El Centro bajó ayer la persiana

Se acabó. El Centro Asturiano de La Habana de Gijón firmó ayer un día negro. Sus más de cien años de trayectoria como sociedad lúdico-recreativa pasaban, de un plumazo, a la historia. El cambio de cerraduras, candado incluido, tanto en las instalaciones del paseo de Begoña como en Mareo, simbolizaban el final anunciado de una entidad fuertemente arraigada en la ciudad y que, al final, ha tenido que sucumbir al rigor de unas interminables, vía recursos, decisiones judiciales. El Centro Asturiano ha muerto. En realidad, ya lo estaba desde hace más de cuatro años cuando, al menos por parte de sus socios, se dio por cerrada la pactada fusión por absorción por parte del Grupo de Cultura Covadonga. La masa social, entendían, pasaba a formar parte del Grupo y, con ella, todo el histórico patrimonio del Centro. Todo parecía solucionado.

Sin embargo, las cosas, en la entidad deportiva de Las Mestas, se ven de otra manera. Su junta directiva, posicionada de forma clara contra esta fusión, ha recurrido todas las sentencias de los tribunales en su contra, que no son pocas, y a día de hoy está pendiente de otro de esos recursos en el Tribunal Supremo. Hasta que éste no se resuelva, entiende la directiva grupista, nada tiene que ver y decidir sobre los socios y el patrimonio del Centro.

Simbolismo

Con las dos posturas sobre la mesa, la realidad diaria se ha impuesto. El Centro Asturiano sobrevivió, con no pocas dificultades, los últimos cuatro años, manteniendo las instalaciones de Begoña y de Mareo abiertas a los socios, mientras, como reconocía su último presidente, Marco Antonio Tuñón, la tesorería lo fue permitiendo. Esa era su responsabilidad. Sin embargo, 11.000 euros de gastos fijos al mes no lo hacían ya posible. Se intentó no acudir al temido e indeseado cierre a la espera de un cambio de postura por parte de la directiva del Grupo Covadonga, cambio que nunca llegó.

Ayer, a las diez y media de la mañana, el notario Carlos Cortiñas Rodríguez-Arango fue a levantar acta, primero en Mareo y, luego, en el paseo de Begoña. Durante dos horas, el fedatario recorrió las instalaciones situadas en la parroquia de Leorio y, apoyado por una cámara de vídeo y otra fotográfica, fue dejando eso, gráfica constancia del estado de las mismas y de todo el equipamiento. ¿El objeto? Preparar un completo acta notarial que será remitido, junto con otro similar con las instalaciones del paseo de Begoña como protagonistas, a la junta directiva del Grupo Covadonga, su legal propietario, a entender del Centro Asturiano.

Lo hará, además, con las nuevas llaves que abren las instalaciones de ambas partes. Un cerrajero se encargó ayer, en presencia también del notario y del último presidente de la entidad, Marco Antonio Tuñón, de hacer el cambio de cerraduras en todas las puertas. Luego, en otro momento cargado de simbolismo, fue entregada una copia a cada uno de los tres empleados del Centro, los únicos que, a partir de ahora, podrán acceder a las instalaciones para garantizar su vigilancia y mínimo mantenimiento. En la puerta, un cartel clarificador: «Esta instalación permanecerá cerrada hasta el R. G. C. C. acuerde su reapertura».

Nadie, ni siquiera Marco Antonio Tuñón, se atreve a vaticinar qué puede suceder en un futuro próximo en este interminable litigio entre el Grupo y el Centro Asturiano. Por ahora, lo único cierto es que los socios del Centro seguirán pagando su cuota (quienes lo deseen) para preservar, a decir de sus asesores legales, sus futuros derechos de acceso al Grupo, pero no disfrutarán de las instalaciones, que ayer se cerraron sin previsible fecha de reapertura. Sigue el pulso. Mientras, el Grupo Covadonga se enfrenta, a principios de 2016, a las elecciones para renovar su junta directiva.