Alumno del IES Rosario Acuña de Gijón becado por la Fundación Amancio Ortega

David Suárez: «Desde pequeño siempre había querido estudiar fuera del país»

«Estoy nervioso y con ganas», comenta con cierta timidez, como si todavía no hubiese asimilado del todo la noticia. La conoció porque su hermana mayor se quiso presentar hace unos años, pero coincidió con la interrupción del programa provocada por la pandemia y no pudo hacerlo. «Desde entonces, empecé a seguir en redes sociales a creadores de contenido que ya habían obtenido la beca y contaban su experiencia», explica David, que reconoce que «desde pequeño siempre había querido estudiar fuera». En su caso, entre agosto y septiembre de este año partirá a Nuevo Brunswick, una provincia al este de Canadá que destaca por sus bosques de pino, montañas y ríos.

De lo que más ganas tiene es de «conocer culturas nuevas, gente nueva y disfrutar de la experiencia», también a nivel académico. Aunque todavía no ha mirado muy a fondo las asignaturas que cursará el próximo año escolar, ha visto que «son bastante distintas de las que tenemos aquí, sobre todo porque son más prácticas», apunta. No tiene muy claro qué quiere ser de mayor, pero lo que no duda es que será algo que tenga relación con la biología o la medicina: «Me gustaría tirar por psiquiatría, pero no lo tengo muy claro».

Para optar a la beca, los alumnos deben tener una nota media mínima de 8 en tercero de la ESO y se tiene en cuenta el nivel de renta familiar, pero David pulverizó la primera parte: tiene todo sobresalientes en las once materias.

Cuando vio que había sido uno de los 450 alumnos seleccionados sintió una satisfacción similar a la de cruzar la línea de meta después de una carrera de fondo. Lo que siempre había soñado está ahora a su alcance y el abanico de posibilidades es enorme. «Me gustaría salir de la zona en la que voy a estar para conocer otros lugares de Canadá, porque para Estados Unidos se necesita otro visado y no puedo ir», cuenta. Pero la mayor sorpresa se la llevaron sus padres. «Al principio no se lo creían y están muy contentos, pero también les da un poco de pena», apostilla. A fin de cuentas, en siete meses su hijo volará del nido.