Adiós a José Antonio Rodríguez Canal, maestro de generaciones de periodistas
Trabajó 40 años en EL COMERCIO, donde fue director adjunto hasta 2006. Tenía la Medalla al Mérito en el Trabajo y la Medalla de Plata de Gijón
MARCOS MORO
GIJÓN.
Martes, 13 de diciembre 2022, 01:29
El periodismo asturiano está de luto por la pérdida de uno de sus maestros y cronistas más reconocibles en prensa escrita. José Antonio Rodríguez Canal falleció ayer a los 78 años dejando atrás una larga trayectoria de servicio a la información local y regional desde las páginas de EL COMERCIO que le hicieron merecedor en vida de la Medalla al Mérito en el Trabajo (2008) y la Medalla de Plata de Gijón (2020). Mantuvo una vinculación laboral de 40 años con el diario decano de la prensa asturiana, del que fue director adjunto más de una década coincidiendo con la integración del medio en el Grupo Vocento. Hasta que la salud se lo permitió estuvo transmitiendo puntualmente su visión de cómo son Gijón y Asturias y cómo son y deben ser las cosas en la ciudad y la región a través de sus artículos con sello propio, con el nombre de plaza Mayor, publicados en EL COMERCIO cada lunes.
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Canal, periodista de raza, nació en la Gota de Leche el 11 de enero de 1944 y se crió en el barrio de La Arena. Alumno sobresaliente desde sus primeros años escolares, se inició en el mundo laboral siendo un adolescente como pinche en Calzados Mallorca y recogiendo botellas en el antiguo Bellavista. Con 16 años se fue el solo hasta Londres a trabajar de friegaplatos y aprender inglés.
La vocación periodística le nació bien pronto, desde que de niño comenzó a ver el mundo a través de las planas asabanadas de EL COMERCIO. Se formó como perito y profesor mercantil y posteriormente obtuvo el título en la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid para dedicarse a escribir en el mismo diario local donde había devorado con fruición durante su juventud los artículos de Paco Ignacio Taibo, Mauro Muñiz y Adeflor. Su larga trayectoria profesional en el decano de la prensa asturiana arrancó en octubre de 1965 cuando la redacción de EL COMERCIO estaba en la calle Corrida. Fue presentado a Francisco Carantoña por Juan José Plans. Como redactor vivió en primera persona la mudanza del periódico a la calle del Ferrocarril, hoy del Diario El Comercio, en el barrio de El Parrochu. Esta primera relación con el decano de la prensa asturiana duró hasta marzo de 1967. Un mes después se trasladó a Las Palmas de Gran Canaria, donde trabajó un año en el diario La Provincia.
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El propio Canal calificaba de «heroica» la época en que inició su andadura periodística. «Los medios eran muy escasos y la rotativa no daba más de doce páginas de tipo sábana, pero el periódico estaba el número 33 de España en difusión incluidos los diarios deportivos y económicos», remarcaba durante el homenaje que se le dispensó al jubilarse.
- «Es ese periodista irreductible que representa a Gijón»
- Barbón: «Canal fue una referencia del doble compromiso con el periodismo y con Gijón»
- Unánime pesar en el Consistorio por la pérdida de un gijonés que «llevaba la ciudad en el corazón»
- «Canal quería a las personas»
- Quién le iba a decir que era la última
El 1 de junio de 1968 se formalizó su reingreso en EL COMERCIO. El flamante redactor, que antes había sido corrector de pruebas y meritorio de redacción pasó a asumir nuevas tareas. Porque Canal fue de todo en EL COMERCIO y en cada desempeño dejó su impronta y entrega absoluta: aprendiz, redactor, jefe de sección, redactor jefe, subdirector, director adjunto. Vivió los cambios de rotativa, la reconversión tecnológica con el paso del plomo a la foto composición y los nuevos aires políticos de la Transición. Y hacía gala de que protagonizó todo ese tránsito, que culminó en la integración de la cabecera en un gran grupo de comunicación como es Vocento, «con el espíritu inalterable de EL COMERCIO de Adeflor y con el diario como referencia periodística en Gijón y en los círculos influyentes de la sociedad asturiana».
