¿Qué haría Asturias ante una catástrofe?
Al protocolo territorial de Protección Civil previsto por el Principado en caso de alguna emergencia, se suman una decena de planes especiales para salvaguardar a la población
aida collado
Domingo, 9 de febrero 2020, 03:36
Todos en el primer mundo tenemos grabada la visión más extendida –casi folclórica–, ni real ni realista, de lo que es una catástrofe. Hollywood nos ha enseñado su cara más apocalíptica una y otra vez. Que si un macroterremoto aquí, que si una especie de depredador mutada hasta el espanto allá. Que si volcanes fuera de control, que si un buen zombi. Todos saben que, cuando la naturaleza se vuelve loca o los extraterrestres se levantan con ganas de murga, alguien –siempre en Estados Unidos– abre un maletín, llama al héroe defenestrado con hambre de redención o aprieta un botón para salvar el mundo. También hay telediarios, que nos acercan la catástrofe real como la vida y la muerte y como las chozas que arrastra la mala suerte torrencial. Esa, la verdadera, es la que asusta, aunque rara vez salta nuestras fronteras. El coronavirus –que es hoy al miedo en la calle algo parecido a lo que fue el ébola en 2014 o las vacas locas en los noventa–, el terremoto de Lorca, los atentados de Madrid, el 'Prestige'... Son recordatorios que, cada cierto tiempo, nos aclaran que no somos inmunes a la tragedia. Natural o firmada por el hombre. En España, en Asturias, hay protocolos de emergencia, proyectados para proteger a la población de los riesgos a los que realmente podría tener que hacer frente la región. Al Plan Territorial de Protección Civil del Principado de Asturias (Platerpa), que es el plan director y la base de desarrollo de todos los demás, se suman más de una decena de planes especiales que atienden a contingencias concretas.
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Pero es el primero el que identifica y pone negro sobre blanco las eventualidades que podrían amenazar a la comunidad y traza una hoja de ruta ante los riesgos que potencialmente pueden producir situaciones de emergencia en el territorio asturiano. Tiene en consideración los riesgos naturales, entre los que se contemplan las inundaciones (crecidas, acumulaciones pluviales y rotura de presas), movimientos gravitatorios (desprendimientos, deslizamientos y hundimientos de terreno), los asociados a fenómenos atmosféricos (nevadas, heladas, aludes, olas de frío, granizo, lluvias torrenciales, vendavales, oleaje en la mar, sequía), incendios forestales, movimientos sísmicos, terremotos y maremotos.
Se planifica la reacción de los servicios de emergencia ante diferentes riesgos tecnológicos: los industriales (fuga, incendio o explosión; contaminación atmosférica, fluvial y de la capa freática) y en el transporte de mercancías peligrosas por carretera, ferrocarril, vía marítima y aérea.
Además, el Platerpa nos prepara ante los riesgos antrópicos, tales como las anomalías en el suministro de agua, gas, electricidad y teléfono; en el suministro de productos esenciales (como los alimentos o los medicamentos), los desplomes o fallos en obra civil, o los accidentes asociados al transporte de personas y bienes.
Y señala también los posibles riesgos sanitarios, como la contaminación bacteriológica, las intoxicaciones alimentarias, las epidemias y las plagas, entre otras.
No es como en las películas, pero no sobra estar preparado. En Asturias –dejando claro a qué temen realmente las autoridades– tienen su propio protocolo especial los incendios forestales, las inundaciones y el transporte de mercancías peligrosas por carretera y ferrocarril. También planifica los riesgos radiológicos y de accidentes graves en los establecimientos industriales. De hecho, tienen planes específicos de actuación empresas como ArcelorMittal –uno para la factoría gijonesa y otro para la avilesina–, Asturiana de Zinc, HC Energía para la central térmica de Aboño, DuPont Asturias, el Puerto de Gijón –Repsol, Galp, CLH y Petroleros Asturianos–, Fertiberia y la factoría de Trubia de Industrial Química del Nalón. Son los que destaca el Principado, pero hay otros planes en vigencia: ante el riesgo de nevadas, para el descenso del Sella, el salvamento en playas y hasta de contaminación marina accidental, por ejemplo.
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Pongamos que ocurre alguna de las muchas situaciones para las que el Principado se ha preparado. Lo primero sería identificar las fases de activación del plan. Las de alerta se activan cuando existen informaciones que, por evolución desfavorable, podrían apuntar a una situación generadora de una emergencia en la que haya que aplicar medidas de protección civil. Hay dos fases: Alerta 1 (para el seguimiento y evaluación del problema y la aplicación de medidas de prevención) y Alerta 2 (para la aplicación de medidas de protección a la población).
La cosa se pone seria con la activación operativa del plan, una vez la emergencia se ha desencadenado. La situación 0 se refiere a una emergencia localizada y cuenta con medios y recursos de la zona afectada; la situación 1 también prevé una emergencia localizada, pero con daños significativos, de manera que necesitaría medios y recursos ajenos a la zona afectada. La situación 2 contempla daños graves que afecten a zonas extensas y los medios necesarios trascienden a los asignados al Platerpa. La situación 3 se denomina de 'interés nacional' y no escatima en medios adscritos y no adscritos al plan.
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Allá donde se produzca la emergencia se establecerán tres zonas de actuación. En el área de intervención, la más cercana a la emergencia y de acceso muy restringido, se desarrollan las acciones del grupo de intervención destinadas al control de la emergencia, rescate y evacuación de víctimas. Se extiende desde el foco de la emergencia hasta donde se prevé su alcance. En el área de socorro se realizan funciones de atención, clasificación y evacuación sanitaria, funciones de control y supervisión técnicas, así como la atención a damnificados y organización de alojamientos. Se ubica donde existe la certeza de no poner en riesgo la seguridad de las vidas de las personas actuantes. Por último, el área base es donde se recepciona y distribuyen los medios y recursos solicitados y que deban trabajar en las áreas descritas.
Está claro. Existe en Asturias todo un mundo de normas, jerarquías y programas que, ojalá, pasen mucho tiempo cogiendo polvo.
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