda desde la imposición sino desde el diálogo. El plato de sopa de Mafalda probablemente hubiera acabada intacto en estos días.

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Ha pasado, pues, de ser prueba de obediencia a elección voluntaria y ese cambio de perspectiva ha redefinido su esencia. Menos ritual en torno a la mesa, menos imposición, más diversidad y libertad de elección.

La sopa es hoy una receta ligada al invierno, al confort o incluso a la nostalgia de la cocina casera. De enemiga infantil ha mutado en recuerdo entrañable y elección consciente, elevándose también en la memoria.

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