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Durante la primera década en el periódico tras su periplo canario ejerció de redactor de calle, informando sobre variados aspectos de la actualidad y la sociedad gijonesa, hasta que en agosto de 1975 fue nombrado redactor jefe. Ocupó ese cargo durante 15 años y en octubre de 1990 fue nombrado subdirector. Desde abril de 1995 hasta su despedida del diario en 2006 ejerció como director adjunto y mano derecha de cuatro directores: Francisco Carantoña, Juan María Gastaca, Juan Carlos Martínez Gauna e Íñigo Noriega.
Los últimos 16 años su firma ha seguido vinculada a EL COMERCIO como articulista con su columna de opinión donde intentaba contribuir, según sus propias palabras, a «la defensa de los intereses generales de Gijón». Decía que el periodismo le había permitido «hacer una fortuna de amigos».
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Durante casi cuatro décadas fue un referente del rigor profesional y contribuyó a convertir EL COMERCIO en el eje de la vida sociopolítica y económica de Gijón y Asturias. Un diario con el que siempre compartió los reconocimientos a su trayectoria. «EL COMERCIO es más que una empresa mercantil, es una institución gijonesa y, desde Gijón, para Asturias», remarcaba.
- Hasta la última línea (por Marcelino Gutiérrez)
- Hasta luego, Doctor (por Ángel González)
- Canal (por Íñigo Noriega)
- Orfandad (por Juan Carlos Martínez Gauna)
- Irrepetible (por Juan Mari Gastaca)
- Canal, periodista (por Francisco Carantoña Álvarez)
- Maestro y amigo (por José Javier Medina)
- La verdad por delante (por Juan Neira)
- Contar Gijón para hacer Gijón (por Ana González)
- Si ye verdad (por María de Álvaro)
- El compromiso hecho periodismo (por Aurelio Martín)
Fútbol, toros, Ejército y viajes
Otra faceta poco conocida suya, en la que se volcó tras su jubilación en junio de 2006, fue la de voluntario de Proyecto Hombre. Se implicó para ayudar a las personas toxicómanas a dejar sus adicciones llegando a dar charlas a internos en el Centro Penitenciario de Asturias.
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Voraz lector de novela histórica contemporánea, otras de sus grandes aficiones eran los viajes y a poder ser por carretera y por itinerarios secundarios. No tenía carnet de conducir (se movía por la ciudad en motocicleta), pero ello no le impidió recorrer gran parte de España y Europa en coche y en moto, con su mujer María Teresa y alguno de sus hermanos que eran los chóferes.
Acérrimo sportinguista y accionista del club, fue toda su vida un gran aficionado a la tauromaquia. con su abono en el balconcillo de grada baja en El Bibio. Ejerció durante más de una década de asesor de la presidencia de la plaza de toros gijonesa y escribió crónicas taurinas para el periódico. También tenía la insignia de oro de la peña de amigos del barrio de La Arena.
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Le gustaba escuchar marchas militares y tenía interés por el mundo castrense desde que hizo la mili en regulares en Melilla y por influencia también de su familia política (su suegro fue capitán de navío).
En los últimos tiempos, ya mermado físicamente por la enfermedad que le arrebató la vida, se implicó personalmente con otro grupo de personas en la iniciativa ciudadana para darle el nombre de Vicente Álvarez Areces, exalcalde de Gijón y expresidente del Principado, al paseo de la playa de Poniente.
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La última foto en la que fue su casa
El pasado 13 de octubre la plantilla de EL COMERCIO, trabajadores en activo y también jubilados, se reunió en torno al edificio que, a punto de ser demolido y construido nuevamente, albergó y volverá a albergar al decano de la prensa asturiana. Una imagen para el recuerdo que ha terminado por convertirse en la última de Canal rodeado de quienes trabajaron codo a codo con él durante décadas. La salud ya le flaqueaba entonces, pero el que fuera director adjunto del diario hasta 2006 no dudó en acudir a la cita frente a la que fue su casa durante más de cuarenta años. Nadie como él fue testigo de ese tiempo, tanto que estrenó el edificio tras el traslado de la sede de Corrida. En el reformado periódico, permanecerá su esencia.
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