Trucha, suave y sin grasa mala

Es uno de los iconos de la España fluvial. El mismísimo Ernest Hemingway escribió de la pesca de la trucha en el río Irati en una de sus novelas más famosas, 'Fiesta', la de los San Fermines. Y no dejó de practicar su captura a lo largo de su vida. En primavera, la trucha se convierte en uno de los platos estrella de nuestras pescaderías y aparece de forma recurrente en las mesas de casa. En los restaurantes, sin embargo, menos. Excepto en los situados en los entornos fluviales, claro, donde es uno de los grandes reclamos gastro-turísticos de la zona.

La trucha es un pescado azul con muy poca cantidad de grasa, apenas un 3%. De hecho, es uno de los pescados que menos aporta. Sin embargo, es muy rica en Omega 3, lo que la convierte en cardiosaludable, además de sumar buenas cantidades de proteínas de alto valor biológico. Apenas suma 91 kcal por cada 100 gramos, por lo que es una excelente aliada de las dietas y los regímenes. Dependerá, eso sí, de la forma de cocinarla que en origen no aporta ni un gramo de hidratos de carbono.

Otra de sus características nutricionales: los minerales, que hablamos de un pescado rico en selenio, fósforo, potasio o magnesio. Por cuanto a las vitaminas, la B es la más abundante, lo que redunda en beneficio de músculos y huesos. Es particularmente rica en vitamina B12, por lo que la trucha se recomienda especialmente a mujeres embarazadas y a personas con diabetes. Aunque tiene muchas espinas en su parte central, son blandas y resulta fácil de limpiar. Es uno de los pescados que, en escabeche, sale riquísimo.

Temas

• Dietética
• Gastronomía
• Alimentación